Salen a la vez Carmen Calvo e Iván Redondo. Pedro Sánchez apuesta por un gobierno más inclusivo y ‘municipalista’
La remodelación gubernamental presentada hoy por Pedro Sánchez es la más ambiciosa y la de mayor calado de un Ejecutivo en la reciente historia democrática española. Los mensajes lanzados por parte del presidente del Gobierno son muy claros y van, en sus trazos más sobresalientes, en una doble dirección: una rotunda apuesta por reformar el municipalismo, uno de los grandes olvidados por todos los gobiernos de uno y otro signo desde la Transición, y un reforzamiento del liderazgo femenino. Las mujeres pasan a ocupar una cuota del 63 por ciento del gabinete, frente al 54 por ciento que ostentaban en el anterior equipo gubernamental.
Solo desde esta clave podemos entender la elevación de la alcaldesa de Puertollano, Isabel Rodríguez, al Ministerio de Política Territorial y a la Portavocía del Ejecutivo, y la de la alcaldesa de Gandía, Diana Morant, a la cartera de Ciencia e Innovación, en sustitución de un siempre injustamente tratado Pedro Duque, hombre brillante como el que más, pero a quien la política se le ha atragantado desde el primer día. Otra mujer, Raquel Sánchez, alcaldesa de Gavá, sustituirá a José Luis Ábalos en Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, y la siempre eficaz y discreta Pilar Llop, hasta ahora presidenta del Senado, será quien ocupe Justicia en lugar de Juan Carlos Campo. Personalmente me alegra mucho; Llop es una jueza de gran prestigio con una carrera jurídica extraordinaria en materia de igualdad y contra la violencia de género. Como dato curioso, que creo que pocos esperaban, quien fuera la ‘estrella’ de la última ‘mini-remodelación’, Miquel Iceta, pasa a ocupar una cartera que parece en principio menos relevante que la de Política Territorial, cual es la de Cultura y Deportes, que abandona José Manuel Rodríguez Uribes. Completan los cambios, el hasta ahora embajador en París, José Manuel Albares, persona de confianza del presidente del Gobierno y que sustituye a González Laya en Asuntos Exteriores y la ya exdelegada del Gobierno en Aragón, Pilar Alegría, que releva en Educación a una cuestionada Isabel Celaá.
Calvo y Redondo: los ‘íntimos enemigos’ se despiden juntos
Las salidas más sonadas y estrepitosas han sido las de la vicepresidenta Primera, Carmen Calvo, y la del ‘todopoderoso’ director del Gabinete de la Presidencia, el hasta hoy considerado su ‘gurú’, Iván Redondo, aunque este último, en puridad, no formara parte del Gabinete. La pésima relación entre ambos y sus continuos enfrentamientos habían sido un secreto a voces durante los últimos meses. Sin embargo, sería un error interpretar ambas salidas como un intento del ‘comandante en jefe’ de equilibrar el fiel de la balanza y no decantarse por ninguno de ambos en lo que resta de Legislatura.
Carmen Calvo estaba, literalmente, achicharrada a cuenta de su oposición a la nueva ‘Ley Trans’. Significativo era el tuit, a media mañana del sábado, de Carla Antonelli: ‘#FinDelCalvario. Imposible explicar en menos palabras -tan solo un ‘hagstag’- la desafección y la brecha provocada por Calvo entre el feminismo más ‘tradicional’ y los nuevos e imprescindibles aires del reconocimiento de una realidad como es la autodeterminación de género, la igualdad real y efectiva de las personas trans y la garantía de los derechos del colectivo LGTBI, que hubiera necesitado una mayor apertura de miras por parte de la ya exvicepresidenta Primera. El resultado es que Carmen Calvo se va… e Irene Montero se queda. Estoy, de todas maneras, seguro de que Carmen Calvo ocupará un puesto de mucha relevancia en el PSOE y seguirá muy alineada con la estrategia del partido y del gobierno en el futuro.
Félix Bolaños, abogado de formación y número uno de su promoción, hasta ahora secretario de Estado de Presidencia y uno de los mayores talentos de la actual estructura gubernamental, en lo que a conocimiento del trazo fino de la Administración se refiere, ocupará la vacante de Calvo en Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática. Su mayor éxito hasta ahora ha sido la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco. Sin duda, habrá más. Al rango de la Vicepresidencia Primera, Sánchez eleva a la valiosísima Nadia Calviño, que a partir de septiembre jugará un papel capital, más aún si cabe, en las siempre intrincadas relaciones con Bruselas y en el reparto de los fondos que deben sacarnos de la crisis y relanzar nuestra economía, tras la terrible pandemia que va quedando atrás.
El adiós de un ‘valido’ que parecía ‘imprescindible’… hasta ayer
Harina de otro costal es el relevo de Iván Redondo por Óscar López. Menudean las voces que, a toro pasado, aseguran que ya daban por descontada su caída en desgracia. Lo cierto es que, hasta hoy, todos tenían al asesor de comunicación, convertido ‘de facto’ casi en vicepresidente en la sombra. En el colmo de la exageración se había llegado a escribir en distintos medios, y por parte de varios analistas, que Pedro Sánchez había construido -de hecho- una suerte de ‘República coronada’ en la que él mismo actuaba como presidente y Redondo como primer ministro. ¡Cuánta estupidez!
La salida de Redondo parece responder a su deseo de ‘parar’, así lo dejaba claro en un mensaje que ha distribuido a la prensa. Por otro lado, y ahí doy mi lectura: Sánchez ha aceptado su salida porque entiende, y con razón, que el Ejecutivo necesita en este momento menos mercadotecnia y más ‘fontanería fina’. Ivan, ‘El Terrible’, había cometido demasiados errores en muy pocos meses. Algo que, en este oficio de alto riesgo que es la política, se paga caro. No se puede amenazar veladamente a diputados de la oposición en el seno de una comisión parlamentaria, como ocurrió hace pocas semanas, o rizar el rizo del ‘peloteo’ cursi al sugerir que se ‘tiraría desde un barranco’ por su jefe. La experiencia demuestra que tales excesos, no solo no valen para nada, sino que son contraproducentes. El cuestionamiento al que Iván Redondo sometió a su jefe por la famosa cumbre de los ‘veintinueve segundos’ con Joe Biden, cuya negociación patrimonializó en exclusiva el ya exasesor, fue para Sánchez la gota que colmó el vaso. Por no hablar de la moción de censura en Murcia, que provocó el conocido efecto dominó de un adelanto electoral en Madrid con resultados nefastos para el PSOE.
En el haber de Iván Redondo queda, no es menor, el hecho de que le hayan concedido la gracia de dar por buena la versión de que se va por decisión propia. Esto es lo que se llama una salida honrosa. Su lugar será ocupado por un socialista histórico: Óscar López, hasta hoy responsable de Paradores Nacionales. Buen gestor -es lo que define su perfil- pero portador a la vez de un enorme peso político. Excelentes conocedores de los entresijos del aparato socialista, como Rodolfo Irago, han saludado en Twitter el ascenso de López con un significativo: ‘Vuelve el PSOE’. No en vano, López ostentó cargos orgánicos con Zapatero y Rubalcaba. Este último le nombró, nada menos que secretario de Organización. En el último cisma interno del PSOE, ya en el lejano 2016, se decantó por Patxi López. Su recuperación para la primera línea política pone de manifiesto la voluntad de Pedro Sánchez de restañar de una vez y para siempre las viejas heridas. En esa misma línea hay que interpretar que la nueva portavoz, Isabel Rodríguez, tuvo un pasado de marcado perfil ‘susanista’, por su apoyo a la que fuera la gran ‘bestia negra’ de Sánchez Susana Díaz. Integración, por lo tanto, como santo y seña también de este nuevo equipo.
Por lo demás, de todos es conocido que el ya exasesor de Presidencia, Iván Redondo, que antes lo fue también de José Antonio Monago y Xavier García Albiol, se había hecho con una legión de enemigos en la calle Ferraz. Muchos hoy celebran su partida.
Nuevo impulso en Exteriores y Educación
De los desperfectos originados por la ya citada cumbre entre Joe Biden y Pedro Sánchez y del deterioro de las relaciones entre España y Marruecos sufrido en los últimos meses, crisis de Ceuta ‘mediante’, el presidente hace responsable, claramente, a Arancha González Laya. La ministra saliente será sustituida por un veterano diplomático que desempeñaba el puesto de embajador de España en una plaza tan relevante como París y al que corresponderá restañar algunas heridas sufridas por nuestra política exterior en este período y de paso reestablecer la confianza de algunos ‘pesos pesados’ de nuestra diplomacia, que entre pasillo y pasillo de Viana y Santa Cruz no dejaban en muy buen lugar la competencia de la cesada.
Mención especial merece también una ‘quemada’ Isabel Celaá, que deja, eso sí, una Ley de Educación con su nombre y un reguero de polémicas no siempre justificadas. La tarea de Pilar Alegría no puede ser más que de continuación de la ingente labor iniciada por la política vasca, aunque espero que pueda conseguir encontrar un consenso mayor.
La salud de la coalición con UP, a prueba de bombas
Tan importantes como los que se van y los que les sustituyen, en una remodelación de estas características, es remarcar los nombres de los que se quedan. De nuevo, aquí y ahora, todos dirán que lo esperaban. Fuera previsible o no, Pedro Sánchez acierta dejando en su lugar a Margarita Robles, Fernando Grande-Marlaska y María Jesús Montero, aunque esta última abandone la siempre engorrosa, al menos para ella, función de portavoz, lo que le permitirá disponer de más tiempo para una cartera que, con el reparto de los fondos europeos ya a tiro de piedra, cobra una importancia capital. Asume además Montero Función Pública. José Luis Escrivá continua como titular de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, lo que en pleno debate sobre el futuro del sistema de pensiones debe ser un motivo de tranquilidad para la ciudadanía. Se mantienen Carolina Darias, en Sanidad, y la discreta Reyes Maroto en Industria. Manuel Castells, el sabio y criticado ministro de Universidades, sigue también en su puesto. Es verdad que para muchos ha sido un ministro ausente, ‘fantasma’ según muchos, pero es uno de los catedráticos más prestigiosos de este país y veremos si, con mayor visibilidad, podrá ganar méritos en los próximos meses.
Junto con Manuel Castells, el presidente del Gobierno respeta en su puesto a la totalidad de los miembros ‘morados’ del Gabinete: Irene Montero, ya se ha dicho, Alberto Garzón -a pesar de su sobredimensionada polémica a cuenta del ‘chuletón’, que en nada ha quedado- y por supuesto a la eficacísima Yolanda Díaz, a la que asciende un rango en Vicepresidencia y cuya labor al frente de Trabajo verá sus frutos a partir del próximo otoño, cuando España comience a embocar la ansiada recuperación. Nadie como ella para seguir copilotando, a la sombra del propio presidente, un diálogo social con patronal y sindicatos que está siendo un rotundo éxito. Para quienes daban por herida de muerte la entente entre el PSOE y Unidas Podemos, esta ‘revolución’ de Sánchez debe ser una mala noticia, porque frustra sus interesados análisis. Está claro que entre el presidente Sánchez y Yolanda Díaz ha habido un nítido acuerdo previo de no tocar a los ministros de UP.
La oposición… siguiendo su guión
Como era de esperar, la oposición -básicamente la del PP, Ciudadanos y Vox- ha criticado con dureza esta remodelación de amplio calado. El PP, por boca de su portavoz, Cuca Gamarra, ha subrayado que ninguno de los cambios tiene valor porque el único cambio que esperan es el de Pedro Sánchez, al que invitan a disolver las Cámaras y convocar Elecciones Generales. Santiago Abascal ha cargado en Twitter con mayor contundencia contra el jefe del Ejecutivo, al que ha acusado de ser un ‘trilero’ que trata de distraer la atención de la realidad. Le ha molestado al líder de Vox que Sánchez mantenga a ‘los mismos cómplices’, en referencia a los ministros y ministras de la cuota de Unidas Podemos. También Inés Arrimadas ha comentado duramente la remodelación del gobierno: ‘El principal problema de España es que Sánchez sea el presidente del Gobierno’, ha declarado. ‘Todo lo que no sea cambiarle a él va a ser un cambiazo, él marca el rumbo del Gobierno’.
Nada nuevo pues bajo el sol. España afrontará, a la vuelta del verano, un otoño fundamental para su devenir futuro, como sociedad y como nación: el de la recuperación. Es evidente que para acometer una tarea que será ingente y nada fácil, el presidente ha querido rodearse de quienes considera los mejores y los más capacitados para ello. Baja la media de edad -de los 55 a los 50 años- y se pone el acento, como el propio presidente ha subrayado, en el feminismo y la digitalización como pilares de la recuperación, además de en el carácter ‘verde’ y eminentemente social de su nuevo equipo. Será, en palabras del presidente, ‘el gobierno de la recuperación’. De su acierto y buena fortuna, dependerá la suerte de todos. Como siempre digo en estos casos, ojalá que los cambios del Gobierno sean buenos para los españoles y la oposición que sea durísima pero leal y constructiva. Ya sé que pido mucho, pero lo que más me gusta en esta vida es seguir siendo pragmático y con un punto de idealismo.