Los libros de historia, algunos de leyendas, siempre reflejan actos de grandes líderes en los momentos más complicados. A ningún lector se le escapará que vivimos en uno de esos momentos: la crisis del coronavirus está arrasando con nuestros sistemas sanitarios y económicos. Es en estas circunstancias cuando se deben alzar voces que marquen el camino, transmitan calma y esperanza.
Comienza entonces a funcionar la ingeniería política, nuestros representantes toman diferentes estrategias y adoptan distintos tipos de liderazgos. Si escuchan bien, se oyen chasquear las piezas de la mente de Iván Redondo (jefe del gabinete de la Presidencia del Gobierno) desde cualquier lugar de nuestros país, ajustando tuercas y tornillos para que nuestro presidente mantenga el rumbo de la nación.
¿Cómo comunica cada líder? ¿Cuál es el eje de su estrategia? A continuación, con permiso de la cambiante actualidad, analizamos el liderazgo de los principales políticos hasta el momento.
Boris Johnson: un disparo en el pie
El sueño de poder mantener a salvo su población y no afectar, negativamente, a la economía se ha demostrado una ensoñación imposible.
Mientras sus vecinos europeos, como España o Francia, tomaban medidas cada vez más severas, el primer ministro inglés comenzó con tímidas recomendaciones de higiene a los ciudadanos. La estrategia de esta nación pasaba por la teoría de que una grandísima parte de la población debe contagiarse para poder desarrollar la llamada “inmunidad de grupo”.
Sin embargo, está bala salió por la culata. Desde el pasado viernes la estrategia cambió, el gobierno inglés se ha visto obligado a tomar nuevas medidas. El potencial número de víctimas y el posible colapso de la sanidad británica fueron las razones para que comenzará el confinamiento de los anglosajones. Boris tuvo que replantear su estrategia, tiempo tendrá para pensar esta nueva línea ahora que se encuentra en cuarentena tras dar positivo en coronavirus.
Angela Merkel: una de cal y otra de arena
La línea que ha desarrollado el equipo alemán ha situado como su eje principal la imagen. Por ejemplo, hemos podido ver a la canciller en supermercados, realizando la compra mientras tomaba todas las medidas que ella misma recomendaba.
Cal: en un eje, totalmente, contrario al británico, los alemanes no han dejado lugar al optimismo. Su gobierno fue el primero en pronosticar que un 70% de sus habitantes contraerán la enfermedad y que este sería el momento más duro en Alemania desde la Segunda Guerra Mundial.
Arena: mientras se avisaba a la población del tremendo nubarrón que se avecinaba, también se intentaba transmitir calma y tranquilidad. Eran y son constantes lo mensajes a la población sobre la solidaridad que se necesita en este momento, e incluso sobre no comprar, compulsivamente, en los mercados. ¡Qué bien funcionaron las imágenes de la líder haciendo la compra!
En estos instantes, la presencia de Merkel en los medios se ha reducido por su cuarentena preventiva, pero sigue liderando esta crisis con paso firme.
Donald Trump: “el remedio no será peor que la enfermedad”
No pretendo engañar a nadie y menos ocultar mi preocupación con esta frase del presidente americano. Tristemente, creo que resumen la estrategia que está, o estaba llevando al menos, el ejecutivo estadounidense.
Trump ha mantenido su discurso nacionalista, ni en una circunstancia así lo dejará de hacer. Su estilo mediático se transmite en cada rueda de prensa que da, casi una diaria. El inquilino de la casa blanca no lucha contra una amenaza global, él lucha contra un virus con pasaporte chino que se ha colado en América.
Tres semanas se ha dado el gobierno norteamericano para empezar tomar medidas sanitarias, aunque algunas como las económicas ya se han empezado a ejecutar. Por encima de la salud de su población parece estar la buena marcha de su economía. Pero esto puede empezar a cambiar, muchas ciudades y regiones del país han comenzado a tomar medidas por su cuenta, Nueva York se vacía y, con un poco de esperanza, la cabeza de Trump se llenará de sentido común, o al menos la de su gobierno.
Giuseppe Conte: en primera línea de la crisis
De todas las naciones europeas, Italia ha tenido la desgracia de ser la primera golpeada por los efectos del virus. Ocupar este podio ha hecho que la estrategia comunicativa del presidente italiano haya tenido que ir modificándose y adaptándose a los tensos momentos que vivimos.
En los primeros instantes de la crisis, todo fue atropellado y a tirones. Un primer documento con las medidas de confinamiento se filtró antes de darse a conocer oficialmente. Esto hizo que muchas personas salieran del norte, en un comienzo la zona más afectada, a otros puntos del país. Ese mismo día, Conte se alzó con un nuevo podio al alcanzar un récord en número de ruedas de prensa, obligado a explicar falsos rumores que se extendían incluso más rápido que el virus.
Este fue solo el comienzo, a medida de que la crisis ha evolucionado hemos visto mejorar al representante italiano. Se ha informado con mayor claridad a la población y sus discursos se han vuelto mucho más trabajados, con esa elegancia italiana que echábamos de menos. Quedará en la historia su ya famosa frase “permanezcamos alejados hoy para abrazarnos con más fuerza mañana”.
Emmanuel Macron: un soldado en pie de guerra
Una vez más, tristemente, escuchamos la palabra guerra en un presidente francés. Todos recordamos al expresidente Hollande, durante los ataques terroristas en París, diciendo aquello de: «La France est en guerre«.
Ahora, nuevamente, Emmanuel Macron ha vuelto a utilizar este lenguaje bélico. El lunes de la semana pasada se dirigió a la nación francesa con un solemne discurso. Con sus palabras detalló cuáles serían los campos de batalla: sanitario, económico, social, cultural…
Y así fue, la vecina república comenzó con sus medidas, con Macron como comandante en jefe, personalizando en él todos sus mensajes y dispuesto a dar una batalla nunca vista.
Pedro Sánchez: ¡ni un paso en falso más!
Esta crisis llegó a la presidencia española de una forma lenta y pausada, así por lo menos eran las medidas que el ejecutivo iba tomando. Constantes eran los avisos desde Italia de lo que podía pasar en España. Mientras en nuestro país vecino se decretaba un estado de emergencia y se enviaba a todos los italianos a casa, aquí aún dudábamos si esto iba en serio o no, un error que aún seguimos pagando.
Sin embargo, todo cambió el 14 de marzo con la declaración del Estado de Alarma. Pasamos de la ausencia de líderes claros a tener referentes, que para bien y para mal, se echaron el país a sus espaldas. Les hablo de Pedro Sánchez y los cuatro ministros y ministras elegidos para la gestión de la crisis (titulares de Defensa, Sanidad, Interior y Transportes)
La comunicación mejoró. Destacan las comparecencias con delegados, tecnócratas y altos funcionarios encargados de la gestión del país, un equipo de escuderos que permiten transmitir la información de una forma directa, serena y no dudan ni un instante de sus palabras, nos transmiten esa seguridad.
Pedro se transformó en un particular Quijote dispuesto a enfrentarse a los miedos del coronavirus. En esta historia tan española no nos falta un Sancho Panza, podréis adivinar de quién hablo, del inconfundible Fernando Simón, portavoz del gobierno en esta crisis. El profesional rostro que, si todo sale bien, recordaremos siempre, pero si sale mal, me temo que Simón será una cabeza que caerá para salvar a sus hidalgos.
Rodrigo Panero consultor en Gala Political Center.
Grupo Padula & Partners