LA INVESTIDURA DE LA CRISPACIÓN, LA DIVISIÓN… Y EL PEOR PARLAMENTARISMO
La primera jornada del debate de Investidura del candidato Pedro Sánchez me ha resultado tan decepcionante que he a la vez que escuchaba los diferentes discursos de sus señorías he preferido concentrar la mayor parte de mi tiempo mental y emocional a pensar en la ilusión de los más pequeños y en la cabalgata de Reyes Magos.
Lamentablemente, mis obligaciones como analista político y como mero ciudadano español me han obligado a estar pendiente de unos líderes y de unos discursos que, una vez más, han sido la prueba más evidente del porqué del desapego de la gente con respecto a su clase política.
No me sorprendía la intervención inicial de Pedro Sánchez; ya todos sabíamos que iba a estar repleta de guiños y de frases -pocas pero imprescindibles- encaminadas a remachar su acuerdo con ERC. Y también era previsible que la derecha utilizara sus expresiones como principal arma arrojadiza. De esta forma, el candidato a la Presidencia anunciaba una inminente mesa bilateral encaminada a resolver lo que calificaba de ‘conflicto político’. Tal y como querían los de Rufián. Añadía Sánchez algo más que escandalizaba a todos los diputados que tenía a su derecha: la necesidad de superar una ‘deriva judicial’ que a su entender ha conllevado ‘dolor’. A pesar de remachar que ‘España no se va a romper’ y que en ningún momento se permitirá que se rebase el límite constitucional. En vano. La mecha ya estaba encendida.
Aunque a Sánchez las reacciones y discursos del PP, de Vox o de Ciudadanos, básicamente, le daban bastante igual. Con la aritmética parlamentaria ya cuadrada a su favor, su rostro de seguridad al subir a la tribuna, a las nueve de la mañana del sábado 4 de enero, lo decía todo. Ayudaba una inédita ovación que le dedicaban todos sus diputados antes de comenzar. Algunos, desde la derecha, han escrito en Twitter que ‘a la norcoreana’. No exageremos; traigo esta anécdota a colación para hacer notar que, en mi opinión, a España, cada vez le sobra más impostación. Más nivel, se lo digo a todos, y menos sobreactuación.
¿Duerme usted por las noches?
El líder de la oposición y presidente del PP, Pablo Casado, armaba una intervención también bastante previsible que a unos les ha parecido ‘sobrada’ por la derecha y a otros más ajustada. Mi opinión es que, estando contundente en el contenido, tal vez ha sorprendido a muchos, positivamente, por la sangre política y parlamentaria en la vena que debe ha demostrado recorrerle desde y que es necesaria para quién aspira algún día no lejano a ocupar la Presidencia del Gobierno de España. La pieza oratoria de Casado, que hoy sí ha leído, ha estado cuajada de golpes de efecto como el ‘propinado’ a Sánchez nada más comenzar: ‘¿Ha dormido usted esta noche’? La referencia, todos lo saben, tenía que ver con las críticas aún no lejanas del candidato socialista al de Podemos, justificando su inicial veto (verano de 2019) a que enterara en un hipotético Ejecutivo ya que eso impediría a Sánchez el sueño… por la imprevisibilidad de Iglesias sobre asuntos como la crisis catalana. ¡Cómo ha cambiado todo en muy pocos meses!
Casado pedía al presidente aún en funciones que aplique ya el artículo 155 de la Carta Magna y sugería que actuarían, no solo contra Quim Torra, sino contra el propio Sánchez al que acusarían ante los tribunales de prevaricación si no hiciera nada ante patentes ilegalidades por parte del ejecutivo autonómico catalán. Casado no evitaba un cierto tono castizo, aunque culto a la vez al remedar una frase de Mario Vargas Llosa en ‘Conversación en la Catedral’: ‘En qué momento se jodió -no el Perú- sino el socialismo constitucional. El debate ya estaba más que caliente. La izquierda del hemiciclo consideraba que Casado se estaba pasando de frenada con ‘descalificaciones’, referencias al colchón de La Moncloa incluidas y los diputados del PP aplaudían a rabiar.
En las réplicas, Casado se elevaba algo más ante un Sánchez dubitativo y algo torpe al preguntar si le consideraban peor que a otros anteriores responsables socialistas. La respuesta era tan obvia que el aspirante debería haberse ahorrado el recurso.
Las descalificaciones de Abascal frente a los datos de Sánchez.
Tras Casado llegaba el turno del Santiago Abascal. Sánchez le había dejado dicho a Casado que no le iba a dejar nada por decir al líder de Vox; era evidente que se equivocaba. ‘Político indigno… sin escrúpulos… mentiroso… estafador…’ eran solo algunos de los calificativos, textuales, que el vasco dedicaba al candidato. ‘¡Míreme a la cara cuando hablo de esto…!’ llegaba a espetar Abascal a Sánchez buscando el cuerpo a cuerpo. El presidente en funciones jugó la baza de rebatir con datos lo que calificó como ‘mentiras de la ultraderecha’. Unos datos que, para Abascal, no eran más que ‘un montón de porquería’. Sánchez remataba acusando al de Vox de generar fanatismo y odio… y acusando al PP de no rebatirle. Al aspirante le darían juego las referencias constantes, a lo largo de todo el día, ‘a la derecha y a la ultraderecha’. Las utilizaría con profusión sobre todo por la tarde, en sus ‘rifirrafes’ con Inés Arrimadas. Pablo Iglesias también recurriría a esta herramienta dialéctica, aunque lógicamente estaba obligado a adelantar a Sánchez por la izquierda y tuvo que referirse ‘a la ultraderecha (el PP) y a la ultra-ultra-derecha(Vox)’ .
Lo que va de ayer a hoy…
¡Quién lo iba a decir! Lo que en julio de 2019 habían sido lanzas… hoy se habían vuelto cañas.
El mismo que había acusado al aspirante durante el pasado verano de pretender su apoyo a cambio casi de nada y el mismo que había demonizado al de Podemos acusándole de ser el responsable de su insomnio, hoy se dedicaban carantoñas públicas en sede parlamentaria. ‘Pedro, ¡es un honor…!’ decía el líder de Podemos, dando pie a que el candidato al terminar su intervención se fuera derecho (o directo) de la tribuna al escaño de Iglesias para fundirse con él en un abrazo.
En un tiempo de intervención que compartía con los otros tres portavoces de su grupo confederal, Iglesias acusó sin piedad al PP de ser el responsable de todos los recortes económicos y hasta de ‘traicionar a la patria’, por esos recortes. ‘Ustedes son reaccionarios antes que españoles’, llegó a decir el de Podemos en el cénit de su discurso.
Iglesias tenía tiempo también para apelar a los independentistas a formar un frente común con la izquierda de cara a ‘afrontar democráticamente los conflictos’. Y se permitía, tal vez ejerciendo ya de vicepresidente ‘in pectore’, agradecer su colaboración en esta entente a los líderes del ‘procés’ encarcelados, eso sí, sin nombrarlos. Y es que esta ha sido otra estrategia recurrente para Sánchez y sus aliados: identificar las determinaciones judiciales en el marco de una acción común de ‘las derechas’ contra él.
El goteo y el tedio… con sorpresas…
A partir de aquí y en adelante, comenzaba un largo y tedioso goteo de los portavoces de los grupos minoritarios, cántabro, turolense, valenciano (compromis) y canarios, incardinados todos ellos en dos grupos mixtos y cuyas intervenciones se prolongarán a lo largo de la segunda jornada del debate, con especial atención hacia Bildu.
O hay mesa, o se rompe la baraja…
Aunque quizá el momento cumbre del debate llegaba con la intervención del portavoz de ERC, Gabriel Rufián. ‘El esperado’. Sobrado en exceso y con ¿veladas? amenazas al aspirante a la Presidencia: ‘Sin mesa (de diálogo’) no hay legislatura. Un Sánchez algo acongojado le respondía: ‘Despreocúpese, vamos a cumplir’. Un tono muy diferente había empleado el presidente en funciones algunos minutos antes con la portavoz de Coalición Canaria, Ana Oramas, que había anunciado -otro golpe de efecto del debate- que cambiaba el sentido inicialmente anunciado de su voto y se opondría a la Investidura: ‘Tendrá consecuencias’, le espetaba un Sánchez crecido. Consecuencias para ella, para su partido y para canarias. El nivel de la sesión parlamentaria bordeaba mínimos. Advertencias parecidas había lanzado ya el aspirante al PRC, que lidera el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, cuyo diputado también se abstendrá. Muy diferente se mostraba el candidato socialista con el turolense, cuya intervención calificó de ‘sobresaliente’. Ya se ve que a Pedro Sánchez no le gusta que le lleven la contraria, sea dicho no como una crítica sino como la constatación de un hecho evidente.
La dignidad de Arrimadas. La socarronería de Esteban.
Restaban aún dos discursos muy importantes: el de la portavoz de Ciudadanos y el del PNV.
Inés Arrimadas cuajó una brillante intervención en la que trató de sacar la cabeza ‘del agua’ del PP y de Vox, a pesar de que el candidato a la Presidencia tratara de enredarla en todo momento con su alineación en el bloque ‘de la derecha y la ultraderecha’… ‘again, and again… ‘
Sánchez, en un tono que no me gustó, trató de hacer evidente que Ciudadanos se había estrellado por su inutilidad en la política española. Lógicamente, Arrimadas, acusó al socialista de faltar al respeto, no a ella, sino a un millón seiscientos mil españoles que votaron a los ‘naranjas’ el pasado 10-N. Estoy seguro de que la humildad, no exenta de contundencia, de la portavoz de Ciudadanos encontró simpatía en muchos más espectadores porque al final de su intervención, en un gesto de grandeza, reconoció su fracaso electoral frente a los 120 escaños del PSOE, pero le espetó al líder socialista que, a cambio, los centristas, conservaban dignidad. Sánchez cerró su turno contra la brava política catalana tal y como empezó: con aire de superioridad e invitándola a sumarse a su bloque e instándola a dejar la compañía del PP y de Vox, a la que atribuyó la debacle electoral del partido que liderara Albert Rivera.
Cerró este primer día el veterano y bregado portavoz del PNV, Aitor Esteban, ofreciendo su ‘excepcional colaboración, leal y sincera’ al aspirante, aunque alertándole del peligro de las luchas de ‘egos’ con Podemos. Su discurso no fue ni bueno ni malo… fue eficaz. El de un viejo zorro parlamentario que sabe como acomodar a los suyos a cualquier situación para sacar el rédito que mantenga sus intereses y los de sus votantes. No se lo reprocho. La política, en buena parte, también es eso.
Concluía un día que me deja un cierto sabor amargo; España necesita una urgente regeneración política que no sé si será posible con estos líderes y con este nivel de confrontación. Pobreza dialéctica, escasa altura de miras y mucho egoísmo lo impedirán. Ojalá me equivoque. La italianización de la política española llegó primero con la corrupción, luego con la entrada de nuevos partidos y ahora con un nivel de liderazgo parlamentario que es francamente mejorable.
Mañana más y primera votación..¡a la espera de un martes que debería, con mayoría simple, volver a sentar en el sillón de la Moncloa a Pedro Sánchez!