¿DE QUÉ SIRVE UNA IZQUIERDA QUE PIERDE, INCLUSO CUANDO GANA?

¿De qué sirve una izquierda que pierde, incluso cuando gana?

Este 25 de julio, día de Santiago, día de Galicia y fecha en la que Pedro Sánchez debía intentar por segunda vez obtener el respaldo de la Cámara para ser investido presidente del Gobierno, pasará a la historia como un día de derrotas. En primer lugar, para el propio aspirante, que se ha visto ‘revolcado’ por segunda vez por una mayoría que ha vuelto a serle esquiva. En segundo término, y de forma más letal, para el líder de Podemos, Pablo Iglesias, que hoy bien ha podido haber comenzado a entonar su ‘canto del cisne’ político al haber abortado la posibilidad de que, por primera vez en la historia desde la Segunda República, hubiera un gobierno de coalición en España. En suma, la gran derrotada ha sido la IZQUIERDA española. Y eso, pasará a sus líderes una carísima factura en las más que probables próximas elecciones de noviembre… un importe que no se va a repartir ‘a escote’ sino que va a ser sufragado, en su práctica totalidad, por el líder de Podemos.

Podemos ha perdido el relato

Iglesias, que el pasado lunes 22 cuajó una excelente pieza oratoria, hoy ha aparecido descompuesto. Y para toda la ciudadanía, incluyendo a parte de su electorado, ha quedado como un egoísta que no ha sido capaz de sacrificar sus intereses personales, su afán de ‘mandar’, de cargos ministeriales para él o algunos de los suyos… ¡ay, los egos en política!

El líder morado apenas podía contener su ira, su amargura, su frustración. Su comunicación no verbal era nítida.

Sus explicaciones han resultado incoherentes, poco creíbles. Un Sánchez contundente, le ha puesto la losa al exclamar: ‘Si tengo que elegir entre la Presidencia y mis convicciones, elijo mis convicciones’. Iglesias, ‘kaputt’. Adriana Lastra echaba algo más de tierra minutos después sobre Iglesias al explicar que no pretendían entrar en el gobierno sino controlarlo; controlar el cien por cien del ingreso -a través de la cartera de Hacienda- y el cincuenta por ciento del gasto. Y es que, la última oferta del PSOE, en mi humilde opinión y en la de muchísimos ciudadanos y una gran mayoría de analistas, era buena. ¿Cómo contraargumentar una afirmación tan contundente como la que lanzaba Pedro Sánchez desde la tribuna cuando inquiría al líder de Podemos acerca de si consideraba una humillación que le ofrecieran la vicepresidencia del gobierno de España? Imposible.

Sánchez y su parte de responsabilidad

Sentado todo esto, debo decir y lo he venido haciendo en las últimas semanas, que no me ha gustado la forma en la que Sánchez y los suyos han comandado la negociación; sin ofrecer nada a cambio, aspirando primero a una abstención ‘gratis’ de los 57 diputados de Ciudadanos y después requiriendo a sus ‘socios preferentes’, los morados, a que votaran a favor pero sin entrar en el gobierno. Solo a ultimísima hora, cuando Sánchez se veía ya perdido, se puso a negociar de verdad… pero ya era tarde. Da igual ya, a estas alturas. Lo importante es lo que perciba la ciudadanía como colofón global; y la conclusión abrumadora es que la culpa ha sido, un poco de todos… pero sobre todo de Podemos. Los ‘morados’, aunque parezca increíble, han perdido el relato. En otras circunstancias estaríamos hablando ya sin ambages de una dimisión o retiras de Iglesias de la primera línea política. No me atrevo a emitir una sentencia tan tajante cual sería la de que Iglesias esté acabado, pero si no es esta aún su situación, se le parece bastante.

Un fracaso colectivo de la izquierda

124 votos a favor, 155 votos en contra y 67 abstenciones son unos guarismos que pasarán a la historia de España como uno de los fracasos más estrepitosos de la izquierda. Sánchez no ha escatimado artillería pesada y ha acusado al líder de Podemos de unirse al bloque de la derecha y de la ultraderecha… para evitar que gobierne la izquierda.

No ha sido un mal resumen el hecho por Gabriel Rufián: ‘Nos vamos a arrepentir… sea cual sea nuestra bandera (o nuestras siglas) los ciudadanos nos van a meter a toda la izquierda en el mismo saco’. Demoledor.

Podemos deberá dedicarse ahora, casi en exclusiva a hacerse perdonar este error histórico. Sánchez podrá hacer su campaña electoral con mucha mayor comodidad. Casado, que hoy ha cuajado un buen discurso para sus intereses, y Rivera, que ha insistido de forma muy contundente en que ‘la banda de Sánchez’ no ha podido ponerse acuerdo para repartirse el botín, pero que eso no obsta para seguir denunciando que el ‘Plan Sánchez’ es letal para España, afilarán también sus armas preelectorales. Existe aún la posibilidad de que el Rey convoque -es su exclusiva potestad- una segunda investidura, pero parece poco probable. Para ello, el aspirante debería llevar al despacho del jefe del Estado una propuesta negociada y cerrada. Lo verosímil es por tanto que se deje correr el reloj hasta el próximo 23 de septiembre, tope legal de automática disolución de las Cámaras. A partir de ahí, los plazos corren solos, y si nada lo remedia los españoles volverán a pasar por las urnas el domingo 10 de noviembre. Será la constatación de un gran fracaso de toda la clase política, que ha evidenciado su falta de capacidad para negociar y la evidencia de un hartazgo

ciudadano que los políticos deberían aprender a escuchar si no quieren caer del todo en el descrédito.

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