¿DEBATES?…¡MONÓLOGOS MAdrileños!

¿DEBATE?… ¡MONÓLOGOS MADRILEÑOS!

Una vez más, los que consideramos que los debates electorales en televisión debieran ser una obligación legal, hemos estado de enhorabuena. En este caso además doblemente, porque el debate acogido por Telemadrid y Onda Madrid, la Radiotelevisión pública de TODOS los madrileños evidencia que no solo de política general viven los ciudadanos, sino también de la actividad pública más cercana a sus respectivos ámbitos; la que tiene que ver con su ayuntamiento o su comunidad. Y había expectación por tanto por escuchar a los cinco candidatos a la presidencia de la Comunidad de Madrid, mucha. Tal vez hubiera sido deseable también poder haber visto y oído a Íñigo Errejón, pero, como se sabe, los ‘ringorrangos’ legales, derivados del carácter nuevo de la marca ‘Mas Madrid’, finalmente lo impidieron. ¡Qué le vamos a hacer!

El debate se parecía mucho a los que estamos acostumbrados a vivir, en su planteamiento inicial: división en bloques, inicial ‘minuto de plata’, postrero ‘minuto de oro’, atriles para los candidatos y cronometradores deportivos para la correcta administración de tiempos, pero también contaba con algunas novedades: desde su inicio hasta el final, se cerraron las puertas del plató y nadie, ni asesores siquiera, podían acceder al interior, a diferencia de otros. Solos los cinco candidatos, los dos moderadores y los cámaras. Tampoco se permitían móviles. Insisto en lo de siempre: los formatos en España siguen siendo en exceso encorsetados, pero me alegra cada detalle que contribuya a aportar, cada vez más, mayores dosis de frescura.

A priori, aunque esto es opinable, quien más parecía tener que ganar era Rocío Monasterio, candidata de Vox, por ser su primera aparición en este tipo de formatos y la primera vez también en que su partido tiene posibilidades de entrar en la Asamblea de Madrid. Quien más podía jugarse, por contra, Isabel Díaz- Ayuso, por su errática campaña plagada de meteduras de pata o deslices verbales.

Tras los parabienes iniciales, minuto de plata y primeras exposiciones. Arrancaba Aguado, clamando contra los ‘okupas’ y pidiendo a los electores su voto para que la Comunidad de Madrid prospere. Gabilondo incidía en la necesidad del cambio. Cambio de progreso, reforma y transformación. Y de poner los intereses generales por encima de los propios, hablando de problemas reales: vivienda o transporte, entre otros. Díaz-Ayuso elegía desde el inicio el rincón de la derecha dura, criticando a las izquierdas y clamando contra la división del voto de la derecha. Isa Serra se estrenaba con un tono, icónicamente infantil, pero cometía desde el principio de hacer referencia al pasado, hablando de Rajoy, en vez de mirar al futuro. Pedía Serra frenar ‘a las derechas’ y poner a los madrileños en el centro de las decisiones políticas. Monasterio hacía gala de los dos millones seiscientos mil votos cosechados en las elecciones generales y pidiendo frenar a la izquierda en Madrid. Pedía la candidata de Vox ‘liderar la alternativa’ y haciendo gala de su equipo, con experiencia en el sector privado y capacidad para gobernar. Más práctica que Ayuso, cosa que me sorprendió.

Díaz Ayuso, desdibujada y presumiendo de gestiones pretéritas

Se iniciaba la confrontación, pura y dura, hablando de paro. La candidata popular sacaba pecho por las políticas tradicionales del PP como creadores de empleo y motor de la economía. Insegura y mirando de reojo a sus papeles. Serra, floja también, daba aspecto de colegial que trae la lección aprendida de memoria de casa y tiraba del típico manual de la izquierda y de la crítica a los ricos, al empleo precario y a los caros masters que muchos jóvenes no pueden pagar. Recordaba Isa Serra que 72 madrileños han muerto trabajando, aunque no aclaraba si eso era responsabilidad directa del PP o de las políticas de la derecha en general. No había posibilidad de réplica. Rigidez, siempre lo digo.

Pedía a continuación María Rey a Gabilondo que aclarara si subirá los impuestos o no. El socialista lo confirmaba, pero lo justificaba por el pago de la deuda de los madrileños y sus intereses. Se atropellaba algo, ya que no es su especialidad, acerca de la explicación de la bonificación de las figuras impositivas. Aguado, eficazmente, vio hueco y atacó al exministro de Zapatero denunciando el ‘sablazo’ fiscal que pretende imponer a los madrileños si gobierna. El candidato de Ciudadanos aseguraba que los madrileños necesitan lo contrario: menos impuestos y más innovación: ‘Cada euro que suba de impuestos el señor Sánchez, yo lo bajaré en Madrid’, prometía.

Monasterio anunciaba en su siguiente intervención una auditoria de las cuentas públicas, eliminar duplicidades y la creación del ‘ecosistema’ necesario para generar empleo y riqueza. Defendía a las PYMES de la excesiva regulación y atacaba al socialismo por ‘provocar miseria y pobreza’.

En las réplicas, Gabilondo evidenciaba a Aguado su orgullo por haber sido ministro de Zapatero. Y muy inseguro, mirando sus papeles, trataba de explicar de nuevo confusamente su propuesta fiscal y de ‘bonificación’ de algunas figuras impositivas.

Ayuso, que estaba a ‘cero-coma’ de desaparecer de la escena, tiraba de pasado ‘de brillante gestión del PP’ y trataba de explicar a base de tópicos que el socialismo solo reparte miseria, clonando el discurso de la candidata de Vox.  Y anunciaba una bajada de cinco puestos del tramo autonómico del IRPF. Serra volvía a la carga tildando a la CAM de ‘paraíso fiscal de los ricos’ y acusaba a los madrileños con mayor nivel de rentas de no pagar suficientes impuestos.

Aguado aclaraba -era claro que era el único que sabía de impuestos- que allí donde coadyuda a la gobernabilidad se han bajado los impuestos: de donaciones y otros. Y atacaba a Vox por las fundaciones que presidió su líder Abascal en tiempos de Aguirre.

Aguado, a tope contra Gabilondo. ¡Y de forma eficaz!

En el tiempo del segundo bloque, era el turno de la sanidad y de la educación. Mucho tópico, cada vez más. Algunos analistas hablaban ya, viendo el naufragio del candidato socialista, de guerra entre las derechas (PP y Ciudadanos, básicamente). No era tal. Aguado ya había elegido enemigo y era el PSOE.

Gabilondo defendía lo público frente a lo privado.

Aguado le acusaba por recortar en un 46 por ciento la educación universitaria. Y de venir ‘con sorpresa’, por venir con Podemos de socio probable. La achacó su intención de suprimir la enseñanza concertada y prometió gratuidad para la enseñanza de cero a tres años. Monasterio, ya tardaba, criticaba el exceso de atención sanitaria a inmigrantes frente a los problemas de nacionales que quedan en situación de precariedad. Y cargaba también contra el adoctrinamiento estatal, en su opinión, ‘sobre nuestros hijos’. Ayuso afirmaba satisfecha que los madrileños están ‘orgullosos’ de su sanidad y de su sistema educativo y aprovechaba para saludar a los médicos de familia.

En este punto llegaba el primer gran golpe de efecto de la noche: Aguado enseñaba una foto de Sánchez saludando a Casado y acusaba al PSOE y al PP de ponerse de acuerdo a la hora de no querer reformar las políticas educativas, sobre todo las universitarias. La candidata de Podemos prometía en su nuevo turno una sanidad universal, desconociendo que ya lo es. Ayuso prometía reducir las listas de espera, defendía ‘los mejores índices de fracaso escolar’ y defendía también la libre elección entre educación pública, privada o concertada.

Gabilondo pedía, tímidamente, algo de mesura, intentando una suerte de defensa de su gestión al frente del Ministerio de Educación, vía por la que Aguado seguía atacándole con eficacia.

El debate era rígido, con poca posibilidad de réplica, pero al menos era ágil. Hasta ahora.

Escraches, ataques juveniles a cajeros automáticos y defensa de la libertad

Se abría un tercer turno en el que Aguado se crecía cada vez más, defendiendo ‘la libertad frente al odio y la exclusión de quien piensa diferente’ y afeando a Serra su posición frente a los escraches sufridos por él mismo y por Villacís. Continuaba el de Ciudadanos prometiendo ayudas a las familias, a TODAS, que el calendario laboral se parezca cada vez más al escolar, y recordaba que el PSOE y a Podemos han votado en contra de la educación infantil gratuita.

Monasterio se iba soltando la melena y cargaba contra los inmigrantes ilegales ‘que no tienen que estar en España’ y los ‘niñitos de las ONGs’. Y acusaba a Aguado de ‘haber estado cuatro años ahí’ y no haber hecho nada de lo que promete sobre educación o conciliación laboral por ‘no enfrentarse a los sindicatos’. La de Vox se acordaba de los mayores, fuente de votos para su partido’ y abogaba por la desaparición de la brecha digital para ellos.

Ayuso defendía que las familias necesitan más tiempo (sic) y recursos para tener más hijos. Abogaba por mayores atenciones para dependientes y discapacitados y aseguraba que la renta básica de inserción que existe en Madrid, no debe ser una subvención eterna. Y volvía a la ampulosidad al sacar a relucir de nuevo ‘la miseria eterna de la izquierda’ y el hecho de que algunas representantes de Podemos tuvieran a sus hijos sin escolarizar. En una catarata de mensajes ya muy desordenados prometía la construcción de veinticinco mil viviendas sociales, rebajas fiscales para familias que esperan su tercer hijo y convertir a Madrid en una región ‘diversa e integradora’. Nada explicaba sobre su propuesta de hace unos días de extender las ayudas prometidas a los bebés no nacidos. El debate perdía fuelle por momentos, a pesar de la ampulosidad de las dos candidatas de la derecha y la extrema derecha.

Serra animaba el cotarro, defendiendo el escrache a Villacís, lamentando su ‘incomodidad’ y recordando los casos y el sufrimiento de mujeres desahuciadas con bebés.

María Rey acudía en socorro de Gabilondo, que llevaba un rato sin intervenir, y le centraba el balón de la dependencia, una de las banderas del presidente socialista Rodríguez-Zapatero, con su célebre ley. Gabilondo aprovechaba para defender ‘que no se hagan escraches’, negaba que quiera suprimir la educación concertada y atacaba a Aguado por ‘relacionarse con la ultraderecha’, mientras negaba que vaya a pactar con Podemos, como recordaba el candidato de Ciudadanos. El candidato socialista había despertado: ‘En Madrid hay pobreza’, clamaba el catedrático. Y por seguir con el desorden argumental, pasaba a denunciar -lo cual está muy bien por otro lado- el odio y la homofobia que sigue asolando Madrid y la violencia de género. Aguado, cuyo claro enemigo desde el primer minuto era el socialista, replicaba que ‘hablan mucho de pobreza (los socialistas) pero no hacen nada cuando gobiernan’. Y se dirigía por su nombre, el único que lo hacía, a personas discapacitadas por su nombre, prometiéndole ser su presidente. Recordaba que la candidata de Podemos se ha dedicado ‘hasta hace cuatro días a pintar y atacar cajeros automáticos’. Mientras Isa Serra se defendía, Aguado mostraba una foto de la candidata de Podemos pintarrajeando un cajero. Una denuncia que Serra defendía como ‘movilización’ frente a los poderosos y la banca.

Ayuso, perdida ya en el matorral dialéctico, se agarraba a la denuncia de Aguado preguntando a la candidata de Podemos si cobra su nómina en un banco o en un cajero automático.

Monasterio, en su nuevo turno, seguía a lo suyo y denunciaba los ‘chiringuitos’ descubiertos en Andalucía y que los violadores y maltratadores vayan de por vida a la cárcel, en referencia a la prisión permanente revisable.

Urbanismo, entre ‘las multas de Carmena’ y la defensa del transporte público

Cuarto turno del debate para hablar de urbanismo. Y se iniciaba con la propuesta de Ángel Gabilondo de un gran pacto para un desarrollo sostenible en Madrid. Aguado bajaba un poco más al terreno concreto y criticaba el alto precio de los alquileres en Madrid y que Podemos considere algo ‘pacífico’ el movimiento okupa. Seguía empeñado Aguado en vincular al PSOE con la extrema izquierda de Podemos y prometía abrir el metro las 24 horas durante los fines de semana, además de mejorar el servicio de cercanías.

Rocío Monasterio, arquitecta, entraba en su terreno. Pedía a los políticos que saquen ‘sus manos del urbanismo’ y criticaba las multas a los madrileños por culpa del medioambiente. ‘La política de Carmena es la que ayuda al que se puede comprar un coche eléctrico y el que tiene uno viejo y no puede que se fastidie’. ‘Las cámaras no tienen que estar para multarnos sino para vigilar al delincuente’.

A Díaz-Ayuso no se lo dejaban fácil, pero lo intentaba: ‘El metro no se puede abrir las 24 horas por el coste y porque no es demandado suficientemente’. Prometía implementar la flota de autobuses y Metro Sur, ofreciendo soluciones ‘sin prohibir y sin multar’

Isabel Serra, asumía ya del todo su papel de revolucionaria de facultad y alardeaba de sus movilizaciones contra el ERE de Telemadrid y contra las políticas financieras ‘que han generado tanto sufrimiento’. ‘Hay que intervenir los precios del alquiler y movilizando las viviendas vacías’.

Aguado remataba con un nuevo golpe de efecto: ‘Aquí tenemos dos candidatos: los que provocan los atascos (Podemos) y los que los disfrutan (Ayuso)’.

Pactos: previsibles todos. La izquierda mira a la izquierda, la derecha, a la derecha. 

Acerca de pactos, Monasterio hacía un brindis a la candidata del PP, Ayuso hablaba de líneas azules y no rojas y pedía el voto útil: ‘O gobierna el PP o gobiernan las izquierdas’. Serra recordaba que lo importante es ‘hacer un gobierno de izquierdas’ y calcaba el discurso de Iglesias exigiendo a Gabilondo aclarar si va a gobernar o no con Ciudadanos y vinculándole, infantilmente, con la banca. El interpelado, el socialista, se evadía hablando en general de cómo los pactos ‘no son entre uno solo sino escuchando a los demás’, y rechazando excluir a nadie, invitando a no repartirse cargos antes del día 26. Punto para Gabilondo que se mostraba dispuesto a hablar con todos, con el límite de la Constitución, haciendo un guiño especial a Ciudadanos, ‘a los que entiendo muy bien’. Aguado le precisaba a Gabilondo, mostrando nuevas fotos, que él estaba más cerca de Podemos que de otras fuerzas. Serra remataba tirando de nuevo de manual, hablando de Gürtel, de Lezo y de los típicos casos de corrupción del PP y prometiendo rebajar los sueldos de los cargos públicos ‘a tres SMI’. Ayuso lo tenía fácil, mirando a Galapagar… y volviendo a apelar al voto útil: ‘Soy la única alternativa para que no gobiernen las izquierdas’.

‘Minuto de oro’

Aguado, eficaz: ‘Soy uno de los vuestros. Dadme una oportunidad. No os defraudaré. Seré el único voto útil frente a Sánchez, a los populistas y a los 24 años del PP’.

Serra, inteligentemente, miró a los indecisos: ‘Lleváis años viendo a políticos hacer trampas, comprando masters, y yo creo en la política de los que ponen el cuerpo para frenar los desahucios’. Eficaz también, aunque terminó como empezó; sin condenar los escraches.

Gabilondo aprovechó para hacer una genérica apelación al progreso y ‘a no dejar a nadie solo ni al margen’. ‘Diálogo, acuerdo, negociación, consenso… la descalificación nunca es el camino. Os necesito’. Cortés, como empezó. Qué gran catedrático y qué gran persona, aunque a veces, como político, resulte distante. 

Monasterio, como es natural, pedía voto a voto ‘para el cambio, porque solo nosotros tenemos el coraje y la determinación para frenar a la izquierda y defender la libertad, a las familias… y a los niños de las familias más pobres’. 

Ayuso cerraba yendo a lo práctico: ‘Menos impuestos y más empleos’. ‘Madrid siempre ha sido el muro de contención de las izquierdas y aquí nos gusta vivir a nuestra manera’. ‘Pido el voto (útil) a todos los que no quieran que gobierne la izquierda’.

Punto final a un NO-DEBATE: una nueva sucesión de monólogos. Los ciudadanos decidirán el día 26. ¡Qué gane el mejor!

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