UN DEBATE, DOS PROTAGONISTAS..SÁNCHEZ Y RIVERA.

UN DEBATE, DOS PROTAGONISTAS,…..SÁNCHEZ Y RIVERA

No era un secreto para nadie que el hecho, inédito en la historia de nuestra democracia, de que el número de indecisos -y de ciudadanos que ocultan su voto- haya llegado a cifrarse, según los sondeos, nada menos que en un cuarenta por ciento, confería un interés sobresaliente a este primer debate ‘a cuatro’ entre los líderes en TVE. Varios millones de votos podían depender de la impresión que de este combate dialéctico extrajeran los electores. Indecisos que se encuadran más en la bolsa de ‘clientes’ del centro derecha y que aún basculan, casi hasta el final, entre el PP, Ciudadanos y, en menor medida, Vox. Hasta 30 escaños pueden bailar en función de esa última y soberana decisión del pueblo, por mor del complejo sistema electoral español. Un dato tremendo que puede variar substancialmente la composición de los dos futuros bloques parlamentarios.

Uno de los riesgos ciertos que planeaban sobre el plató de TVE minutos antes de este gran primer encuentro entre los cuatro líderes, y que hubieran podido arruinarlo, era el de que este se convirtiera en una hilera de monólogos sucesivos. El otro era el que alguno de los candidatos hubiera abusado de una técnica artera, cual es la de no dejar hablar al contrincante ‘montando’ permanentemente por encima de él.

Me interesaba especialmente ‘testar’ si Sánchez hacía gala de su comprobada capacidad de seducción o si Casado mantenía su extraordinario dominio de su comunicación no verbal y paraverbal, su gestualidad y su tono.

Percibir si Rivera seguía manteniendo su altísimo nivel argumental, tal vez el mejor de los cuatro en estas lides y si Iglesias resistiría los ataques que sin duda iba a recibir por haberse convertido en parte de ‘la casta’ que tanto critica. Del formato, encorsetado y rígido, nada puedo añadir a lo que llevo años criticando. Falta frescura, naturalidad y espontaneidad, que el público agradecería.

Ya el vestuario, clásico para todos salvo para el de Podemos, volvía a jugarle una mala pasada, en mangas de camisa y propenso a un sudor que al no llevar americana se hace especialmente notorio.

Rivera, ‘como un tanque’… desde el primer minuto

Hechas estas consideraciones, se abría el fuego. Conforme al sorteo realizado la víspera, comenzaba el cuerpo a cuerpo Albert Rivera, que dedicaba sus primeros segundos a recordar a las víctimas del terrorismo y los siguientes a sonrojar a Pedro Sánchez por instrumentalizar la televisión pública, para pedir la dimisión de Rosa María Mateo y para denunciar los hipotéticos indultos que concederá el actual presidente a los políticos presos si siguen en el poder.

Iglesias continuaba por esa senda, demandando independencia para RTVE.

Pedro Sánchez no podía arrancar más que defendiéndose y presentándose, tal como se esperaba, como ‘solo’ frente a la historia que ‘ha contado la derecha en estos diez meses’… y sacando músculo gubernamental, con realizaciones en beneficio de los españoles. 

Poco margen quedaba a Pablo Casado en el terreno de juego, salvo recordar lo que ocurría antes de la moción de censura del PSOE y cómo tras ella, los golpistas e independentistas mandan en España. El líder del PP, en la vieja tradición de esta formación, prometía que solucionaría todo si él y su partido vuelven al poder.

Casado: ‘Los socialistas destruyen empleo’. Sánchez: ustedes son los de la amnistía fiscal

En un primer bloque, dedicado a la economía, Casado se remontaba al ‘paleolítico’ de Zapatero para evocar cómo los socialistas no saben sino destruir empleos y congelar las pensiones. Frente a esto, el líder popular prometía bajadas generalizadas de impuestos, supresión de otros como el de sucesiones y mejoras para los autónomos, con el fin de crear empleo.

Sánchez eludía los tecnicismos y encarrilaba la cuestión al aspecto social; que el crecimiento económico sea redistributivo. Algo que, según el presidente, ‘las dos derechas presentes en el debate’, han bloqueado sistemáticamente. Recordaba incluso el jefe del Ejecutivo la amnistía fiscal de Montoro, ‘que benefició a los amigos del PP’.

A Rivera se lo dejaban fácil: ‘las dos fuerzas mayoritarias hasta ahora no hacen más que pelearse’. Pero mordía con especial saña a Sánchez, por ‘enchufar a 500 amigos en las empresas públicas’, como en Correos.

En este punto, Iglesias cometía su primer error, tratando de ‘dirigir’ el debate e instando al resto de líderes a que ‘contesten a lo que se les pregunta’, en vez de ‘enhebrar una sucesión de monólogos’. Dicho lo cual comenzaba a disparar contra los banqueros, ‘que no pagan impuesto de sociedades’. Rivera, que en estos primeros minutos se elevaba con especial brillantez y elegante pero demoledora dureza, advertía a los españoles de que ‘guarden la cartera’ si Podemos llega al poder… y criticaba la deuda pública inasumible que asume cada español.

Sánchez atacaba al PP por no tener voluntad real, según él, de reducir los impuestos y a Casado le bastaba con recordar el ‘hachazo a las clases medias’ que en su día practicó el PSOE. El líder del PP advertía de los PGE ‘casi comunistas’ que el PSOE pretendía aplicar, con ayuda de Podemos.

Un Iglesias descolocado, que perdía iniciativa, volvía a denunciar, por segunda vez en cinco minutos, que ‘los bancos no pagan impuestos’. Y tal y como me temía, denunciaba la elevada presión fiscal española respecto a Europa, desconociendo que este concepto tiene que ver con una simple relación entre renta y PIB, lo que hace poco fiable el dato si comparamos España con Francia o Alemania, que tienen casi el doble de población, pero también un PIB muy superior al de España.

Primeros minutos muy técnicos, como se ve, aunque no exentos de tensión y momentos vibrantes.

La conclusión indubitable ya en este punto era la de un Rivera soberbio, un Casado con datos y agilidad dialéctica, pero ‘sin pegada’, desdibujado. Un Iglesias que seguía a lo suyo, sin duda le funcionará entre su electorado, y un Pedro Sánchez al que no estaba funcionando su estrategia de ‘Yo contra todos’, porque recibía tanto y desde todos los frentes que apenas alcanzaba a achicar agua.

Un implacable Rivera concluía este primer bloque económico con una sentencia demoledora: ‘¿Sabe dónde está el milagro económico del PP, señor Casado? En la cárcel.

El presidente del Gobierno… con respiración asistida

Sánchez comenzaba a estar nervioso por momentos. Algo extraño en un tipo seguro y fajado como él, pero que conforme pasaban los minutos se mostraba más envarado e inquieto. Y repitiendo gestos de forma artificial y forzada. Tal debía ser su agobio que intentaba ya empatizar con Iglesias agradeciéndole su apoyo en estos meses.

Rivera lo percibió. Y continuó con lo que más daño hace a sus oponentes: con propuestas concretas como una tarjeta única sanitaria para que todos los españoles sean iguales ante la ley. La crítica del líder ‘naranja’ a la concepción del feminismo de la izquierda y la réplica de Sánchez a la posición de Ciudadanos favorable a la gestación subrogada, dejó la pelota en ‘set point’ para Rivera: ‘No decida usted por las mujeres’, señor Sánchez. El presidente, no supo que contestar.

Iglesias, que veía que Sánchez se desangraba, acudió en socorro del líder socialista. Pero le exigía que aclarara si estará dispuesto a llegar a un acuerdo con Ciudadanos. Albert Rivera contestaba por Sánchez: ‘No se preocupe, señor Iglesias, que ya le digo yo que no’.

Pablo Casado, llevaba un rato sin existir.

Por fin se abría una tregua para el presidente, tal vez por el oxígeno de Iglesias, en la que Sánchez se iba recomponiendo. Tocaba hablar de pensiones, de servicios sociales, de sanidad. El líder ‘morado’ criticaba el gran apoyo que recibe la sanidad privada frente a la pública. Sánchez apelaba a sus logros.

No habrá nuevo referéndum, según Sánchez… ¿indultos?: no sabemos.

‘Yo soy español’, decía el presidente. ‘Somos el mejor país para nacer… que cuando se ve desde fuera somos referente y me siento muy orgulloso de ser español y de nuestra diversidad, frente a gente que cree que esta es un freno’. Comenzaba fuerte Sánchez.

Pero nuevamente se lo ponía muy fácil al líder de Ciudadanos. ‘Se me saltaban las lágrimas cuando en mi tierra se dio un golpe de Estado. Al señor Sánchez, no le importó’, le espetó Rivera. ‘Queremos en un país de ciudadanos libres e iguales, no una nación de naciones. Hasta Felipe González se lo ha dicho. ‘Quiero un presidente que no se arrodille’. Remataba Rivera.

Casado trataba de no quedarse atrás y prometía acabar con el órdago secesionista y recuperar como figura delictiva el convocar un referéndum ilegal. El presidente no podía hacer otra cosa que volver a su recurso favorito: equiparar a las derechas con los independentistas. No era muy creíble, pero era su argumento.

No habrá con el gobierno socialista un referéndum de independencia. ‘No es no, también para esto’, remarcaba el jefe del Ejecutivo.

Iglesias invocaba por enésima vez, inspirado por Julio Anguita, la Constitución. Y pedía ‘diálogo’, sin explicitar en qué términos ni para qué.

Casado se cebaba comparando a Carmen Calvo con Gila por su rueda de prensa sobre el mediador. De nuevo Sánchez se ahogaba. Casado le golpeaba el hígado sin piedad: ‘Usted ha pactado ya con los que quieren romper España; los proetarras de Otegui y los que quieren la solución eslovena en España, como Torra, con 69 muertos. Es el colmo de la humillación. Usted no da la talla como presidente’. El líder del PP había recuperado el tono. Un Sánchez agobiado no podía acusarles más que de mentir, a Casado y a Rivera.

‘NO hay precedentes de que un presidente del Gobierno haya dicho antes de una sentencia lo que va a hacer’, era el recurso del líder del PSOE para eludir la respuesta acerca de si indultará a los políticos presos o no.

El candidato de Podemos volvía a percibir a Sánchez herido, y sacaba el capote y la muleta a la vez: reclamaba altura de Estado, de cara a los espectadores ‘que nos ven desde fuera de España’. Rivera, que no dejó ni un balón por rematar, afeó a Iglesias pretender dar lecciones, cuando ‘quitan la bandera de España del parlament o enarbolan una bandera independentista en Canarias’. Aquí Sánchez perdió los estribos y sacó los pies por alto: ‘Lo que tiene que hacer es ganar las elecciones, señor Rivera’,,. y afeó también a Casado por votar junto a Bildu en el parlamento vasco. ‘Sigue sin contestar’, respondió Casado, ‘Porque los va a indultar… porque va a gobernar con quienes quieren romper España’.

El momento cumbre de este tramo fue cuando Rivera sacó la foto de Sánchez con Torra, inmediatamente se convertía en la comidilla en las redes.

¿Con quién van a gobernar los distintos actores?

Pablo Iglesias se apresuró a mostrarse dispuesto a formarr gobierno con el PSOE, para abortar la de que gobiernen ‘las tres derechas’, pero exigió, por segunda vez en el debate, que Sánchez excluyera la posibilidad ‘que quieren muchos poderes económicos y que es que PSOE y Ciudadanos se entiendan’.

Sánchez respondía evocando la moción de censura. Y repetía por quinta o sexta vez que con ella consiguió cercenar la corrupción del PP, ‘en cada planta de Génova 13’. Rivera replicaba, como si fuera Casado: ‘Igual que usted pidió la revocación de Rajoy por la ‘Gürtel’, ¿dimitirá usted si hay sentencia condenatoria de los ERES andaluces?’.

El presidente contraatacaba tratando de comparar a Ciudadanos con la ultraderecha de Vox. Era la primera vez que los de Abascal aparecían de forma patente en el debate. Rivera había vuelto a coger velocidad: ‘Lamento que se siente usted con los que nos llaman bestias taradas, como Torra. Eso es xenofobia, señor Sánchez, por eso no voy a gobernar con usted, porque se entiende con los que quieren romper España’.

Poco quedaba a Casado por decir, salvo dar ‘un beso político’ al líder ‘naranja’ y decirle: ‘Usted no es mi adversario’.

Para mí, el debate estaba ya periclitado. Poco más, aunque muy variado, sobre corrupción. Cómo no, aparecían en estos últimos compases, las cloacas. Algo de puntillas; el presidente solo mencionó a Ignacio Cosidó, exdirector General de la Policía con el PP. Ni el PSOE ni el PP querían hacerse daño en este punto… y Pablo Iglesias lo detectó. Y fue a por todas. Acusó a Sánchez de amparar al PP para impedir investigar a Villarejo y le recordó que el ‘número dos’ de su equipo de comunicación en La Moncloa (Alberto Pozas) está siendo investigado por esta ponzoña. Sánchez sentenció que todo ello acabó con su moción. Pero Iglesias terminó por enfadarse del todo: ‘ ¿Por qué llevasteis a alguien así a La Moncloa?’

Los votos que ha ganado Rivera, frente a la indiferencia generada por Casado.

En el minuto de oro, Rivera fue de nuevo el más convincente y emocional. Inspirador al hablar del silencio de sus oponentes sobre los problemas reales de los españoles; de los pensionistas y de las parejas que no pueden tener hijos… o de los parados… o de tantos y tantos.

Sánchez al final ‘salvó los muebles’ y tuvo respuesta para todos.

Casado, demasiado didáctico y lleno de datos. Pero frío y poco inspirador. Al igual que Iglesias, con sus continuas invocaciones a la constitución. Mañana en Atresmedia, segundo round.

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