UN DEBATE QUE ABURRIÓ…HASTA SUS PROTAGONISTAS

UN DEBATE QUE ABURRIÓ… HASTA A SUS PROTAGONISTAS

Conocen mi opinión sobre los debates; creo que deberían ser obligatorios por ley. Pero lo visto en TVE en la noche del martes, con polémica incluida por la ausencia del presidente del Gobierno que rebajaba el listón del resto de representantes, ni ha sido un debate real ni creo que haya valido de gran cosa. Escaso de propuestas, aburrido hasta para sus participantes y con un formato, como siempre, rígido y encorsetado, ha vuelto a evidenciar cuánto queda por recorrer en este terreno a la política española.

Arrancada animosa… que decaía enseguida

Iniciaba la representación Cayetana Álvarez de Toledo con toda la artillería. Y lo hacía contra Pedro Sánchez, por su posición renuente a los debates. Ya desde el principio, el moderador evidenciaba la inutilidad del formato, al cortar a la interviniente popular. Un minuto da lo que da. ¿Debate? Esto es lo que nos dicen.

María Jesús Montero, ministra y representante gubernamental evidenciaba la que viene siendo la posición oficial del PSOE durante toda la campaña: bajo perfil, exhibición de los logros gubernamentales y pulcritud con el respeto a los tiempos.

Tras ella, intervenía Irene Montero, que usando un lenguaje contundente pero medido, aseguraba que los votantes ‘no son idiotas’… y llamaba al voto útil. Por supuesto un voto a Unidas Podemos.

Inés Arrimadas entraba también ‘ a matar ‘, siguiendo la estela de Álvarez de Toledo, denunciando los escraches y el acoso que sufren los constitucionalistas en algunos lugares de España.

Irónicamente le seguía Gabriel Rufián, representante de ERC, que arrancaba denunciando que su líder, Oriol Junqueras, esté en la cárcel. Y criticando la ausencia del jefe del Ejecutivo. No mucho más: lo habituales juegos de palabras con el 155 de la Constitución, ‘fetiche’ preferido del argumentario independentista.

Aitor Esteban cerraba el primer bloque yendo a lo suyo: Euskadi, y nada más que Euskadi. ‘Nadie lo ha mencionado’, decía. Ni siquiera consumía su tiempo.

Hechas las presentaciones, el moderador abría los distintos bloques. El turno era para Irene Montero, que denunciaba la precariedad laboral y la situación de los falsos autónomos. Esteban insistía en propuestas fiscales que le llevaban a defender el cupo vasco y la ministra de Hacienda, era su terreno, reivindicaba una fiscalidad del siglo XXI en la que todos ‘pagamos según nuestra capacidad, pero recibimos según nuestras necesidades’. En tromba contra ella se lanzaba Álvarez de Toledo, que denunciaba la experiencia de la ministra en Andalucía. Arrimadas prefería en este punto apostillar en positivo, al precisar que Ciudadanos pretende luchar contra la precariedad laboral, facilitar la contratación, aliviar fiscalmente a familias y pymes y eliminar duplicidades y burocracia. Rufián cerraba este turno -aburrido turno- pedaleando con propuestas de ERC que desgranaba con escasa convicción; daba la impresión de que incluso él se aburría. Básicamente porque las leía. Mucha demagogia -contra Amancio Ortega, Roig o Botín, por ser muy ricos- y pocas originalidades.

El primer rifirrafe serio fue el protagonizado por la ministra Montero y la representante popular. Una defendiendo su gestión como la mejor de las posibles y la otra, pomposamente, tirando de frases descontextualizadas de algunos representantes socialistas a los que criticaba por conducirse ‘como si el dinero público no fuera de nadie’. Montero elevaba la voz y tenía que ser reconducida por un moderador que trataba de animar un producto insoportable y pesado para la audiencia, además de francamente inútil en mi opinión para los votantes. La portavoz de Podemos, hasta ese momento tal vez la más sólida de los intervinientes, incidía en sus propuestas: fiscalidad proporcional y fin de la precariedad.

Una pena que Rufián rompiera el tono de seriedad, de nuevo, y se enfrascara en una ridícula defensa de la Constitución y de su artículo 128, que hace referencia a la igualdad. Contra él se lanzaban todas menos Esteban e Irene Montero. Tal vez la más contundente, Arrimadas, que denunciaba el comunismo que según ella profesa Rufián. Pero no era este quien se defendía, paradójicamente, sino la portavoz socialista, que cargaba contra Arrimadas provocando que esta acusara a la ministra de hablar en los mismos términos que Quim Torra.

Jaula de grillos

El debate ya estaba roto y era caótico, mezclando cuestiones económicas fiscales y de empleo con la pura refriega política entre constitucionalistas y secesionistas. Jaula de grillos completa y absoluta, con un Rufián que demonizaba por igual a populares y socialistas y repetía machaconamente la necesidad de eliminar las puertas giratorias (olvidándose de la corrupción en su comunidad) y exigiendo impuestos a la banca. Álvarez de Toledo simplificaba preguntando al de ERC por qué propone recetas para un país, España, que aspira a romper. El moderador no permitía acabar a la ‘popular’, nuevamente el corsé del cronómetro y tenía que completar la desautorización del representante catalán Inés Arrimadas. El desorden argumental llegaba al paroxismo. Y nuevamente, Irene Montero, ponía la nota de seriedad al colocar sobre la mesa propuestas concretas: ecologismo, pensiones, salario mínimo y otro modelo económico, en suma. Aún faltaba por intervenir en este bloque Esteban, que yendo a lo suyo -lógico- sacaba a relucir de nuevo el concierto económico y la problemática de la naval de Sestao. En el colmo del paroxismo, el árbitro daba la palabra a Arrimadas sin saber bien si le correspondía, esta no la tomaba y sí la aprovechaba Gabriel Rufián. Arrimadas recriminaba a Rufián el famoso ‘España nos roba’, el de ERC se revolvía y Xavier Fortes parecía superado por la tensión dialéctica.

Bronca sí, debate… muy poco y caótico.

Cuando los espectadores creíamos que había concluido el turno, aún quedaban… ¡26 segundos para el portavoz del PNV y un cierre a cargo de María Jesús Montero.

Imposible saber si ya estábamos en un nuevo turno o en el anterior. Álvarez de Toledo aún tenía tiempo para desgranar alguna propuesta más del programa económico del PP.

Renuncio a seguir aburriendo al lector con el detalle de nuevas intervenciones en un segundo turno que en realidad era una prolongación del primero; pretendía ser un turno social pero se convertía de nuevo en una nueva ‘jaula de grillos’, con ataques entre la popular y la socialista acerca de feminismo y declaraciones del llamado ‘consentimiento afirmativo’ de una ausente, Carmen Calvo, que no estaba en el debate. Montero no podía contestar porque de nuevo un moderador desbordado y encorsetado por el formato daba la palabra a Arrimabas que por supuesto hablaba de otra cosa.

El momento más rudo: violaciones y rifirrafe entre Irene Montero y Cayetana Álvarez de Toledo

Conforme el caos proseguía, seguía consolidándose la figura de la portavoz de Podemos, algo demagógica pero que aprovechaba para continuar detallando propuestas sociales de los morados. Lástima que, en este momento, Irene Montero patinara al acusar veladamente a Álvarez de Toledo de justificar violaciones a mujeres. La ‘popular’ reaccionó con virulencia y llegó a insinuar con denunciar a Montero ante los tribunales. ¡Por fin teníamos una noticia en este marasmo! Una pena que el moderador, ni siquiera en un momento tan brutal permitiera a Cayetana defenderse, porque no le tocaba, según el cronómetro. Dio igual porque la candidata del PP volvió a amenazar a la de Podemos con conducirla ante la justicia. Montero se achantó al darse cuenta de que pisaba terreno muy resbaladizo.

La de Podemos, sin pretenderlo, había ‘dado la vida’ a una hasta ese momento insulsa Álvarez de Toledo. Al lado de esto ya, los ataques de Rufián, infantiles, hacia al PP por ‘racista’ y algunas cuestiones más, ya carecían de importancia.

Arrimadas ponía un poco de cordura en este tramo al defender su concepto de feminismo liberal, con la vista puesta en el arrinconamiento que según Ciudadanos sufrieron sus representantes en la pasada manifestación del 8-M.

María Jesús Montero salía en defensa de la portavoz de Podemos al acusar a la ‘popular’ de confundirse con lo que en realidad significa el feminismo y esta, más retadora que nunca, calificaba a la ministra como una ‘demagogia en sí misma’. Como se ve, ya había quedado bien abierta la veda de las descalificaciones.

Irene Montero recuperaba el pulso; proponía inversiones en dependencia para acabar con las listas de espera, rebajar la factura de la luz, y eliminar los desahucios sin alternativa, además de indexar las pensiones al IPC, que ninguna esté por debajo de los 600 euros, y que se elimine el factor de sostenibilidad.

Hago notar aquí que Arrimadas llevaba un rato sin intervenir, con un protagonismo completamente opacado por Álvarez de Toledo. Sus propuestas parecían quedar enterradas entre los continuos rifirrafes cruzados. Xavier Fortes, volvía a ejercer de ‘no moderador’ y más que adjudicar los tiempos, los ‘ofertaba’, ante la perplejidad de los intervinientes.

Traca final en tono grueso y desabrido

No quiero rematar este artículo desde el pesimismo absoluto. Y por ello, debo destacar que el último tramo del debate se animó: con una Irene Montero denunciando las cloacas del Estado y a periodistas como Inda, con nombre y apellidos, una Inés Arrimadas acusando a Rufián de aparecer como ‘niño bueno’ en TVE mientras que en Cataluña muestra su auténtica faz, con el ‘España nos roba’ y un aludido que atacaba a Arrimadas ironizando acerca de que por mucho que se empeñara ‘no te van a nombrar ministra de Defensa’. Especialmente destacable fue una de las últimas intervenciones de la ministra Montero destacando una idea que al PSOE le interesa especialmente y que es el de que mientras gobiernen ‘nunca habrá independencia en Cataluña’. Álvarez de Toledo aprovechó los últimos minutos para ir a por todas y atacar a la portavoz socialista a la que pretendió, de forma casi insultante, ridiculizar ‘por no llevar un lazo amarillo’ y llegando a sacar a colación presuntas colaboraciones del PSOE con el golpe de Estado del 23-F. 

Rufían, como casi siempre, a destiempo, defendió a ‘siete chavales de Alsasua’ -proetarras- que apalearon a dos guardias civiles y sus parejas. Todos se echaron encima de él y el moderador se tuvo que emplear a fondo para que el de ERC terminara su turno. 

Sin respuesta quedaron dos preguntas envenenadas de la representante popular a la socialista: ¿Indultarán a los políticos presos si tras el 28-A siguen en La Moncloa? Y otra: ¿Cuántas naciones hay en España? Montero no contestó y se limitó a exigir a Álvarez de Toledo que respetara la acción de la Justicia. Arrimadas remató a la ministra al acusar a su ejecutivo de hablar de Cataluña solo con Torra y los independentistas y no con Ciudadanos.

Poco que comentar sobre el ‘minuto de oro’, salvo un Rufián -casi lloroso- haciendo un panegírico de los políticos presos y suplicando la atención del mundo.

El debate comenzó aburrido, siguió caótico, y acabó como tragedia y ópera bufa. 

Ojalá futuros encuentros dialécticos sirvan para que los ciudadanos puedan hacerse una idea real de las distintas ofertas electorales y no sintamos demasiada vergüenza de unos políticos que se limitan a insultarse unos a otros y están más pendientes, como los niños en el instituto, de sus notas aprendidas previamente que de lo que dicen sus oponentes. Falta nivel, sobra sectarismo, malas formas y encorsetamiento en los formatos, en este caso televisivos.

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