NUEVA ZELANDA: OTRA MATANZA VIRAL… ¿HASTA CUANDO?
La última matanza criminal sufrida en Nueva Zelanda, que ha dejado por el momento un sangriento balance de casi medio centenar de muertos nos devuelve, de forma brutal, al debate ya viejo de si estos actos terroristas deben ser emitidos y difundidos o no. Puesto que sabemos que lo que buscan los criminales, además de matar es generar pánico, sembrar el terror, como su propio nombre indica, y dotar de publicidad y propaganda a sus actos, ¿no sería mejor sentarnos de una buena vez y decidir -sobre todo los medios de comunicación- cuáles son los baremos éticos para la difusión de estos horrores?
Sé que muchos esgrimirán que la libertad de expresión y el derecho a la información están por encima de todo, pero yo discreparé siempre. No todo vale. Y no podemos seguir haciéndoles el juego a los terroristas.
Un ataque salvaje, extremista y brutal.
Ha sido en la madrugada de este pasado viernes 15 de marzo, en la que varios individuos SUPREMACISTAS atacaron dos mezquitas de la ciudad de Christchurh, dedicándose a asesinar fría y meticulosamente a cuantos feligreses encontraban en su camino. El primer atacante, que asesinaba a sangre fría a 41 personas en la mezquita de Al Nur, vestía de negro, con gafas y ropas militares. El segundo atacante hizo lo propio en otra mezquita del suburbio de Linwood, acabando con la vida de otras siete personas.
Ambas estaban muy concurridas porque, como se sabe, el rezo de los viernes es el más sagrado para los musulmanes.
Las autoridades del país no han dudado en calificar el ataque, sin ambages, como terrorista, desde el primer momento. La primera ministra, Jacinda Ardern, ha descrito en términos muy duros la brutal masacre como una muestra de una ‘extrema ideología y extrema violencia’.
La policía ha hecho su trabajo con celeridad y eficacia y ha detenido a tres personas. De uno de ellos se sabe que era un supremacista, extremista, cuyo foco eran refugiados e inmigrantes. El criminal ha sido identificado como Brenton Tarrant, de 28 años. Inmediatamente se ha sabido que había publicado recientemente un panfleto en una página web en el que se describía a sí mismo y ‘explicaba’ los motivos del ataque que iba a perpetrar: ‘Solo soy un hombre blanco común, de una familia normal que ha decidido tomar una postura para asegurar el futuro de su gente’. Como se ve, una proclama de una brutal simplicidad… tan brutal como los hechos de los que ahora deberá responder ante la justicia.
Horriblemente viral
En lo que ahora vamos a poner el foco es, además de en los 49 asesinatos, en la retransmisión en directo que el salvaje asesino ha hecho de ellos. Un vídeo que ya ha podido ver con horror el mundo entero y que se ha hecho viral. Son 17 minutos interminables en los que se ve como el tipo llega a la mezquita, coge dos armas del maletero de su coche, entre el jardín del centro religioso y empieza a disparar indiscriminadamente. El punto de vista de la cámara es muy similar al de los ‘shooters’, los videojuegos de guerra en los que el jugador dispara en primera persona… solo que en este caso es una horrible realidad.
Facebook desactivó el vídeo a los pocos minutos, pero ya era demasiado tarde. Las imágenes fueron rebotando y multiplicándose, en una endiablada progresión geométrica, por todas las redes, apoyándose en YouTube, básicamente. Con respecto a periódicos digitales, webs de información y cadenas de televisión, el debate sobre su difusión o no por parte de estos medios de comunicación está ya servido, una vez más.
Es urgente establecer un Código Deontológico común. Existen límites y deben respetarse. Es absolutamente necesario un debate, a nivel transnacional, que deje claro lo que puede y debe hacerse y lo que no.
Que yo sepa, en ningún país existe este Código, y una decisión tan delicada queda en manos de la responsabilidad del director de cada medio. Nada hay más íntimo en la vida de un ser humano, de una persona, que el acto de la propia muerte. Tan íntimo que, en mi opinión, ni la propia familia más directa estaría facultada para autorizar a su difusión pública.
Sé que es muy difícil poner puertas al campo, porque en pleno 2019 es casi imposible de parar, de cegar, TODAS las ventanas posibles por las que pueden difundirse estos execrables actos… pero hay que intentarlo. La tecnología también debe servirnos para esto.
En el mundo anglosajón, básicamente Reino Unido y los Estados Unidos, existen unos consensos más amplios que en Europa, por ejemplo, acerca de estas cuestiones. Todos recordamos perfectamente como en los días posteriores a los terribles atentados del 11-S, en 2001, no se emitió ni una sola imagen, ni un solo vídeo, en el que pudiera verse un cadáver. Cierto es que en aquel entonces no había redes sociales, ni Twitter ni Facebook, Instagram u otras que endiablaran este debate y a través de las que se pudiera ‘viralizar’ el horror. El propio uno de internet estaba en mantillas, si lo comparamos con el panorama, a día de hoy, casi dos décadas después. En Europa, hablo también de España, somos más pacatos, y ponemos por encima de todo, como decía más arriba, la libertad de expresión y el derecho a la información.
Dejo solo una pregunta en el aire… ¿es necesario que el mundo entero vea morir a una o decenas de personas de una forma tan brutal e injustificada? En absoluto.
¿No les estamos haciendo al juego a los terroristas con ello? Creo que sí.
Parémonos y reflexionemos sobre ello.