MADURO: UN LÍDER, CON FECHA DE CADUCIDAD.
La entrevista de Jordi Évole a Nicolás Maduro ha dejado, como no podía ser de otra forma, muchos titulares interesantes. Primero quiero dar a Salvados y Évole mi enhorabuena. La entrevista ha sido precedidas por las críticas absurdas de quienes le acusaban de querer blanquear a Maduro. Estupideces típicas de ‘cretinos’ de redes sociales que desconocen la labor periodística o la interpretan de forma superficial.
En los ochenta minutos que ha durado la entrevista, hemos visto a un líder, un Mesías para unos, y un tirano y dictador criminal para otros, que es perfectamente consciente de que tiene los días contados pero que mantiene el tipo hasta el final. Un Maduro con mala cara y un tono de voz más bajo que el que en él es habitual pero que da la sensación de dormir las horas suficientes, no tenía especiales ojeras y trataba de aparentar serenidad. Durante toda la entrevista ha estado tenso, muy tenso, dejando de lado la sarcástica ironía que siempre usa para salir de situaciones conflictivas o incómodas.
‘Los EEUU sabían que no podían ganarme las elecciones y ya desde enero de 2018 dijeron que no me reconocerían y fueron posicionando su estrategia. Quienes asumen la estrategia de los EEUU se hacen un enorme daño a sí mismos y hacen un enorme daño a Venezuela’. Empezaba fuerte, el heredero de Chávez, que dirigiéndose directamente al presidente español le retaba: ‘No aceptamos ultimátums de nadie. Es como si yo le dijera a la UE que le doy siete días para reconocer la independencia de Cataluña’.
¿Presidente legítimo?
En varias ocasiones a lo largo de la entrevista Maduro, que trató en todo momento de presentarse como un político sereno, como hombre de estado, alejado de su histrionismo habitual, hizo auténticos esfuerzos por reivindicar la legitimidad de las Elecciones Presidenciales de mayo de 2018: ‘Saqué mucho más que el perdedor de Pedro Sánchez’. El heredero de Hugo Chávez tenía muy calculados sus ataques al presidente del Gobierno español, antes de someterse al cuestionario de Jordi Évole. Y no solo la legitimidad de su elección; Maduro criticó con dureza a la parte de la comunidad internacional que ha reconocido a Juan Guaidó como ‘eso que llaman mundo y es mucho más grande… que se ha alineado de manera perruna con ese gobierno de extrema derecha de los Estados Unidos’ y la acusó de violar el derecho internacional. Évole contraatacó y pidió a Maduro que volviera a someterse a las urnas, si tan seguro estaba, y el líder bolivariano repetía que no iba a dar su brazo a torcer ‘porque estoy muy tranquilo con mi conciencia’.
Fue en ese punto cuando Maduro se puso ‘sensible’… y apeló a la ‘conciencia humanista’ de la mayoría del pueblo español: ‘a mí no me pueden acusar de tener armas de destrucción masiva’; el recurso a Aznar y a Bush siempre es, como se ve, muy socorrido. Jordi Évole preguntaba por enésima vez si Maduro estaba dispuesto a convocar esas Elecciones Presidenciales que le reclama la UE y buena parte de la comunidad internacional, buscando que el aún presidente contestara: ‘Lo descarto’ y este repetía, mecánicamente, que ha cumplido escrupulosamente con la Constitución venezolana. Hubo aún una nueva referencia a Aznar, algo forzada dialécticamente, cuando quería en realidad criticar a Pedro Sánchez como ‘esa izquierda que se ha plegado a Trump’.
Veinte minutos habían sido consumidos ya de entrevista y un Jordi Évole, algo encorsetado, estaba desperdiciando demasiado tiempo, en mi opinión al menos, en un bucle del que claramente Maduro no iba a salir. Y perdía unos minutos valiosísimos para preguntarle por la situación de la gente, del pueblo, de los venezolanos que sufren y que, a la vista está, pasan hambre. Al final, como no podía ser de otra manera, lo hizo. Echaba yo en falta también alguna cuestión sobre los más de tres millones de venezolanos huidos o exiliados… un tiempo que Nicolás Maduro empleaba inteligentemente en disparar dialécticamente contra la legitimidad de la Asamblea Nacional y compararla con la Asamblea Constituyente.
Évole y la dignidad periodística
Jordi Évole introdujo en ese momento, pretendiendo dar un giro al discurso del sátrapa, la cuestión de por qué no un tercer Parlamento: ‘Es una ironía por tu parte y no te voy a contestar…’ ‘Estas envenenado, Jordi’, llegó a decirle Maduro… pero se lo decía con una sonrisa. Era una clara disociación entre palabras y gestos que no me pasó desapercibida. No voy a decir, ni mucho menos, que estuviera pactado el guión, pero me dio la impresión de que Maduro tampoco estaba especialmente incómodo. Eso sí, Évole salió con una enorme dignidad del lance: ‘Ya no cuela que usted acuse a todos los periodistas de eso’, le espetó el entrevistador.
‘Está usted contra las cuerdas, señor Maduro’, tronó entonces Évole, pasando al contraataque y pretendiendo dar un buen golpe de efecto, doblado ya el ecuador de la entrevista: ‘Somos David contra Goliat’, contestó el interpelado, que continuó anunciando, de forma críptica: ‘Nosotros también tenemos nuestros secretos’, y recordando al atentado -puesto en duda por muchos- contra él tras el que situó a la Casa Blanca y al Gobierno de Santos, en Bogotá. ‘Para, Donald Trump’… ‘Nosotros no somos patio trasero’. A partir de ahí, Maduro hiló un largo tramo ‘en positivo’: ‘¿Qué tengo que ofrecer?… el respeto’. Quiero mirar al siglo XXI y los EEUU nos quieren devolver a un siglo XX de golpes de Estado y de gobiernos títeres. Americana Latina y el Caribe no pueden volver a ser patio trasero’.
Maduro contra todos; en especial contra España
El periodista brindó aquí a Maduro la oportunidad de enviar mensajes a distintos líderes internacionales; sobre Bolsonaro, ironizó con su mala salud, a Macron que luche contra los chalecos amarillos… a Erdogan en cambio envió buenos deseos de entendimiento, lo que le valió para hilar un discurso en el que abogó por un mundo nuevo en que ya no dominara el ‘Eurocentrismo’. La mayor carga de profundidad la reservaba para ‘el farsante’ Pedro Sánchez, ‘que no ha sido elegido por nadie y que debería convocar Elecciones Generales’. ‘El ochenta por ciento del pueblo español no ha elegido a Sánchez, y creo que le va a ir muy mal, peor que a Aznar’. Otra vez Aznar. Évole trató de explicarle las peculiaridades de un sistema constitucional, el español, que Maduro sospecho que conoce bastante bien. ‘Sánchez no es electo, no lo eligió nadie’… y ya, en el colmo del paroxismo, un endiosado Maduro aseguro: ‘No soy un presidente cualquiera… soy un líder del pueblo’. A partir de ahí, al mandatario venezolano se le puso en bandeja criticar a la derecha española, desde Casado y Rivera hasta la conquista de Ámérica: ‘Es un desprecio y un odio (contra Bolívar) que ha pasado desde generaciones en España’.
También trabó una medida crítica contra Iglesias, ‘ma non troppo’: ‘Debería emplearse más en unir a su partido’. Y ya… en ese punto, Maduro derivó a la situación, se supone que de ‘control’ de los medios de comunicación en España, en los que, según él, se gana puntos criticando a Venezuela.
‘No dedico tiempo a permanecer en el poder. Dedico tiempo a cumplir con mis deberes’. ‘La vía no es la militar’, acabó reconociendo Maduro, momento que aprovechó el entrevistador para apelar a esa gran parte del pueblo que ha dicho ‘Basta ya’. Jordi Évole quería emplearse a fondo, en el último tramo, preguntando si el Ejército es fiel por los beneficios recibidos… algo que Maduro negó, evidentemente, aludiendo a la fidelidad con el ideal bolivariano.
La economía… la miseria y el hambre…
Hubo tiempo también al final para recordar el sucesor de Chávez que EEUU es el mayor comprador de petróleo venezolano: ‘Todo lo que le vendemos (a los EEUU) lo tienen que pagar en ‘cash’ y por adelantado, decía un Maduro con la boca cada vez más pequeña. Y acerca de las detenciones de periodistas, aseguraba sin ningún rubor que ‘No ha habido detenciones de periodistas sino montajes y provocaciones para presentar una noticia y después reproducirla por las redes sociales’.
‘No tenemos una crisis humanitaria, tenemos una crisis política’, añadió Maduro, que reconoció una ‘Guerra Económica’ contra Venezuela, interna y desde el exterior. Negó la cifra de tres millones de exiliados y la situó entre 600.000 y 800.000. Y tras escuchar numerosos ‘totales’ de ciudadanos quejándose de sus condiciones de vida afirmó, sin alterar un músculo de su cara, que ‘Muchos están engañados… y están volviendo al ver que en Colombia o en Perú las condiciones de vida del mercado neoliberal son peores. Muchos están regresando queriendo más a su país’.
‘Venezuela, por las malas, no da un paso en ninguna dirección; que lo sepa Pedro ´Sánchez’.
¿Y si la UE reconoce a Guaidó el lunes?, inquiría Évole: ‘Tomaremos medias, pero esperemos que eso no ocurra’.
Valorando la entrevista de Jordi Évole, diría que a pesar de estar rodeado de mil cámaras y asesores de Maduro, ha estado natural pero algo encorsetado. En algunos momento le ha faltado fuerza, asertividad, convicción e información para ser más crítico con el discurso oficialista, prefabricado de Maduro y ponerle en frente con crudeza la realidad de un país en plena crisis humanitaria.
A pesar que a estas alturas nadie se cree las mentiras de Maduro,la impresión es que no ha salido tan mal parado de la entrevista.
Genio y figura… hasta el último aliento. ¿Quién sabe lo que le queda a Maduro? Tic, tac… el reloj hace tiempo ya que se ha puesto en marcha.