CASADO BUSCA HUECO, AL FONDO A LA DERECHA PARA FRENAR EL ‘CUALQUIERISMO’

CASADO BUSCA HUECO, AL FONDO A LA DERECHA PARA FRENAR EL ‘CUALQUIERISMO’

Llevo años avisando de la italianización galopante y rápida de la política española, con todos los riesgos que este fenómeno conlleva. El peor de ellos, el que más daño puede llegar a provocar es, sin ninguna duda, la llegada de lo que en Italia se conoce con ‘Qualunquismo’ y en Francia como ‘Poujadismo’.  

El ‘qualunquismo’, que desde hoy rebautizo como ‘Cualquierismo’, no es otra cosa que la enorme apatía política que conduce, de forma intencional, a renegar de la actividad política en general ligada a la vida en sociedad. El ‘Cualquierismo’ vive de la quiebra total de la confianza en las instituciones, en los partidos políticos y en el sistema. De repente, todo pasa a convertirse en algo distante a los ojos de los ciudadanos que comienzan a sentir a las instituciones y a los partidos políticos tradicionales como auténticos enemigos, y por supuesto obstáculos, de su autonomía y bienestar personal. El populismo y el avance de los extremismos, especialmente por la derecha, tienen en este fenómeno un aliado casi determinante. Y valga este largo preámbulo para introducir lo que ha pasado este fin de semana en la convención del Partido Popular.

Si la política se ha convertido en nuestros días en algo efímero, volátil e imprevisible, la historia del PP en el último y desconcertante año que acabamos de dejar atrás, lo ha sido en grado superlativo. ¿Quién iba a decir en abril de 2018, tras la convención de Sevilla, que Rajoy dejaría de ser presidente? ¿Quién iba a sospechar que la ex todopoderosa Soraya ya no sería nadie, fuera de su entorno más cercano? 

¿Quién tendría la clarividencia de adivinar que Cospedal habría de dejar la política poco después? ¿Quién, finalmente, apostaría entonces por el hecho de que un joven vicesecretario, Pablo Casado, al que el entonces presidente tenía en gran consideración pero usaba, especialmente, para comunicar y como estrella de las tertulias, lideraría la formación tres meses después? 

Mareante, increíble. Pero así ha sido. No menos extraña y vertiginosa ha sido la historia del PSOE desde octubre de 2016, pero esa es crónica para otro día.

Por ir al resumen de lo que ha ocurrido en este penúltimo fin de semana de enero en IFEMA, no seré tan poco original de destacar, como otros, la coincidencia de los 30 años cumplidos desde la refundación del PP y el enterramiento de las siglas de la extinta Alianza Popular, pero es evidente que algo de ese espíritu se masticaba en el ambiente.

Feijóo: ‘¡Sigo aquí…!’

La Convención empezaba con un tono elevado; con un discurso magistral, en mi opinión, del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, gracias a cuyo ‘autodescarte’ también Pablo Casado es hoy el líder, en el que el gallego pedía huir de radicalismos, en un claro mensaje a todos los que, desde el domingo van a seguir diciendo que este nuevo PP no es más que la ‘cara amable’ de Vox. Un Feijóo que no sé si habrá lamentado lo suficiente el paso atrás que dio en julio pasado, pero que no renuncia, eso está claro, a seguir teniendo un protagonismo propio en el discurrir de su partido y a quien el futuro tal reserve aún un papel estelar… o no…

Los dos ‘ex’: previsibles y fuera ya de su tiempo…

Viernes y sábado fueron los días de los dos ‘ex’: no hubo foto de ambos, porque como es sabido se odian, y nada se pudo hacer para que las cosas fueran de otra forma. Tampoco sé si la actual dirección lo llegó a intentar, pero a Casado, desde mi punto de vista, le hubiera venido bien. Ya imagino el titular que se hubiera producido: ‘Casado aglutina, vuelve a unir a los dos exlíderes del PP reconciliándoles en torno a su figura, más de diez años después’. Pero no pudo ser. Al final, como suele ocurrir cuando las expectativas son grandes, tras la entrada de ‘alto perfil’ de Núñez Feijóo, lo que quedó de viernes y la totalidad del sábado se convirtieron en francamente aburridas. Pasaron con más pena que gloria, entre un pausado, algo aburrido y poco inspiracional Rajoy en forzada charla con Ana Pastor en sendos butacones frente a una platea poco motivada y un Aznar, un día después, en su línea habitual: ‘encantado de haberse re-conocido’. Un expresidente que volvía a colocarse frente a un auditorio de ex-pupilos que llegaron a negarle en público incontables veces en los últimos años. Desde 2015 a Aznar no se le había permitido hacerlo. Pero cuatro años no son nada, ni en la vida, ni en la política.

Casado: ‘el ciclón de la nueva derecha’

Si alguien tenía la esperanza de escuchar en la clausura del domingo una intervención final del líder del PP de corte centrista y moderado, la debió abandonar enseguida, porque no fue ese el tono elegido por Pablo Casado. El discurso del Presidente Nacional de los populares fue enteramente dirigido como un torpedo a la línea de flotación de las otras dos formaciones de derechas del actual espectro español: Ciudadanos y Vox. El abulense, no considera otro enemigo político que no sean ellos, aunque al final vayan a convertirse en sus aliados necesarios, si es que quiere gobernar tras las próximas generales. 

La prueba de que, tanto al PSOE como al resto de la izquierda, ni les teme ni les considera es que ocuparon un espacio marginal en su alocución, comparado con el tiempo que dedicó a clamar por la necesidad de que todos aquellos que dejaron de votarles, vuelvan a hacerlo.

‘Aquellos que se fueron a buscar al PP fuera del PP, ni lo han encontrado, ni lo van a encontrar. Este es el único PP, el verdadero’. Casado añadió también en esta línea: ‘No se puede unir España desuniendo el voto. Hay que unir el voto para unir a los españoles de nuevo. Y eso solo podemos hacerlo nosotros’. En estos dos titulares se resume la tónica de lo que será la línea de un PP renovado, treinta años después, que de todas maneras y para que nadie le acuse de haberse ‘derechizado a tope’ no renuncia a recordar su veta centrista: ‘Somos el partido de los moderados y de los reformistas, de los patriotas soñadores… somos la casa común del centro reformista liberal al servicio de España’. Recuerdo a mis lectores más jóvenes que, quien inventó ese concepto de centro reformista, en 1989 y cuando el PP todavía no existía porque era aún una muy conservadora y derechista ‘Alianza Popular’ fue, ni más ni menos, que José María Aznar. Un expresidente que no es recordado, precisamente, por haber sido, ni moderado ni centrista.

¿Es usted de derechas? Vote al PP, no a otros; se lo pide Pablo Casado

En realidad, Casado, no hizo más que apelar al ‘voto útil’, frente a Ciudadanos y a su ‘escisión derechista’, a Vox: ‘No debemos apelar solo al voto útil sino al voto fuerte, necesario, eficaz e imprescindible para liberar a España de la amenaza nacionalista y de la rendición socialista’. Una descarada ‘OPA hostil’ a los votantes de Ciudadanos y a los que se planteen serlo del partido de Abascal. Eso sí, enmascarada de ‘razones’, como siguió diciendo en su intervención el líder popular: ‘No basta con ponerse el disfraz del PP ni versionar en un karaoke los temas populares’, fue otra de las andanadas dialécticas del gran protagonista de esta Convención… ¡que mayor reconocimiento de que el PP no ha abandonado nunca la derecha y que su problema ha sido más bien que los electores de derechas le han abandonado a él!

Esto no impidió, repito, que más adelante hiciera de nuevo otra incursión en la necesidad de reeditar pactos como el andaluz de cara al futuro, con Ciudadanos y con Vox, claro está; todo con el fin de quitar a la izquierda, a los socialistas y a Podemos de las alcaldías y de las comunidades autónomas donde sea posible. ¿La cuadratura del círculo? Ya veremos… fue de agradecer que, tras un despliegue ‘acaparador’ de todo lo que no sea izquierda bajo el manto de sus siglas, ‘le hiciera un favor’ al PSOE al pronunciar, solemnemente: ‘No propongo un país sin socialismo, pero propongo un país en el que el socialismo no sea obligatorio, sino voluntario’. Seguro que, los socialistas, que son muchos en España, se sienten más reconfortados. 

Sin embargo, ya lo sabéis pero lo repito por si acaso, en España y en toda Europa el bipartidismo se ha acabado, como se acabaron hace tiempo las tan queridas por los partidos tradicionales, pero ya quiméricas, mayorías absolutas.

Desde luego, en la parte económica sí que Casado no tuvo ningún problema en defender las recetas liberales ‘que siempre ha aplicado el PP’. En el aspecto social remarcó que no tocará la Ley de Violencia de Género, y que mantendrá su apuesta por la prisión permanente revisable.

Un ‘voto útil’ que Casado pide, casi exige, a la ciudadanía, para conjurar el peligro del que considera el gran enemigo de España y de los españoles: el nacionalismo disgregador. El presidente del PP ha prometido que eliminará cualquier subvención pública destinada a movimientos independentistas.

Al final, aplausos, sonrisas, caras de los asistentes de salir reafirmados en su fe, y de fondo, el Himno Nacional. Toda una proyección de intenciones cara al futuro inmediato.

¿Tendrá éxito la línea ideológica marcada este fin de semana en IFEMA? Solo las urnas nos darán las respuestas. Mi impresión es qué tanto Ciudadanos como Vox pueden aprovecharse del escoramiento a la derecha del PP en una lucha que será tremenda y donde ganarán aquellos líderes que realmente sepan transmitir confianza y proyectar éxito. La apatía política, el ‘cualquierismo’, que ya está instalado también en España, es un enemigo. Y Pablo Casado, como el resto de los líderes, tienen desde ahora ante ellos una labor titánica para que sus propuestas ganen a las fáciles, frívolas y peligrosas promesas de los populistas. 

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