ARGENTINA: “LA VERGÜENZA DE HABER SIDO Y EL DOLOR DE YA NO SER…”

ARGENTINA: “LA VERGUÉNZA DE HABER SIDO Y EL DOLOR DE YA NO SER…”

Mientras contemplaba, desde un placentero hotel de Miami en el que, por cuestiones de trabajo, he pasado los últimos días, las evoluciones del ‘Superclásico’, que terminó con la inapelable y merecida victoria, a tenor de lo visto en el césped, del ‘River Plate’ por 3 goles a 1 frente a ‘Boca Juniors’, pensaba en la incomodidad -por ser suave- y el bochorno que ha debido suponer, para un pueblo grande, fuerte y orgulloso como el argentino, los tremendos sucesos de las últimas semanas. Debo añadir que aquí, en Miami, como en el resto de los EEUU -y supongo que del resto del mundo- no se hablaba de otra cosa.

El asunto es que, la anormalidad de tener que celebrar el encuentro más importante del año, fuera de su patria, a diez mil kilómetros de distancia, con un océano de por medio y en una de las más emblemáticas catedrales del fútbol mundial, sí, en el estadio Santiago Bernabéu, pero que no es ‘su catedral’, traía una y otra vez, a mi cabeza y a mi corazón que tanto adora a los argentinos, los acordes de aquella pieza musical que decía: «…La vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser…».

La frase, como sin duda sabéis, es parte de la letra de un inolvidable tango, “Cuesta Abajo”, firmada por el gran Alfredo Le Pera e interpretada por el inmortal -y malogrado- Carlos Gardel.

Así se habrán tenido que sentir, sí… y habrá sido durísimo para ellos. Al final, ¿de qué estamos hablando? Pues hablamos de una final, valga la redundancia, que ha durado, entre «tomas y dacas» treinta días, que ha sufrido tres suspensiones y que, al fin y a la postre ha tenido que disputarse en Europa, en España, en Madrid… por el pánico real a que una pequeña parte de descerebrados, «hinchas» radicales, «barras bravas» o cómo diablos se autodenominen, se matasen entre ellos.

He repetido ya en mis distintas intervenciones en diversos medios que este partido debería haberse suspendido. Punto. Que es vergonzoso, lo repito de nuevo, jugarlo…  ¡en otro continente! y que, tanto la FIFA, cuyos responsables no solo están para viajar por el mundo, hospedarse en hoteles de lujo y cobrar jugosas dietas, la UEFA y la Conmebol, deberían trabajar mucho más a fondo y con mayor ahínco para obligar a todos los equipos a «meter en cintura a sus hinchadas» más radicales y violentas.

Una insospechada vertiente: el Palco del Bernabéu, como escaparate

Me resultó, desde todos los puntos de vista, curiosa la presencia de innumerables personalidades en el Palco de Autoridades el Santiago Bernabéu y en algunos otros ‘palcos vips’ habilitados en distintas zonas a lo largo y ancho de las gradas. Por supuesto observé atentamente la presencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y muy pegado a él uno de los hombres con mayor poder e influencia en España: el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez. También de expresidentes como José María Aznar y su esposa, Ana Botella, históricos del fútbol mundial como Enzo Francescoli, y otros más actuales, como Piqué, Messi, Dybala o Bonucci (estos últimos jugadores de la Juventus), Diego Simeone y su pareja, y otros tantos del mundo de la empresa, del arte o de la «crónica rosa».

Supongo que esto ha sido también una particular -otra más- ocasión de escenificar la enésima «hoguera de las vanidades», en la que, uno «no-es-nadie» en España si no estaba en la tarde noche del domingo en el interior del Santiago Bernabéu. Al final, todo ha salido a las mil maravillas. No ha habido un solo incidente digno de mención. Los dos combinados, al terminar los 120 minutos (el encuentro más la prórroga) unos más contentos, los otros más tristes, se fundían en abrazos y todo era, en fin, deportividad en grado sumo.

Mientras tanto, los madrileños, tenían la oportunidad de observar, con más curiosidad que otra cosa, los grupos de la riada de porteños que, Castellana arriba, Castellana abajo, de Cibeles a Colón y de Colón a Cibeles, o de la Gran Vía a Sol y vuelta a empezar, daban un toque de color con sus camisetas, su jolgorio y sus cánticos a este fin de semana pre-navideño en Madrid. 

Unos miles de argentinos que, nos recordaban, algo que no debimos nunca olvidar, ellos los primeros: que al margen de unos pocos centenares de «terroristas deportivos», el fútbol es, por encima de todo, una fiesta del deporte y una unión, lúdica aunque febril y apasionada, de distintas gentes, de distintos países -o del mismo- o de distintas ciudades – o de la misma- congregados todos ellos en paz y armonía festiva en torno a un caprichoso balón que entra en una portería… o en la contraria.

Madrid: un ejemplo para el mundo

No me cansaré de elogiar el ingente trabajo que han realizado los responsables, tanto de nuestra seguridad como de la de los miles de argentinos que han recalado este fin de semana en la capital de España. Unas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que, con poco más que una semana de tiempo real, han activado, diseñado, proyectado, delineado y ejecutado un plan que ha resultado un completo y absoluto éxito. Mis felicitaciones aquí son para el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, para todos los responsables de la Policía Nacional y de la Guardia Civil -incluyendo la callada y silente pero indispensable actividad de los servicios de información, que se han “infiltrado”, como es su obligación, y se han metido “hasta en las tripas” de las distintas hinchadas- y por supuesto de la Policía Municipal de Madrid, sobre todo en lo que tiene que ver con la ordenación del tráfico en los últimos días, que no debe haber sido ninguna broma.

Los sindicatos policiales han planteado -muy atinadamente- para futuros eventos de estas características una suerte de ‘copago’, no solo de las administraciones públicas sino de empresas y organismos privados vinculados a estos espectáculos. ¿Con qué fin? Uno muy loable: que una parte de ese dinero redunde en mejoras para los propios funcionarios de policía, siempre esforzados, pero no en todos los casos bien retribuidos. No es mi especialidad, pero como cualquier persona bien informada soy conocedor de algunas carencias que podrían mitigarse con esta iniciativa: más y mejores chalecos y uniformes, coches patrulla de mayor calidad y en mejor estado, unas instalaciones -comisarías básicamente- mucho más dignas e incluso medios telemáticos superiores, si cabe, que aquellos de los que hoy disponen. ¡Me adhiero firmemente!

«Marca España»: un 10

Hay muchos que, en buena lógica, se han preguntado estos días por qué tenemos que pagar -¡como si a los españoles nos sobrara el dinero!- los platos rotos y la abultada cuenta de “la fiesta” de un país hermano, en idioma, en historia y en cultura, pero que debería ser adulto para ocuparse de sus propios asuntos. Para responderles, me quedo con las palabras, de nuevo, del eficaz Fernando Grande-Marlaska: el beneficio intangible que se ha llevado consigo la “Marca España”, consiguiendo presentar al mundo entero a nuestra capital como una de las seguras, solventes, sólidas y eficaces del mundo, no tiene precio. Es incalculable. Por no hablar de la imagen ciudadana de acogida y de hospitalidad que han dado los madrileños y los españoles a los ojos de todo el orbe. Me quedo con esta idea, como guinda final y optimista, a una truculenta y sórdida historia que nunca debió llegar tan lejos.

“Era, para mí la vida entera

Como un sol de primavera

Mi esperanza y mi pasión

Sabía que en el mundo no cabía

Toda la humilde alegría de mi pobre corazón…

Ahora, cuesta abajo en mi rodada

Las ilusiones pasadas

Ya no las puedo arrancar

Sueño, con el pasado que añoro

El tiempo viejo que hoy lloro

Y que nunca volverá”

“Cuesta Abajo”

Alfredo Le Pera/ Carlos Gardel

1935.

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