ANDALUCÍA, 2-D: PRIMER ‘ROUND’ EN CANAL SUR.
Con los ecos de los pitidos y las protestas de los taxistas a su llegada a la sede de la Radio Televisión de Andalucía, comenzaban su primer choque los cuatro candidatos a ocupar, tras las elecciones del 2.D, el despacho principal del Palacio de San Telmo. No era un arranque ideal para un debate ‘a cuatro’ que en teoría iba a servir para que los andaluces pudieran optimizar sus elementos de juicio acerca de la decisión crucial de a quién votar el 2 de diciembre para otorgarle la responsabilidad de Gobierno de la Andalucía de los próximos 4 años.
Si tuviera que definir con cuatro simples palabras la actuación de cada uno, lo tendría muy claro: la presidenta en funciones, exhibiendo permanente ‘músculo gubernamental’ e intentando rehuir el ‘cuerpo a cuerpo’. ‘Perfilera’, aunque tuvo que acabar peleándose con todos… y defendiéndose de los ataques. Es evidente que ha perdido fuelle en sus motivaciones y liderazgo inspiracional y que ya no es tan carismática como antes antes de perder las primarias con Sánchez. Un candidato popular, Juanma Moreno Bonilla muy serio, sólido y con la lección bien aprendida. Atacó con dureza siempre que tuvo lugar para ello y eludió las acusaciones que sus oponentes le hicieron sobre corruptelas del PP a nivel nacional. Teresa Rodríguez, me resultó especialmente rápida y lista, ágil en las respuestas y en los cambios de registro del debate, que iba olisqueando como nadie. Y un Juan Marín, ya lamento decir esto, pero es lo que vi, que anoche no tuvo su día: lento, algo torpe, y perdido durante dos horas entre la dicotomía y el conflicto de atacar a Díaz y ser atacado por haberla ayudado a gobernar. Especialmente mal lo pasó el de Rivera cuando llegó el turno de la corrupción, pero para esto debiera haber estado preparado, porque era un arma obvia que se iba a dirigir contra él. Pero vayamos por partes, bloque por bloque…
El empleo… y el paro andaluz. El gran lastre, la gran lacra. Andalucía, a la cola de España
Dentro del primero, el que tenía que ver con el empleo, la presidenta aprovechó para alardear de buena gestión; para ‘sacar músculo’ gubernamental por haber reducido el número de parados en 565.000 personas. Unos datos en los que se enredaba con el popular, Moreno Bonilla, que afeaba a Díaz que, a su llegada a San Telmo, de cada 100 parados en toda España, 24 fueran andaluces y en el momento de su salida sean 27 de cada 100. Unos números que la presidenta, negaba, mutándolos por 21.
La candidata de Podemos, Teresa Rodríguez, insistía en la necesidad de subir los salarios para crear un consumo ‘expansivo’ y dinamizar la economía, en pura ortodoxia más keynesiana que otra cosa. Poco rojo, como se ve, el discurso de Podemos, que alertaba también contra cualquier tentación de bajar los impuestos. ¿Habrá pacto entre Díaz y Rodríguez a partir del día 3? Veremos…
El mayor error en este asalto inicial lo cometía Juan Marín, que en una de sus primeras intervenciones alardeaba de haber bajado (él, se sobreentiende) muchos impuestos, como el tramo autonómico del IRPF, y mejorado las condiciones para los autónomos, como si hubiera sido su partido quien hubiera estado en posición gubernamental. Juanma Moreno Bonilla estuvo listo y rápido para resaltar la metedura de pata que, por lo demás, fue aprovechada también por Susana Díaz para ironizar con guasa y celebrar que Marín ‘dijera algo bueno de lo que había hecho el PSOE en Andalucía’
De poco le valió al manido recurso de sacar un folio en blanco para intentar ridiculizar la acción del PP en Andalucía en 40 años. Algunos políticos deberían renovar sus ‘trucos’ y golpes de efecto… o cambiar de asesores.
A partir de aquí, el debate subió de tono. Bonilla vio huevo en el área de Ciudadanos y se fue arriba en busca del gol: ‘¿Dónde estaba usted con los casos Mercasa, o los escándalos de los ERE?’ Marín besaba ya la lona, paradójicamente por una corrupción que no es de los naranjas, sino patrimonio, en todo caso, del Gobierno del PSOE andaluz. Y Susana Díaz, de perfil y frotándose las manos, como es natural. Me llamaba ya en este punto poderosamente la atención que Díaz repartiera sus dardos por igual al candidato popular y al ‘naranja’… y dejara ‘viva’ a Teresa Rodríguez. De verde iban las dos, buena elección por cierto y muy telegénica, además de coincidir con la bandera andaluza en el caso de la presidenta en funciones que llevaba una blusa blanca, y de la mano iban ambas en los ataques al candidato popular por una crisis global de la que responsabilizaban al Gobierno de Mariano Rajoy.
Al menos en estos minutos iniciales, ya estaba claro que la candidata socialista había conseguido su objetivo: que se enzarzaran permanentemente Moreno Bonilla y Juan Marín y quedarse al margen ‘del barro’ exhibiendo sus logros de Gobierno. Luego, el cuento cambió en varios momentos.
Debo aclarar que lo llamo debate por seguir el ‘carril’ aunque en mi opinión no fue mucho más que una sucesión de monólogos, más o menos ordenados, que por ‘enlatados’ y encorsetados no creo que hayan sacado de muchas dudas a los votantes y espectadores. Me hubiera gustado más confrontación. Debo ensalzar con vehemencia y aplauso, eso sí, el papel de la moderadora, Mabel Mata, extraordinariamente profesional, controlando, templando, mandando, administrando los tiempos con una soberbia maestría. Ningún candidato, y otras veces, en otros debates, ha ocurrido, osó discutirle nada. Creo que fue la gran triunfadora, aunque no estuviera sometida a examen. Enhorabuena a Mabel Mata y enhorabuena a Canal Sur.
Sanidad y educación: gestión privada vs gestión pública
En el arranque del segundo bloque, el amplísimo contenedor de asuntos ‘sociales’, sanidad, educación, pero también inmigración y servicios públicos, en general, la presidenta en funciones volvía a presumir de ejecutoria; de haber protegido la educación con más docentes o gratuidad en los libros de texto. Alguien debió ‘soplarle’ al oído a Marín que debía de ‘echar aún más madera’. Tanta que el candidato de Rivera y Arrimadas, porque con ellos se retrata en los carteles, decidió dar un golpe de mano en el debate y sacar los colores a Susana Díaz, consciente de que se había identificado en exceso con ella en el primer bloque, en dos líneas: la primera, afeándole que con los más de 850 millones defraudados presuntamente con los falsos ERE se podrían haber creado muchos puestos de trabajo y pagar otros servicios sociales y la segunda, la más dura, el hecho de que Díaz hubiera optado en las primarias socialistas a pelear por la Secretaría General. ‘Usted tiene a Andalucía como segundo plato’, le espetó Marín. Y a la presidenta en funciones, le dolió. Aunque no le contestó mal… es más, le contestó en forma muy inteligente cuando le dijo: ‘Mire, señor Marín, eso de la moqueta, usted no me lo dice, porque si algo se me da bien es la calle’. ‘Touché, Marín’, una vez más, y ya iban varias.
A lo suyo seguía una Teresa Rodríguez torpe y lenta a veces en el lenguaje, pero eficaz en el mensaje, criticando a Susana Díaz por inaugurar varias veces los mismos hospitales y por el control en la Radio Televisión Andaluza. Y un Juanma Moreno Bonilla sólido y serio en sus mensajes, aunque menos inspirador de lo deseable, prometiendo profesionalizar y despolitizar muchos servicios. Aunque en este punto lo pasó mal, cuando Susana Díaz le acorraló acerca de su modelo (el de los socialistas) de protección de la educación y la sanidad pública ‘no solo para los que tienen cuenta corriente’ y Moreno Bonilla tuvo que emplearse a fondo para defender el modelo privado como garante de la eficacia frente al modelo ‘atrofiado’ de gestión pública que defiende y encarna, en Andalucía, Díaz.
‘Cómo puede decirse progresista cuando condena a 93.000 ancianos…’ (a estar desasistidos) ‘Eso no es progresista’, remataba el candidato popular que conseguía con titánico esfuerzo, en el final de este asalto, que sonara la campana antes de terminar de caer.
La corrupción… ¡ay, la maldita corrupción! ¡Tanto que denunciar y tanta oscuridad!
Tras un descanso, se abría el bloque más apetecido por la oposición: el dedicado a la transparencia y a la corrupción. La moderadora optaba por abrir suavemente y preguntar a los candidatos ‘con quien pactarían’ tras las elecciones, sabido ya que nadie obtendrá mayoría absoluta. Teresa Rodríguez no atendía a la pregunta y ‘entraba a matar’, por hablar en términos taurinos: ‘Lo más grave no es que haya gente que se haya lucrado con dinero público, o que se hayan tejido redes clientelares, sino que nos han robado el futuro’, tronaba la voz de la candidata de Podemos, que eso sí, sabedora de que igual Díaz les necesita para gobernar, ampliaba inmediatamente el círculo de la crítica a las ‘tarjetas Black’ y a la corrupción del PP a nivel nacional.
‘Andalucía es la comunidad con más corrupción de España’, empezaba su turno en este apartado, también arrollador, Juanma Moreno Bonilla, que denunciaba el ‘espectáculo’ de ver a dos expresidentes de la Junta en el banquillo. Se dice que en España los votantes no castigan la corrupción… ya veremos que ocurre el 2- D, porque en Andalucía, comunidad en la que siempre ha gobernado el PSOE, es mucha el agua turbia que ha pasado en estos casi 40 años bajo los puentes.
Juan Marín se unía a la fiesta y argumentaba que ‘es mucho lo que aquí se ha robado’ y exigiendo explicaciones a Susana Díaz. Aunque sabedor de que le podía caer a él algún golpe por corresponsable de apoyar a un Gobierno, según ellos, presuntamente corrupto, ampliaba su línea de tiro a la ley electoral y prefería centrarse en pedir, no tanto explicaciones sino regeneración. Una vez más, un Marín, atado de pies y manos, tenía que oír minutos después, a Susana Dìaz… ¡recriminarle (lo digo irónicamente, tal como ella) haber colaborado con ella durante tres años!… ‘si es que pensaba que era tan corrupta’. A Moreno Bonilla le pedía la presidenta en funciones prudencia: ‘Usted ya sabe lo que tiene en casa’, le decía al popular al que recordó aquella famosa frase de ‘La corrupción ha triturado al PP’. Por si fuera poco, para Marín, Teresa Rodríguez, como los buenos ‘pívots’ de baloncesto, le puso un ‘sombrero’ cuando le recordó también que ‘Lo tienen difícil (en Ciudadanos) para criticar la corrupción cuando han votado en contra de reformar la Cámara de Cuentas’… amén de otros controles. ¿Ciudadanos corresponsable de la corrupción del PSOE andaluz? Eso es lo que casi dio a entender la candidata ‘morada’.
A Bonilla le quedaban aún balas en el tambor de su revolver; por ejemplo, la del papel que exhibió en con el que recordó cómo e 2016, el PSOE pidió el archivo del caso de los ERE. Aunque no pudo disimular su perplejidad cuando Marín le propuso cogobernar juntos si el 3 de diciembre los números lo posibilitaban. Moreno no picó el anzuelo y dejó que Marín se enredara en su verborrea, porque a los pocos minutos de ofrecerle la mano, volvía a ‘zumbarle’ por la ‘Gürtel’ o la ‘Púnica’. Pero el candidato popular corría ya imparable, como un ‘Panzer’ alemán: a Juan Marín le llamó, fina pero implacablemente, cómplice. Y a Susana Díaz le acusó de callar, de haberse puesto de perfil: ‘¿Por qué calló, señora Díaz? Con su silencio se convirtió en cómplice’. La corrupción, esa maldita palabra que envenena y emponzoña la política se había convertido ya, en la reina del debate. Y la presidenta en funciones comenzaba a ponerse nerviosa y a cometió otro de los errores que a los ciudadanos no les gustan nada: identificarse (ella y su partido) con todos los andaluces y con toda su tierra. ‘Estamos hartos de que se nos insulte’ Pues no, señora Díaz; no se insulta a todos los andaluces. Se enjuicia, solo, a los corruptos. Los votantes no son tontos ni ignorantes.
Unidad de España, Cataluña, ‘totum revolutum’… todos contra todos
El debate estaba ya ventilado y finiquitado, a efectos prácticos. Pero quedaba aún un apartado para hablar sobre Cataluña y la unidad de España. Díaz insistía, para quitarse de encima las críticas a que Sánchez gobierna en Madrid con el voto de los independentistas, que ‘Mi posición sobre España la conoce todo el mundo’; ‘Dígala’, le instaba Juanma Moreno, en un esfuerzo tal vez baldío porque aquí si que su margen de maniobra es corto. Más inteligente o maniobrera estuvo aquí Teresa Rodríguez que, rápida como una liebre, se apresuró a pedir a sus oponentes que esperaran a que los andaluces votaran el 2 de diciembre, antes de hablar de Cataluña.
Marín y Juanma Moreno afearon a Díaz las políticas del PSOE en el Congreso de los Diputados, por apoyarse en los separatistas y por permitir a Pablo Iglesias que sea ‘el vicepresidente del Gobierno en la sombra’. El candidato del Partido Popular exhibió un libro de texto que estudian colegiales andaluces donde se explica que España es un ‘Estado plurinacional’. Personalmente, me hubiera gustado más un final -y en esto creo que la candidata de Podemos acertó- en el que el argumentario hubiera seguido siendo las necesidades de los ciudadanos andaluces. Que eso, y no otra cosa, es lo que se vota. El próximo lunes, 26 de noviembre, segunda y definitiva cita; esta vez en RTVE. ¡Suerte a los cuatro!