La hora de Andalucía. 2-D, el debate decisivo.
La campaña electoral de las elecciones andaluzas entra en su fase decisiva. En ella, tendrán un peso importante -aunque no determinante- los debates televisados. Como en todas las campañas.
Siempre he manifestado mi crítica acerca de la forma en la que, hasta la fecha, se han venido realizando estos debates en España. Y ello porque casi siempre acaban resultando demasiado encorsetados y con un formato tan ‘enlatado’ que se vuelven aburridos y previsibles, impidiendo a los candidatos la posibilidad de exhibir sus mejores registros para que realmente pueda provocar ese efecto sorpresa como ocurre en otros países. En en el caso que nos ocupa, en Andalucía, tendremos dos debates: el del lunes 19 de noviembre, emitido por Canal Sur, y el del lunes 26 en Televisión Española.
No perdamos de vista que, aunque no sean decisivos, en estas elecciones los cuatro partidos principales se juegan mucho, tanto a nivel regional como nacional. Son las primeras elecciones con Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, y por ello una suerte de primera reválida, y con Pablo Casado en la presidencia del PP, por lo que sufrirá también un riguroso primer examen como líder de la oposición. Mientras el Presidente del Gobierno ha optado por una participación de muy bajo perfil -estará solo en tres actos al lado de Susana Díaz- Pablo Casado está haciendo toda una ‘campaña paralela’… tanto que algunos críticos consideran que está ninguneando al candidato Juanma Moreno Bonilla, colocándose además en demasía bajo el foco principal, con los riesgos que esto conlleva. Veremos quién gana y quién ha optado por la mejor la estrategia.
Mientras esto ocurre, los cuatro candidatos calientan en la banda antes del primer gran debate. Pero… ¿cuáles son las claves para triunfar en un debate de estas características?
Tras más de cinco décadas de experiencia ya en estos formatos, podemos sin duda ya sacar algunas de las reglas básicas para ello.
Mantener una actitud positiva. No rehuirlos
Muchos candidatos odian los debates. Pocos se enfrentan a ellos con la actitud positiva necesaria y una clara intención de proyectar ese éxito que los televidentes esperan en ellos. Rajoy fue un ejemplo. Odiaba los debates y se le notaba desde el primer encuadre.
Puedo entender este miedo, es comprensible, sin embargo es fundamental dar la cara antes millones de ciudadanos que, en algunos casos, en estos debates tienen la posibilidad de escuchar las propuestas de sus candidatos. Pueden ser arriesgados en cuanto en ellos se exponen a la crítica periodística, se desnudan frente al publico. La mayoría de las veces el riesgo de perder es muy superior a la posibilidad de ganar y el miedo a meter la pata se convierte en el peor obstáculo. Sin embargo, rehuirlos es casi siempre un grave error. Los debates ofrecen una oportunidad única no solo de confrontarse directamente con los adversarios sino también de enseñar el lado más humano y emocional.
¡Ojo con atacar directamente a los adversarios con agresiones personales! Puede convertirse en un ‘boomerang’ muy peligroso. En un debate a la alcaldía de Madrid en mayo de 2007, el entonces alcalde popular, Alberto Ruiz-Gallardón, debatía con el candidato socialista, Miguel Sebastián. Este sacó en un momento dado una foto de una conocida abogada madrileña -Monserrat Corulla- con la que insinuó una cierta vinculación con Gallardón. De fondo, planeaba un caso de corrupción famoso en la época: el ‘caso Malaya’. Sebastián tenía su razón pero los votantes no le perdonaron. Los golpes ‘ad hominem’ son contraproducentes. A eso me refiero cuando hablo de la ‘humanidad’ de los candidatos. Incluso en la contienda electoral hay reglas.
En España hubo que esperar, desde 1993 a 2011, para que candidatos a la Presidencia del Gobierno se volvieran a mostrar dispuestos a debatir. Manuel Campo Vidal lo consiguió de nuevo y solo en el escenario neutral de la Academia de las Ciencias y las Artes de la Televisión. Su desconfianza era tal que no querían ir a ‘esta’ o a ‘aquella’ cadena.
Es necesaria una minuciosa y excelente preparación.
Antes de los grandes debates, los participantes deben prepararse a conciencia, reproduciendo en todos los aspectos las condiciones que se van a encontrar.
Fundamental es el ‘predebate’, donde se negocian los formatos y las reglas del ‘cara a cara’ o ‘debate a cuatro’, en el caso de las andaluzas. Esta fase en España, como he comentado antes, es muy relevante. Todo se prepara hasta al mínimo detalle. Los candidatos tienen que conocer ‘al dedillo’ escenografía, tiempos, turnos, temas y preguntas. Después hay que ensayar con el equipo discursos, argumentos, anécdotas personales. Comunicación verbal, no verbal y paraverbal. Todo tiene que estar preparado y ensayado para transmitir la máxima seguridad.
Es imprescindible conocer al -o a los- adversarios. Mantener una actitud correcta hacia el oponente
El candidato tiene que trabajar con su equipo para conocer los puntos fuertes y también los débiles de sus adversarios. Es fundamental estudiar su estrategia política, su estilo como orador, sus trucos, sus mensajes. Casi siempre los debates se ganan antes de ponerse delante de las cámaras y de los atriles. Estudiar ‘minuto a minuto’ las intervenciones de los adversarios con material audiovisual puede permitir llegar al momento clave con la batalla ganada.
Una vez conocidos los adversarios hay que trabajar a fondo el enfoque correcto hacia el oponente. Alcanzar un equilibrio adecuado entre la agresión y la cortesía. La educación y las buenas formas junto a mensajes duros y ganadores. Hay que proyectar siempre el éxito y mostrarse como ganador, con una actitud que sea agresiva pero con exquisitez. Mantener un tono respetuoso destacando punto a punto las diferencias con los adversarios.
Los ataques personales son casi siempre un error. Al público le predisponen a favor del ofendido. Pedro Sánchez se equivocó al insultar a Rajoy en 2015 y llamarle ‘indecente’. Rajoy respondió tachándole de ‘Ruin, mezquino y miserable’. El gallego volvió a ganar. El electorado castigó más a Sánchez su osadía que al entonces presidente popular su respuesta. Campo Vidal fue criticado por su actitud pasiva. El mal estilo, incluso el insulto, personal, son detestables en un debate
Definición de la estrategia.
Una vez estudiado a fondo el formato y el adversario, se debe establecer la estrategia que se seguirá delante de las cámaras. La mejor improvisación es estar perfectamente preparados. Cuanto más estas seguro de ti mismo, más la creatividad e intuición podrá fluir cuando sea necesaria.
Es de vital necesidad también mantener una buena actitud con los moderadores, condensar los mensajes y ofrecer continuamente titulares de impacto, que se puedan traducir en el instante en ‘tuits’.
Conectar con el público y no aburrirle
Los políticos españoles suelen ser bastante aburridos y están acostumbrados a centrarse en fórmulas institucionales que son casi siempre antitéticas con el lenguaje televisivo. La televisión es espectáculo y no hay que olvidarse nunca que estamos frente a un debate y no pronunciando un discurso. Por ello, el candidato ante las cámaras no puede usar el mismo lenguaje que usa en el Parlamento. Olvidarse de tecnicismos, términos jurídicos, palabras llenas de solemnidad pero que no llegan a la gente es primordial.
Los candidatos tienen que conectar con la gente estableciendo una conexión emocional con la audiencia. Barack Obama y Bill Clinton han sido unos auténticos maestros. El mismo Donald Trump, a pesar de ser odiado por muchos, consiguió en los debates electorales en 2016 conectar con la gente mucho más que Hillary Clinton.
El sentido del humor: una herramienta insuperable
El sentido del humor personal y el uso de buenas anécdotas puede ser una enorme ventaja en un debate.
En España, se usa muy poco. Solo son recordados por sus ‘chanzas’ políticos como Alfonso Guerra o Esperanza Aguirre, con algunos toques ‘castizos’ en sus intervenciones. Ni Aznar, ni Zapatero tenían un gran sentido del humor, aunque este último fuera más empático. Rajoy, con su humor galaico, solo llegaba a algunos.
A ello hay que añadir como otro instrumento básico la comunicación no verbal. Conviene vigilar los gestos
Comprender los debates como autenticas producciones televisivas.
Los participantes deben estar preparados para que las cámaras les sorprendan en cualquier momento. Nunca olvidarse que cualquier error, conducta, situación en televisión tiene un efecto exponencial que puede jugar en contra o a favor.
Preparar correctamente una buena apertura y un buen cierre.
Como en cualquier discurso la apertura y el cierre son los momentos clave y tienen que prepararse al máximo. El primer y el último mensaje suelen quedarse en la retina y en la mente de los votantes.
Usar el traje más cómodo… y que mejor dé ante las cámaras.
Nunca es conveniente disfrazarse. Uno debe aparecer tal cual es y cómo se le espera.
Disfrutar de la experiencia. ¡Divertirse y que se note!
Los candidatos deben mostrarse relajados y con el control de la situación. Confiados y seguros. Sin reticencias y sin miedos.
Si los cuatro candidatos en liza, Susana, Juanma, Juan y Teresa… Díaz, Moreno, Marín y Rodríguez, observan escrupulosamente estas reglas, sus posibilidades de ganar crecerán exponencialmente y viviremos una campaña de alto voltaje y de gran interés; para los expertos, para los propios políticos, para los periodistas… y para los ciudadanos, que es lo primordial.