ELECCIONES ‘MIDTERM’ DE INFARTO PARA TRUMP

El próximo martes, 6 de noviembre, tienen lugar en los Estados Unidos las conocidas como elecciones ‘midterm’. Una cita clave para el futuro de Donald Trump y del país. Nunca como ahora, estos comicios habían sido considerados como una suerte de referéndum, a favor o en contra, de la gestión presidencial en estos primeros dos años.

Los estadounidenses deberán elegir ese día a 35 de los 100 senadores, a los 435 miembros de la Cámara de Representantes y a 36 de los 50 gobernadores del país. Está en juego por lo tanto mantener o invertir los equilibrios políticos que pueden facilitar o hacer imposible la acción presidencial y en último término, facilitar o complicar el camino hacia su reelección.

Se da por descontado que la Cámara volverá a ser demócrata, con un 54 por ciento estimado de los sufragios. Mucho más reñido e incierto se presenta el resultado en el Senado. No es aventurado pronosticar un Congreso bicéfalo.

Las últimas encuestas indican que el avance demócrata puede ser muy importante. Una derrota de Trump podría ser aprovechada para intentar el ‘impeachment’ al presidente. Aquel ‘outsider’ , peligroso, sí, pero por el que nadie daba un duro y que acabó en la Casa Blanca, no sin antes haber devorado a su partido, que le aceptó como candidato con resignación. Tan es así que, en palabras de John Boehner, expresidente de la Cámara de representantes, en Estados Unidos ‘ya no hay Partido Republicano, hay Partido de Trump’.

Ni que decir tiene que la opinión pública, tanto la americana como la del resto del mundo, está pendiente de unos resultados que pueden tener un impacto tremendo sobre el futuro nacional e internacional. Si el ‘trumpismo’ gana este examen será muy complicado frenar sus políticas racistas y nacionalistas en lo económico y además tendrá vía libre para su reelección.

El bono y la FED, empeñados en ‘aguar la fiesta’

El paro ha descendido a niveles históricos. Habría que remontarse, nada menos que a 1969, para encontrar ratios similares. Un resultado extraordinario, sin duda, que ha llevado la confianza de los consumidores a cotas no vistas desde los años 90. Los sueldos siguen subiendo después de años de empobrecimiento y la bolsa está en máximos.

Pero no todo el monte es orégano. El bono… ¡ay, Donald, el bono! 

Nada menos que un veinticinco por ciento de los analistas ve el bono estadounidense a diez años en un 3,5 por ciento. Teniendo en cuenta que el ‘bund’ alemán no ofrece más de un 0,5 por ciento, muchos se plantean empezar a comprar deuda soberana norteamericana… a costa de que mengüen las carteras de acciones, como es natural.

Y es que el mercado tiene sus reglas, que de esto Trump -por estúpido que parezca- algo sabe. Y suele ser conveniente, como estoy tratando de explicar, rehacer cálculos para comprobar si el riesgo adicional que supone invertir en renta variable compensa y si las grandes corporaciones estarán preparadas para afrontar los mayores costes financieros derivados de la presión que ejercen los títulos soberanos. Los tiempos, por lo demás, del dinero a ‘coste cero’ se han acabado. Y la FED, que no atiende -aunque lo parezca- a calendarios ni cálculos electorales, se ha convertido en la gran ‘bestia negra’ de un Trump que en las últimas semanas no quiere ni oír hablar de subidas de tipos. Lógico.

El inquilino de la Casa Blanca tiene, eso sí, fresca aún su victoria en materia de comercio exterior, al haber obligado a México y a Canada a romper el acuerdo Nafta para cambiarlo por otro mucho más favorable a los intereses de los EEUU. 

‘Los miserables’ … a las puertas de la frontera

En materia de inmigración, Trump sigue adelante con sus polémicas decisiones y con un último vídeo de un tinte extremadamente racista. 

El mandatario ha desvelado además en las últimas horas que su Ejecutivo remata un plan para establecer puntos de ingreso para los solicitantes de asilo en su país. Es este asunto, con una marea humana procedente de países centroamericanos que sigue imparable su marcha buscando atravesar la frontera estadounidense, el que sin duda ha adquirido un protagonismo central en estos últimos días antes del próximo 6 de octubre. 

Una infinita campaña electoral por delante

Favorable a los demócratas, por lo demás, es la situación de la Sanidad. Muchos americanos se han quedado sin cobertura de ningún tipo y en muchos colegios electorales este gravísimo problema puede inclinar la balanza en favor de los demócratas.

La elección del juez Kavanaugh para la Corte Suprema es favorable a los republicanos, que a pesar de perder voto femenino eligiendo a un presidente sobre el que pesan graves acusaciones de violaciones y acosos, ha conseguido dramatizar y radicalizar el choque acerca del liderazgo en el Supremo y movilizar a la extrema derecha. Elegir a Kavanaugh es luchar contra el aborto y reducir los avances en materia de igualdad y en lo que se refiere al matrimonio homosexual.

El gran problema de los demócratas sigue siendo la falta de nuevas caras que puedan hacer presagiar un futuro prometedor de cara a recuperar en 2020 La Casa Blanca. Sin embargo, lo que sí han realizado de una forma excelente, es un correcto ajuste en cada estado a las diferencias de idiosincrasia de cada zona del país. Más progresistas unos, más liberales otros. Como en otros países, también en Estados Unidos se vota cada vez el líder, el individuo más que al partido. Por lo tanto es clave no equivocarse en las estrategias políticas a pié de calle.

Que Trump pierda estas elecciones no parece algo que preocupe excesivamente al estrambótico presidente. Históricamente ha pasado en muchas ocasiones. Ocurrió con Clinton y también con Obama y a pesar de ello volvieron a ganar las elecciones presidenciales. Pero no cabe duda de que en  los próximos dos años estaremos en campaña electoral y entonces sí será clave para los demócratas encontrar un candidatos que pueda devolver La Casa Blanca a un político más tradicional y menos conflictivo para los americanos y el mundo entero.

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