ESPAÑOLES, LOS PRESUPUESTOS NO TIENEN NADA QUE VER CON LOS DE ITALIA..¡DON’T PANIC!

ESPAÑOLES, LOS PRESUPUESTOS NO TIENEN NADA QUE VER CON LOS DE ITALIA….¡DON’T PANIC!

Muchos en Bruselas han confiado, hasta el último segundo, en que el desafío planteado por el gobierno italiano con sus Presupuestos Generales del Estado fuera tan solo un órdago… una machada de Salvini destinada a recuperar ‘punch’.
Entre su propio electorado en primer lugar, maltrecha como está su imagen tras tanta declaración extemporánea y cada vez mayores excesos en materia migratoria pero también ante sus propios socios europeos, que hace poco más de una semana ‘pusieron a caldo’ al ministro italiano de finanzas al que leyeron la cartilla en el Eurogrupo, sobre todo en lo que tiene que ver con una deuda pública completamente descontrolada; algo que el ‘testicular’ y ‘testosterónico’ Salvini no puede consentir.

Pero como digo, hasta hace pocas horas, la mayoría no habían tomado en serio el ‘órdago’ del Gobierno ‘nacional-populista’ de mi querido y azotado país que manejan con enloquecida aguja de marear el propio Matteo Salvini y Luigi Di Maio.
Los más bienintencionados analistas -y me consta que no pocos altos funcionarios de Bruselas- hacían votos por un cambio de rumbo, un ‘golpe de timón’, a última hora. Sin embargo, no ha habido ni cambio ni sorpresa alguna: el órdago -por hablar en términos del españolísimo juego de mus- era real; y aunque Salvini no lleve ni mucho menos los cuatro reyes -ni tan siquiera uno me atrevo a decir- que le permitieran ganar esta mano, los Presupuestos Generales del país transalpino, que fijan un déficit nada menos que del 2.4% para el año que viene, eran aprobados a última hora del pasado lunes. ¿Una locura política?… ¡sin duda!

Una locura, sí… una locura

La luz verde a estas cuentas, absolutamente descontroladas, sella uno de los mayores desafíos que la Unión Europea ha vivido en los últimos años. Tal y como había amenazado con su habitual desparpajo, chulería se dice en España, Matteo Salvini tras recibir las advertencias que le llegaban desde la UE: ‘No nos sentimos vinculados por la normativa sobre el déficit decretada por Bruselas y que tantos gobiernos europeos han ignorado tranquilamente, empezando por Francia, Alemania y España’. La justificación que arguye en vicepresidente italiano es que el país transalpino ha sido el más azotado por las políticas de austeridad que se adoptaron tras la crisis. La realidad es que estos Presupuestos absorben todas las faraónicas promesas electorales de los dos partidos gobernantes, que ahora deben financiarlas a costa de incrementar la deuda, como es natural.

Giovanni Tria, el ministro de Economía de este gobierno italiano que se le está atragantando a Bruselas, ha conseguido llegar a un acuerdo que no tiene apoyo alguno, ni posibilidad de conseguirlo, entre los grupos de la oposición, por no salir del propio ámbito doméstico, y que desde el principio ha sido también rechazado por Bankitalia y la mayoría de las grandes empresas del país.

Unas cifras inasumibles: de ensueño… o de pesadilla…

El proyecto incluye por ejemplo uno de los principales pivotes de ‘Cinco Estrellas’: la llamada ‘renta de ciudadanía’, que no es otra cosa que un subsidio para parados y personas en riesgo de exclusión de 780 euros mensuales. A esta medida se añaden unos importantes incentivos fiscales a empresas que reduzcan su impacto medioambiental e indemnizaciones a las víctimas de la crisis financiera.
Por lo que se refiere a las promesas de la ‘Lega’, Salvini ha conseguido la prometida reducción de la edad de jubilación. La medida beneficiaría a 400.000 italianos, pero costaría la friolera de 7.000 millones de euros.

Por no aburrir con tecnicismos, añadiré solamente que estaría prevista también una suerte de ‘amnistía fiscal’ para perdonar sanciones a evasores a cambio de repatriar el dinero.
El plan utópico de este Gobierno Frankestein costará unos 37.000 millones de euros de los que alrededor de 15.000 provendrán de recortes de gastos, aumento de ingresos, y otros 22.000 financiados con aumento del déficit. Un despropósito económico en toda regla que imposibilita la reducción de la deuda, cuyo porcentaje sobre el PIB italiano alcanza ya ese mareante 132 por ciento. Una locura. Sobre todo, en un contexto de desaceleración generalizada.

Tria, el encargado de dar la cara en Bruselas, es un economista al que los analistas califican de ‘moderado’. Un técnico, al fin y al cabo, que desde el principio ha tratado de recortar las pretensiones del tandem Di Maio-Salvini para ajustarse a las exigencias de Bruselas. A la vista está que ha sido incapaz, con lo que ha demostrado ser otro títere en manos de los nacional-populistas que gobiernan Italia.

‘Alerta roja’ en Bruselas

Así las cosas, la Comisión Europea pedirá explicaciones al Gobierno italiano. Conociendo el estilo marcado por Salvini y Di Maio, los auténticos protagonistas de esta aventura populista, estos aprovecharán cualquier decisión de Bruselas para subir el tono victimista y propagandista contra la Unión Europea.

Jean Claude-Juncker, presidente de la Comisión Europea, ya ha declarado que, con el presente documento, Italia ha quebrantado su compromiso de reducir el déficit público. Si se aceptara tal disparate las quejas de muchos Estados de la Unión aflorarían en cascada.

Giuseppe Conte ese inane e invisible presidente del Gobierno ha firmado –‘en barbecho’, como se dice en España- y sin inmutarse un auténtico y suicida cheque en blanco.
Con ello ha puesto también de manifiesto, una vez más, ser otra marioneta en manos de sus dos vicepresidentes. 

No soy un técnico ni un economista y por lo tanto no es mi labor entrar en la letra menuda de un acuerdo que, como han sentenciado la totalidad de los socios europeos, conducirá a Italia al borde del abismo y condenará a la tercera economía de la zona euro a seguir estando en la cola del crecimiento. A mi país, que ostenta el ratio de deuda ya mencionado más arriba, le cabe el triste honor de estar a la cabeza -o más bien a la cola- de Europa en esa partida.

España no es Italia

Parece bastante evidente que la situación italiana no tiene nada que ver con la española, a pesar del empeño de algunos catastrofistas que, en su mayor parte, se sitúan en la oposición al actual gobierno de Sánchez. En primer lugar, porque España no supera -y ya es mucho- el porcentaje del 100 por cien de deuda sobre su Producto Interior Bruto. Pero, sobre todo, porque las cuentas del Reino de España, tal y como han explicado las ministras de Economía y de Hacienda, Nadia Calviño y María Jesús Montero, no se desvían de los parámetros generales exigidos por Bruselas; la posición española es por lo demás de franca colaboración -como sabe el comisario Moscovici- y no de abierta rebeldía y desde luego, un humilde recorte en las expectativas de crecimiento de una décima porcentual, no va a hacer temblar los cimientos de la Zona Euro. No, decididamente, España, por mucho que me duela en este caso, no es Italia.

Ojalá las autoridades de mi país recapaciten y entren en razón. Y olviden sus compromisos populistas y quiméricos y ordenen sus cuentas; más le vale, a Italia en particular y a Europa en general. Grecia no sobrepasa el 2 por ciento del PBI de la Eurozona y ya recordarán las turbulencias que el país heleno generó. Italia, con un 11 por ciento, podría ocasionar un ‘tsunami financiero’ de imprevisible final. Espero, optimista como soy por naturaleza, que la racionalidad se imponga.

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