EL AVANCE DE LA EXTREMA DERECHA, PRÓXIMA ESCALA BRAZIL

EL AVANCE DE LA EXTREMA DERECHA, PRÓXIMA ESCALA BRAZIL
 
Si hay un país fuera de esta decadente, aunque adorada Europa por el que siento un cariño especial, ese es Brazil.
Allí he trabajado intensamente desde el día en el que decidí consagrarme a entrenar líderes. Un país que es todo un continente en sí mismo y que constituye la eterna promesa de la economía mundial. Emergente…eterno emergente.
 
Brazil vive el próximo domingo, 7 de octubre, la primera vuelta de una de las elecciones presidenciales más complejas de estos últimos años. Con una sociedad, fatalmente dividida, entre una izquierda deprimida y defraudada por los años de esperanza y la posterior caída a los infiernos de Lula Da Silva, cuyo heredero político es Fernando Haddad, candidato del Partido de los Trabajadores, PT, y un avance que parece imparable de la extrema derecha homófoba, machista y nacionalista de Jair Bolsonaro. 147 millones de brasileños deberán decidir qué es lo que más les conviene, en un país en el que el voto es obligatorio.
 
En la noche del lunes asistimos a un último y durísimo debate electoral que nos dejó algunas claves de lo que puede ocurrir el próximo domingo. En él estuvieron presentes ocho de los trece candidatos a la Presidencia del país, con la excepción del citado Jair Bolsonaro, líder del llamado PSL, Partido Social Liberal, aún convaleciente de la grave herida de arma blanca que un exaltado le asestó el pasado 6 de septiembre en Minas Gerais. El debate fue de gran altura y estuvo repleto de momentos de calidad e ímpetu. Las mejores, las del laborista Ciro Gomes y las del conservador Geraldo Alckmin. Hay que destacar también, aunque sus expectativas electorales son muy pobres, las intervenciones de la ecologista Marina Silva y las del ex ministro de Hacienda Henrique Meirelles.
 
Triunfadores en el debate… pero no en los sondeos
 
Todos los medios de comunicación y buena parte de los politólogos brasileños coinciden en que los claros triunfadores de esta contienda dialéctica fueron los partidos moderados, que superaron claramente a los extremistas. A pesar de ello, los sondeos siguen otorgando una notable ventaja sobre el resto a Jair Bolsonaro y Fernando Haddad. Fueron notables, tanto las críticas al radicalismo ultraderechista del primero, como a la corrupción y a la ineficiencia del periodo dominado por Lula y sus políticas, cuya defensa corresponde al candidato del PT. Un Haddad que estuvo muy por debajo en sus intervenciones de lo que de él se esperaba.
 
En un país dominado por una corrupción estructural y que ostenta el triste récord de tener a más de la mitad de sus senadores y a un 47 por ciento de los miembros del congreso imputados por escándalos ligados a esta lacra, la sensación generalizada es la de que no hay esperanzas para solucionar los enormes retos que están por afrontar. El populismo ha llegado para quedarse y probablemente para triunfar en los comicios del domingo.
 
Una lucha entre dos
 
Hay que destacar también la presencia de la única mujer candidata, que criticó de forma inmisericorde tanto la época ‘lulista’ como la amenaza representada por Bolsonaro. En su opinión, tanto este como Haddad, son culpables de asustar a los mercados y de aislar el país en un hipotético escenario internacional. Valientes argumentos que no parecen haberle servido para subir en los sondeos. Y es que, todo parece pasar por las dos orillas descritas; tanto Ciro Gomes como Geraldo Alckmin como Henrique Meirelles o la propia Marina Silva no tienen apenas posibilidad alguna de pasar a la segunda vuelta.
 
Solo queda una esperanza y es que, aunque Jair Bolsonaro es el claro favorito para esta primera vuelta, su triunfo no está tan claro en la segunda. Las últimas encuestas de ‘Datafolha’, otorgan a Haddad hasta un 45 por ciento de los sufragios frente a solo un 39 por ciento para Bolsonaro en esta segunda vuelta. De momento, todos han puesto en su sitio al candidato ultra por declarar que no aceptaría los resultados si no conseguía la victoria. En su declaración se ha visto claramente su ‘ramalazo’ populista y autoritario, digno de un dictador totalitario. Justamente por las críticas recibida por sus palabras en el debate el candidato del PSL tuvo que rectificar en las últimas horas sus declaraciones a ‘O Globo’, subrayando hipócritamente que lo que quiso decir es que no podría ‘hacer nada’ en el caso de una eventual derrota.
También Haddad salió algo machacado del debate. Los 14 años de Gobierno de Lula han sido años de corrupción y la esperanza de ver aniquilada esta lacra que pudre el país se han desvanecido completamente.
 
La frialdad del ‘sucesor’

Haddad y su personalidad no acaban de calar en la calle y de apasionar un pueblo tremendamente decepcionado y en búsqueda de nuevas ilusiones. Quizás en búsqueda de esa capacidad de inspirar su electorado el candidato ha vuelto a visitar, ya por cuarta vez, a Lula en la cárcel de Curitiba. Sin duda para pedirle consejos, contagiarse del carisma del viejo líder y también para intentar que los indecisos de la izquierda no olviden que, quien hubiera querido ser el candidato a estas presidenciales, es el mismísimo Lula, pero se lo han impedido. Gane quien gane tendrá un reto titánico, el de recuperar la confianza de los mercados en Brazil. Un país sumergido en una grave y con 13 millones de parados.

 

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