Como saben todos los que me siguen, llevo años dedicado al liderazgo empresarial y político y a la búsqueda y selección de directivos para muy distintas grandes empresas y organizaciones. Y para mí, este fenómeno que acaba de estallar lamentablemente en la cara opinión pública española acerca de currículums falsificados o ‘tuneados’, no es nuevo. Tampoco la presentación de tesis o trabajos universitarios copiados o plagiados. Algo que en países como Alemania está muy perseguido y muy mal visto, al igual que en casi toda Europa, pero que en España solo sirve, a lo que se ve, como arma arrojadiza política. ¡Mucho me temo que aún no se tiene una dimensión correcta de la gravedad de este asunto!…Repito, no solo en lo público. En Alemania, vuelvo a insistir, le costó el puesto a una ministra de Defensa. En nuestro país, parece que todo lo que no sea una corrupción estrictamente dineraria, no se considera corruptela con mayúsculas.
Sentado todo esto, mi objetivo hoy es establecer algunas diferencias que yo aprecio entre los distintos escándalos acerca de ‘Másteres’ y postgrados con cierto olor pestilente… y las hay.
Por qué el ‘caso Montón’ es, si cabe, más grave que el ‘caso Casado’.
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Es extraordinariamente sospechoso que la ya exministra de Sanidad se haya presentado ante los periodistas con un ‘tocho’ de varias decenas de páginas que corresponderían a un presunto trabajo, pero del cual solo ha permitido ver la portada. Es cierto que Casado tampoco enseñó el suyo, aunque se vio en él la voluntad de gestionar la crisis de la mejor manera posible; desde los primeros días del estallido de la noticia, permitió la entrada a su despacho a los periodistas y les mostró toda la documentación pertinente. Es de ley reconocer que Montón, a las pocas horas de aparecer la primera información referida a ella en eldiario.es, convocó una rueda de prensa. En la mañana del lunes 10 y de forma inmediata.
En el caso de Pablo Casado, no nos referimos a un ´Máster’ finalista sino a un paso previo para obtener el doctorado. En el episodio protagonizado por Carmen Montón, sí que se trata de un ‘Máster’ finalista. Dicho en otras palabras, los estudios de postgrado del presidente del PP tenían como justificación la mera adaptación a las exigencias del Plan Bolonia. Ni siquiera hubo que expedir título alguno. Aunque ahora su futuro esté en manos del Tribunal Supremo que, posiblemente y según mi punto de vista, archivará la causa. Pero deben recorrerse todos los trámites legales. Otra cosa es que se demuestre un trato de favor hacia él, tal y como referiré más abajo también respecto a la ya exministra de Sanidad. ¡Solo por eso, un político debería dimitir!.Y el hecho de que fuera elegido presidente del PP, con esta sombra, viene a demostrar desde mi atalaya de experto en esta materia que el nivel de exigencia en España acerca de la ejemplaridad de los políticos no es muy elevado. Y debería serlo. Es una pena, pero es así.
¿Intercambio de favores?
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Entrando en un terreno más personal, es muy importante destacar que el líder popular no tenía -no tenía por qué tener porque no era exigible- contacto directo alguno con los responsables o los ‘directores’ de sus estudios de postgrado. Montón, según parece, tenía un contacto muy directo. Y de ahí, parte del escándalo… me siguen, ¿verdad?
Si aceptamos ya de una vez que, independientemente de la reprobable vanidad -graduada con distintas intensidades en cada caso- de los políticos implicados en estos últimos ‘affaires’, estos casos no son tanto el ‘caso Casado’ o el »caso Montón’ sino el ‘caso URJC’, las relaciones personales y el ‘win win’ o el ‘do ut des’ que se pueda establecer en casa supuesto es fundamental. ¿Por qué el responsable de ese podrido Instituto de Derecho Público, el señor Álvarez Conde, y algunas, según parece, profesoras responsables de los ‘Másteres’ escandalosos hacían lo que hacían? ¿A cambio de dinero? ¿A cambio de contrapartidas futuras de promoción personal o protección política en sus puestos? Porque ninguno de los personajes públicos implicados -o presuntamente implicados- hasta ahora son líderes menores. En un caso hablábamos de la que fuera presidenta de la Comunidad de Madrid… en este último, nada menos de quien llegó a ser Consejera de Sanidad de una comunidad autónoma y posteriormente ministra. En el caso de Pablo Casado, se nos ha ‘vendido’ que su presunto ‘trato de favor’ se habría producido porque, ya en su época de líder de las Nuevas Generaciones de su partido, era un protegido de la expresidenta de la CAM, Esperanza Aguirre. Todo habrá que irlo viendo, pero mucho me temo que la situación profesional y judicial de los responsables de la URJC se complica cada día más. Y que un organismo nuclear en esta Institución universitaria estaba muy podrido.
Casado no estaba obligado a ‘despachar’ sus estudios con otro órgano que no fuera el Rectorado. Montón, conocía a las personas que dirigían los suyos.
En el caso de la exministra, la sospecha de que haya existido también un trato de favor es motivo suficiente para dimitir, tal y como hizo en la noche del martes 11 de septiembre. Debo añadir algo más; Casado no estaba obligado a defender su trabajo; la exministra sí. Las explicaciones para no dar más explicaciones -valga el juego de palabras- sobre si tenía más o menos tiempo o si la llevaban en taxi son impresentables.
Desprestigio irreparable.
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La URJC, por su parte, ha hecho público ya un comunicado en el que trata de dejar clara y a salvo su honorabilidad y culpa a los responsables políticos cuyos nombres se han ido viendo salpicados. No sé si me sirven estas explicaciones porque tanto Álvarez Conde, quien hasta hace pocos meses pasaba por ser un prestigiosísimo catedrático de Derecho Constitucional, como algunas docentes a sus órdenes, han tenido ya que declarar ante los jueces en calidad de investigados. Mal, muy mal…
El daño hecho a la universidad pública en España será muy difícil de restañar, aunque pasen muchos años. Y la indignación y la rabia entre miles de estudiantes que se sacrifican, personal y económicamente para pagar y culminar unos estudios que les capaciten para el difícil mundo profesional, es entendible.
Las afinidades personales que se denuncian son muy importantes penalmente. De ellas depende, nada menos, que la gradación penal del presunto cohecho que tendrán que valorar los jueces. En este punto es importante recordar que, mientras que los casos de Cifuentes y Casado están judicializados, el caso de Montón no lo está. Tanto en el escándalo de Carmen Montón como en el de la expresidenta Cristina Cifuentes, la principal irregularidad se ha fundamentado en la presunta falsificación documental: alteración de notas, actas, matrículas o convalidaciones. En el de Casado, además de haber sido presentada a los periodistas, como he dicho, la documentación guardada se gestionó en tiempo y forma en la ventanilla correspondiente. No a través de conocidos o correos electrónicos.
Por lo que al PSOE se refiere, incluso si se archivara la causa contra pablo Casado como he sugerido, la dimisión de Carmen Montón, que se vio forzada básicamente por las sospechas de plagio, le va a beneficiar. No me cabe duda alguna. Se ha demostrado EJEMPLARIDAD y el propio presidente ha hecho gala de una destacable altura de miras al prescindir, visiblemente afectado hoy en el Congreso de los Diputados, de una buena amiga y colaboradora.
Al final, me acabará doliendo la boca de repetirlo, lo importante, lo nuclear es el respeto a la MERITOCRACIA. No sé qué es peor; si el hecho de que Cristina Cifuentes no presentara jamás su trabajo, probablemente porque nunca existió, o que este se haya plagiado, tal y como demostró La Sexta en el caso de la exministra socialista. ¿Cómo se atreve alguien a quien se ofrece la más alta responsabilidad para un ciudadano, como es la de ser ministro del Gobierno de España, y sabe que tiene este tipo de plomo en las alas, a aceptar tamaño encargo político? Sigo preguntándomelo.