PABLO CASADO Y EL CASO ‘ÁLVAREZ-CONDE’
Un día más me toca escribir sobre el ‘maldito’ master de la URJC.
Pablo Casado ha visto como el cerco judicial se estrecha en torno a él conforme van pasando los días. La reciente decisión de la titular del juzgado número 51 de Madrid de elevar al Supremo (por su carácter de aforado) la realización de un ‘Máster’ en el que le fueron convalidadas 18 de las 22 asignaturas de las que constaba por estimar indicios de cohecho impropio y prevaricación supone un punto de inflexión -y no menor- para el flamante presidente del PP, que ve como su futuro político y personal se complica. La juez entiende, y así lo ha motivado en su decisión, que en su opinión, este ‘Máster’ se usaba ‘como regalo o prebenda a alumnos que mantenían una posición relevante en el ámbito político o institucional…’
El pasado lunes, 6 de agosto, Casado comparecía por enésima vez ante los medios; con aplomo pero inequívoca expresión de estar cansado y ‘tocado personalmente’. No es para menos. Lo hacía para aclarar que en su opinión no ha cometido delito alguno y que no piensa dimitir ya que el partido tiene establecido claramente todo lo relativo a este aspecto en sus estatutos y en su opinión, su caso personal se encuentra al margen de lo previsto por la normativa interna.
Y… ¿quién es esta jueza?
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Como de Casado ya han corrido ríos de tinta en las últimas semanas, permítaseme que ponga hoy el foco en la jueza que instruye -hasta el momento- su caso; Carmen Rodríguez- Medel. No voy a cometer el error, ni la osadía, de poner en tela de juicio su trabajo de instrucción, pero creo tener derecho a fijarme en su trayectoria. A muchos puede sorprenderles el hecho de que en ningún lugar se la ‘tilde’ de ser cercana a la ideología socialista o, simplemente, de ‘progresista’. Porque no lo es. Parece ser que la titular del juzgado número 51 de los de Madrid es más bien conservadora, y que trabajó recientemente como asesora del ministro Catalá-Polo. Da igual; esto lo que indica es que no es neutra políticamente.
O a lo mejor no da igual; no es la primera vez que en este país, un juez vuelve del ámbito político y se dedica, en su nuevo destino, a instruir sumarios contra otros políticos… algunos de su contraparte ideológica y otros… de su antigua cuerda. Es un clásico en España; desde Baltasar Garzón, pasando por Eloy Velasco, hasta nuestros días…
Si nos importa la ‘tendencia’ de algunos jueces en otros casos polémicos, también en este debería hacerlo. Dicen otras lenguas de doble filo que, desde que ejercía en Marbella, cultivó una cierta afición a lo de convertirse en ‘jueza estrella’, llegando a aspirar en su día incluso a la plaza que dejó vacante Baltasar Garzón en la Audiencia Nacional.
Buscar… hasta que aparezca algo
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En esta instrucción, la relativa al presidente del Partido Popular, encuentro algunas otras cuestiones que me llaman la atención; por ejemplo el hecho de que en este caso, a diferencia del de Cristina Cifuentes, sí han aparecido los trabajos… pero, ¡qué mala suerte!, el alumno los entregaba en mano. Un hecho que a la jueza le debe de haber contrariado porque después de preguntarse por qué no hay un solo e-mail del asunto, (con Cifuentes parece que sí los había), ha ordenado ‘destripar’ el portátil del joven diputado por Ávila. ¿Conocen aquel dicho entre periodistas que reza que la realidad no te estropee una buena noticia? Pues tal pareciera con esta juez, solo que en forma de pruebas concluyentes.
Insisto en mi respeto absoluto a la independencia judicial y lo sagrado de la instrucción de un juez, sea de la naturaleza que sea, pero al igual que me he permitido -desde el absoluto acatamiento- comentar sentencias polémicas como la de ‘La Manada’ me permito ahora el lujo de dejar aquí estas humildes opiniones sobre el trabajo de la señora Rodríguez-Medel.
El ‘caso Álvarez-Conde’
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Sigo pensando que, aquí, si hay caso, no es el ‘caso Casado’… ni siquiera el ‘caso URJC’, sino el caso ‘Álvarez Conde’. Un personaje que había montado, con el presunto consentimiento -o no- de algunos responsables políticos cercanos al poder popular autonómico madrileño, un lucrativo chiringuito con el que, a cambio de completar la vanidad curricular de algunos, presuntamente -siempre presuntamente- había engordado su patrimonio. Me dicen que le están investigando a fondo bienes y cuentas… iremos viendo. Tal era el desahogo de este catedrático de Derecho Constitucional, que pasa o pasaba por ser uno de los mejores de España, que matriculaba incluso a alumnos que desconocían tal circunstancia. La razón era la necesidad de unos cupos mínimos para cobrar las magras subvenciones que el ‘kiosco académico’ percibía. Hasta ahora, esta ‘perla académica’, se ha negado a declarar y ni siquiera ha podido ser registrado su despacho. ¿Qué guardará en él?…
Pero es que hay más, mucho más, en este desafortunado asunto del ‘Máster’ de Casado. Señalan fuentes ‘populares’, y con cierta razón, que el hoy presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, presumía de un Máster que nunca ha aparecido. Pablo Iglesias, aseguraba dominar el inglés… aunque tras escuchar alguna de sus intervenciones en la lengua de Shakespeare, nadie lo aseguraría. Y qué decir de otros expedientes ‘tuneados’, como el celebérrimo de un Patxi López que jamás fue ingeniero o de una Elena Valenciano que nunca terminó ni Derecho ni Ciencias Políticas, o el de la alcaldesa de Santander y sus estudios de Magisterio… o, o… Quiero decir, en fin, que es una moda muy arraigada en la política hispana esta de mentir a la hora de atribuirse estudios de los que se carece. A la luz de mis ya veinticinco años seleccionando directivos y entrenando a políticos y a líderes empresariales, no dejo de preguntarme por qué. No es la primera vez que les confieso que por mis manos han pasado miles de CV y que puedo asegurar, y aseguro, que para un ‘headhunter’ experto, la titulación académica es una de las cosas que menos ‘puntúa’. Lo digo en serio.
En relación a Casado, ya veremos si se abre o no el juicio oral y en ese caso que decide hacer el político palentino. Mientras tanto el reloj judicial sigue corriendo inexorablemente y el joven líder de la derecha española tendrá durante estos días sobradas oportunidades de recordar aquella frase de ‘Il Divo’ Andreotti: en política, hay amigos, conocidos, adversarios, enemigos… y compañeros de partido. El que si ya está definitivamente condenado y sentenciado es este ‘maldito’ Master y todos aquellos que mienten y tunean currículum vitae. Un inútil instrumento de vanidad y harakiri profesional.