ELECCIONES ANTICIPADAS, ¿LA MEJOR SALIDA ?
Que el Gobierno de Pedro Sánchez nació en franca minoría, no hay que repetirlo. Y que ni en sus mejores sueños hubieran acariciado un CIS como el primero de la ‘era Tezanos’, tampoco. Nada menos que 9.5 puntos de ventaja sobre PP y Ciudadanos. Por mucha cocina que pueda haber existido, algo habrá tenido el agua, ‘de tan bendecida’.
En consonancia con ese viento de cola que parece impulsar las velas socialistas, el presidente del Gobierno compareció, por primera vez en España, ante la prensa, con gesto algo cansado… pero aplomo de satisfacción. No era para menos. Se permitió algún pequeño exceso como el de atribuirse todo ‘un cambio de época en España’ tras su moción de censura o un golpe en la línea de flotación de Pablo Casado, al responsabilizar implícitamente al PP del desaguisado catalán. Innecesarias ambas cosas, pero significativas del optimismo que se respira en La Moncloa y en la calle Ferraz.
Pero bajemos a la realidad.
Lo ocurrido el pasado viernes 27 de julio en el Congreso de los Diputados, cuando el grupo socialista vio rechazada su propuesta de techo de gasto, fue un punto de inflexión que, no por esperado, resultó menos lacerante. Estamos, por si alguien aún no se ha dado cuenta, ante un Gabinete que se ve obligado a gobernar con los presupuestos del anterior, prorrogados durante todo lo que queda de ejercicio y que, difícilmente, podrá elaborar con éxito unos propios para 2019, si realmente pretende continuar en el ejercicio del poder. Por ello, no dejó de resultar paradójico que el día anterior, jueves 26, ante Emmanuel Macron y en La Moncloa, Sánchez enfatizara que agotaría su mandato hasta 2020. El viernes 3 de agosto, en su referida rueda de prensa, volvió a manifestarse claramente en contra del anticipo electoral.
Esto es más paradójico aún si atendemos a que, siendo el Gobierno más débil de la democracia no es -no lo ha sido hasta ahora- el más proclive a hablar con sus potenciales socios parlamentarios. Entiendo eso sí, a pesar de ser muy italiano para estas cosas, que no es fácil llegar a equilibrios a la vez entre la derecha nacionalista catalana y la izquierda más extrema de Podemos.
Que el equipo de Pedro Sánchez ha cometido notables errores desde su reciente ascensión al poder nadie lo duda. Y es que, tras las cañas iniciales de la foto ‘monclovita’ y algunos éxitos como el del ‘Aquarius’, llegaron las primeras lanzas. Reveses hubo, sí, y de toda índole: desde el del ministro, Maxim Huerta, al que cupo el dudoso honor de ser el más breve de la historia de la democracia y que se vio obligado a dimitir por su escándalo fiscal hasta el grave error de disponer de un Falcon oficial para que el presidente y su esposa pudieran presenciar un concierto en el FIB. Todo bien regado con fotos a ‘tutiplén’ del ‘Ala Oeste de La Moncloa’, con las gafas del presidente, las manos del presidente, el perrito del presidente… pero sin contenido real alguno. No pasemos por alto, por añadidura, la percepción por parte de un sector no desdeñable de la ciudadanía de que Sánchez y los suyos se están viendo obligados a hacer cesiones a los nacional-independentistas catalanes en agradecimiento a su apoyo parlamentario. Unas -dejémoslas piadosamente en presuntas- cesiones, que rozan lo políticamente ‘soportable’ y bordean, en opinión de la oposición de centro derecha, el límite de la Constitución y de la integridad territorial del Estado.
Lo difícil no fue llegar… sino mantenerse.
En estos dos meses ha quedado meridianamente claro que una mayoría de censura -mayoría reactiva la han llamado algunos- no es igual a una mayoría de gobierno… y que, con 84 escaños, no se puede llegar lejos. A menos que se quiera empalmar un decreto con otro, lo que no parece el mejor procedimiento aunque es posible y legitimo. Ya lo reconoció la propia ministra portavoz, tal vez de forma algo inocente, a mediados de julio: ‘Nadie está pensando en adelantar las elecciones, pero nadie resistirá más de lo razonable’. Varios miembros del Gabinete corrieron a desmentir la especie y apuntalaron la voluntad de no adelantar los comicios, lo cual arrojó más confusión sobre el asunto.
Enfatizo una vez más que el propio presidente ha dejado escrito en el aire ya varias veces una cosa y la contraria, pasando del ‘cuanto antes’, de minutos antes de tocar púrpura, al ‘las elecciones se convocaran en 2020’ del 18 de junio en TVE.
Puedo asegurar, en mi condición de experto en comunicación y liderazgo político, que uno de los mayores errores que puede cometer un Gobierno en ejercicio es el de reconocer su debilidad e insinuar la mera posibilidad de disolución de las Cámaras… ¡aunque se caigan los leones del Congreso! Tan es así que, desde 1977, no recuerdo ningún caso similar en España. Ni González en sus estertores, ni Aznar en sus peores momentos de la crisis por la guerra de Irak, ni Zapatero bajo el granizo de la crisis lo hicieron. Este es un error de manual … y de novatos, si se me permite la expresión cariñosa.
Por qué Sánchez debería plantearse seriamente no aguantar en precario… más allá de Navidad.
Hay varias malas noticias para Sánchez en estas últimas semanas, no siendo la menor de ellas que Puigdemont, el prófugo que escapó de España en el maletero de un coche, haya vuelto a recuperar poder e influencia, pasando sobre el cadáver político de Marta Pascal. El actual presidente del Gobierno de España sabe bien que el expresident le detesta. No puede olvidar que el líder socialista ‘le dio el pase’ al 155 de Rajoy, que fue el motivo último de su desdicha personal y política y su fantasmal huida. No es baladí; los antiguos convergentes, llámense como se llamen cada seis meses, cuentan con 8 escaños que el PSOE necesita como el aire que respira. Sumados a los de ERC, que tampoco van siendo muy partidarios de la acción gubernamental, a la mayoría circunstancial que expulsó a Rajoy del poder se le agota el fuelle de golpe.
Si añadimos al guiso las rabietas de Podemos, el ‘potaje’ es de casi imposible digestión; piénsese en el lamentable espectáculo dado hasta conseguir un nombre de consenso para administrar -que no presidir- RTVE. Ha tenido que ser una veteranísima, Rosa María Mateo, tras ocho plenos y unos cuantos profesionales, casi todos sugeridos por Podemos, ‘abrasados’ por el camino, la que haya tapado el agujero.
Sánchez no debe desdeñar tampoco el efecto arrastre del reciente relevo al frente del PP. Es sabido que, siempre que un partido estrena líder, como ocurre en los equipos de fútbol con un nuevo entrenador, sube en las encuestas. Así está podría ocurrir con Casado, aunque sus primeras posiciones algo ultramontanas en materia migratoria y su vuelta, en general, hacia posiciones más derechistas que las de su antecesor, hacen del éxito del liderazgo del joven palentino una incógnita. En términos demoscópicos, y a pesar del CIS, el panorama es más volátil que nunca y los dirigentes socialistas no deberían perder nunca de vista el ángulo muerto del retrovisor, no sea que el viento de cola que en estas últimas ocho semanas ha empujado al brioso economista madrileño pueda un día, de golpe, tocar a su fin.
Si se me permite un consejo, creo que la intención inicial es la correcta; la moción permitió un golpe de timón exitoso. Pero si los socialistas quieren conservar el poder, lo mejor será que, ahora que aún no están del todo desgastados, dejen a los ciudadanos decidir. Sería lo más beneficioso para ellos y para el país. El otoño no es mala estación electoral; la más que probable coincidencia con las andaluzas y quien sabe las de la Comunidad Valenciana podría generar interesantes sinergias políticas. Para ellos, además, podría ser un bonito aniversario; recuerden aquel mítico 28 de octubre de 1982, en el que Felipe González cosechó su primera mayoría absoluta. Susana Díaz no quiere ni oír hablar de esta posibilidad y de hecho recuerdo que podría esperar hasta marzo de 2019… aunque no creo que lo haga. Cree la ‘baronesa’, y con razón, que una campaña nacional con Cataluña como ‘monotema’ no le beneficiaría… pero Sánchez -y hará bien- irá a lo suyo. Y lo suyo es aprovechar la cresta de la ola para meter ‘a la saca’ veinte o treinta escaños más de los que tiene. Me consta que, en estos primeros días de ‘ferragosto’, menudean las llamadas y las presiones de barones socialistas para ese adelanto. Otros, como la vicepresidenta Calvo, prefieren esperar como mínimo hasta mayo de 2019 y hacerlas coincidir con las municipales, autonómicas y generales. 3 urnas que sumadas a las del Congreso y el Senado darían… ¡5 urnas! No puedo dejar de comentar, por cierto, que esto ahorraría mucho dinero a las arcas públicas puesto que las campañas son, como se sabe, carísimas. Calvo cree que el ‘efecto Sánchez’ puede durar hasta ese mes de mayo. Puede ser, pero visto lo visto hasta al momento yo no estoy tan seguro.
Si redondeamos estos argumentos con el hecho de que ilustres economistas comienzan a advertir que el crecimiento económico podría empezar a ralentizarse -ni mucho menos se destruye empleo de nuevo, pero se crea más despacio- y que los datos de crecimiento, cogidos trimestre a trimestre ya no garantizan ese ansiado 3 % anual, la conclusión parece clara: Señor Sánchez, no sea ingenuo y adelante cuanto antes.