COSPEDAL VS SÁENZ DE SANTAMARÍA; DOS MUJERES, DOS ESTILOS…
Los ecos de la pasada celebración del Dos de Mayo, fiesta de la Comunidad de Madrid, nos han dejado, entre otras cosas, una imagen que, no por repetida, deja de llamar la atención; la infinita distancia, nada disimulada, que se percibe entre la ‘número dos’ del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría, y quien ocupa el mismo puesto en el Partido Popular, María Dolores de Cospedal. ¿Por qué esta instantánea sigue dando tanto de qué hablar?
Dos mujeres, dos ‘lideresas’… dos estilos
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La rivalidad entre ambas políticas es ya muy, muy antigua. Casi como el liderazgo de Mariano Rajoy al frente del PP. El astuto líder, el incombustible político gallego, el presidente del Gobierno que evitó el rescate de las cuentas del Reino de España, siempre arbitró y repartió una cuota alícuota de poder entre ambas. Desde el principio de su liderazgo, a una, le otorgó el control y la coordinación del Gobierno y, a la otra, las llaves del partido.
Ambas líderes eran islas independientes. Las disputas entre Soraya y María Dolores, entre Sáenz de Santamaría y Cospedal, fueron siempre un clásico, como objeto de análisis, entre los comentaristas políticos y entre el público en general.
Pero volvamos a lo nuestro, que es el análisis del liderazgo de ambas mujeres y su complicada relación, política y personal. Es llamativo observar como desde hace años, en los actos públicos en los que coinciden -el del pasado dos de mayo fue solo el último de una larga lista- siguen apenas… ¡¡sin establecer contacto visual! Apenas se miran. Un comportamiento que no ha variado con los años. No hay química… es evidente. Los gráficos, periodistas y público en general lo perciben y lo inmortalizan… les da igual. No van a mejorarla, porque ni siquiera lo van a intentar… no nos cabe ninguna duda.
¿Resta esto votos al PP? A estas alturas, no. ¿Complica la vida a sus equipos? Sin duda alguna.
Con la entrada de Cospedal en el Gabinete, como ministra de Defensa, se empezó a hablar de ministros ‘Cospedalistas’ y ‘Sorayistas’. En realidad, Dolores de Cospedal, apenas cuenta con algunas fidelidades férreas, como la de Juan Ignacio Zoido, mientras que Soraya Sáenz de Santamaría, que ha mandado siempre en el Ejecutivo, controla a buena parte de sus miembros: a Cristóbal Montoro, a su amiga Fátima Báñez, o al siempre cuestionado Ministro de Justicia Rafael Catalá, por no abundar más…
¿Qué les sobra y qué les falta como líderes?
Las virtudes de Soraya: una ‘máquina de trabajar’, que tiene ‘el Estado en la cabeza’.
Pongamos en marcha nuestra ‘lupa de liderazgo’; la vicepresidenta del Gobierno es, en primer término, una eficacísima gestora. Nadie lo pone en duda. Ni sus adversarios. Ha demostrado ser capaz de atender numerosos frentes a la vez sin perder la compostura ni caer en visibles descontroles: la coordinación de los distintos ministerios, la atención al Ministerio de la Presidencia -el suyo propio- , desempeñar las funciones de portavoz del Gobierno cuando también fue su responsabilidad… incluso mandar en el Centro Nacional de Inteligencia.
No en vano, sus más directos colaboradores la conocen como ‘la máquina de trabajar’: sus días, dicen entre exhaustos y admirados, ‘tienen 30 horas’. Además de lo expuesto, cada vez que hay una crisis, Mariano Rajoy le encomienda su resolución.
El último ejemplo, el del órdago soberanista. Antes fueron la crisis del Ébola… y muchas otras…
Sáenz de Santamaría es una gran dialéctica. Imbatible en el Congreso, en las sesiones de control se muestra como una auténtica ‘apisonadora parlamentaria’. Que se lo digan a los sufridos portavoces de la oposición que se atreven a formularle preguntas cada miércoles.
Conocedora de la ‘sala de máquinas’…como nadie
Tiene, por último, el Estado ‘en la cabeza’. La vicepresidenta es una distinguida abogada del Estado, de las de 1996. Seguro que todos mis lectores conocen el dato de que esta promoción fue bautizada como ‘La Gloriosa’. Entre sus compañeros se contaban personalidades tan relevantes como Jaime Pérez Renovales, hoy secretario General y del Consejo del Banco de Santander o Leopoldo González- Echenique, expresidente de RTVE.
Como hándicaps, si hubiera que buscar alguno, deberíamos citar el hecho de que no es, nunca lo fue, una ‘mujer de partido’. En realidad, porque jamás le interesó. No era una ‘veterana’ del PP, no era una ‘pata negra’. Mariano Rajoy se la trajo de Valladolid y la puso a trabajar desde el principio muy cerca de él, deslumbrado por su curriculum. Soraya entró pues, directamente, de la mano del líder. Algo que siempre le granjeó desconfianzas y numerosos enemigos internos.
Siendo más joven e inexperta de lo que hoy es, al principio, partió con una cierta inseguridad sobre su imagen que hace años que ha superado claramente.
Dolores de Cospedal: la ‘General Secretaria’:
La actual titular de defensa atesora un tremendo tesón, un notable temperamento y un carácter duro, rocoso. Algo muy importante siendo mujer, y más con su agraciado aspecto, en un mundo, el de la política, que sigue siendo aún ‘muy’ de hombres.
Es también abogada del Estado, como Sáenz de Santamaría. Pero a diferencia de esta, Cospedal, siempre ha sido más ‘política’ y menos ‘gestora’. Lo cual no ha sido óbice para que haya conseguido atesorar una notabilísima experiencia política. Fue subsecretaria del Ministerio del Interior, consejera de Transportes de la Comunidad de Madrid, con Esperanza Aguirre al frente, presidenta de Castilla La Mancha, Ministra de Defensa… y ‘número dos’ del PP desde 2008. Otro curriculum, sencillamente, impresionante.
Como ‘hándicaps’ principales, Cospedal arrastra la ‘otra cara de la moneda’ de la que hemos enunciado como su primera virtud: se ha defendido muy bien en un mundo ‘muy de hombres’ pero, a veces, ha mostrado una excesiva tendencia a ‘masculinizar’ su estilo de liderazgo. Pareciera que la ‘número dos’ del PP quisiera superar a los ‘más duros’. Se decía de Francisco Álvarez Cascos, en los años en los que fue Secretario General, que, en realidad, era un ‘General Secretario’. Cuentan que, a ella, ese tipo de estilo le ha encantado siempre; que todos la reconocieran como la ‘General Secretaria’. Aunque muchos puedan pensar que se ‘pasaba de frenada’. Tal vez le convendría encontrar un estilo más propio, más femenino, con más ‘mano izquierda’. Yo siempre pongo de ejemplo a Ana Pastor Julián, que también fue ministra, nada menos, que de Fomento. Un Ministerio muy complejo, lleno de hombres y en el que debía lidiar diariamente con constructores y con modos de actuación y reglas bastante… ‘masculinas’. Pastor es ahora presidenta del Congreso de los Diputados y realiza su labor con gran dignidad y acierto. Siempre fue respetada, con un estilo muy distinto al que muestra Cospedal.
La manchega adolece además de una deficiente comunicación; una expresión y dicción que no ha mejorado con los años. Todos recordamos su célebre ‘indemnización en diferido’ y otras ‘perlas dialécticas’.
El hábito no hace al monje, pero ayuda…
Suele percibirse a la titular de Defensa demasiado preocupada por su imagen. A veces incluso, dicho sea con todos los respetos, resulta algo ‘antigua’ en la ropa que elige, siendo una mujer joven y atractiva. Debería modernizar más su estilo. Esperanza Aguirre, con otra edad e imagen, resolvió muy bien esta ecuación, encontrando un estilo de vestir y de comportarse muy propio. Y se le nota, casi desde siempre, algo ‘envarada’ y ‘tiesa’ en los actos públicos.
Puede decirse que no se relaja, ni en público ni en privado. Soraya Sáenz de Santamaría, sigue siendo mucho más natural.
No hay duda de que el PP necesita a estas dos políticas ‘de raza’ más que nunca y sería muy recomendable que todas las cualidades que he reseñado en ambas lideresas tuvieran todo el protagonismo necesario en los próximos meses y que las rivalidades sean sanas y sumen, en vez de restar, a un partido que se enfrenta, en los próximos meses, a unos retos decisivos. Es verdad que en el PP están acostumbrados a convivir entre distintas facciones -como en todos los demás partidos- y distintas sensibilidades internas, pero una mayor unidad sería bienvenida por parte de todos los que se van a dejar la piel para ganar las próximas elecciones.
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