El infame comunicado de ETA que hemos conocido esta semana, en el que ‘se pide perdón’ a unas víctimas sí y a otras no, y en el que se sigue hablando de ‘conflicto’, amén de no cuestionarse la inutilidad de cinco décadas de sangre, que no han valido para nada, constituye -uno más- todo un insulto a los demócratas y un auténtico fraude a quienes, de buena fe, crean aún que una banda criminal de corte mafioso que ha azotado a la democracia española desde los años sesenta, con 853 muertos contabilizados a sus espaldas, tiene una auténtica voluntad de arrepentirse.
Las cosas por su nombre: ¿ETA? … una mafia
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Soy italiano de sangre y nacimiento y sé bien de lo que hablo; por desgracia, las mafias han existido y existirán siempre. Y siempre las he despreciado de manera absoluta y tajante. Podría a pesar de todo llegar a creer, mínimamente, en una voluntad sincera de arrepentimiento, únicamente si los etarras que quedan libres se entregaran y desvelaran El nombre de los asesinos responsables de los trescientos setenta y tres crímenes cuya autoría resta aún por esclarecer. Igual que en el asunto de la memoria histórica, TODOS los familiares, nietos hoy en día, tienen derecho a saber donde están enterrados sus antepasados, huérfanos, viudas, hermanos y padres, NECESITAN saber el nombre de los asesinos de sus seres queridos. Por justicia y porque, legalmente, debe constar el nombre de un criminal a quien atribuir la responsabilidad civil y penal de cada asesinato.
Cierto es que, lo primordial del asunto que hoy tratamos, es que ETA ya no mata; y de ello podemos y debemos felicitarnos todos. Pero esto no debe hacernos olvidar aquello que siempre fue prometido a las víctimas y a sus familiares: ‘memoria, dignidad y justicia’. Siempre escuché decir a uno de los ministros del Interior que más ha luchado por el fin de la violencia terrorista, Jaime Mayor Oreja, que era nuclear alcanzar una paz sobre unos parámetros que no fueran, precisamente, los de ‘ni vencedores ni vencidos’. Y a mí, todo lo que ha ido rodeando en los últimos años a la paulatina desaparición de la banda, me da un cierto olor… a ‘paso de página’. Todo estudiado, todo medido, todo ‘atado y bien atado’ por parte de sucesivos gobiernos, ora socialistas, ora populares.
‘Treguas’ (trampa), comunicados, ‘conflicto’ que no lo fue… el lenguaje como herramienta de manipulación masiva
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No les voy a recordar, por no aburrirles y porque están en la mente de todos, los comunicados de la banda en el último medio siglo:
anuncios de treguas ‘totales’, ‘parciales’, indefinidas, ‘alto(s) el fuego permanente(s)’… Como si aquello hubiera sido una guerra entre dos bandos, igualmente armados y pertrechados y no lo que fue: una mafia que hizo de la extorsión, el crimen y el chantaje, su forma de vida y su razón de ser. Por tener, contaba hasta con miembros ‘liberados’; ¿se acuerdan de aquella jerga infame?
‘Liberados’ eran los militantes de comandos, ‘la rama militar’, que estaban a sueldo. Es decir, mercenarios. Nunca olvidaré una frase del entonces Secretario General de los populares vacos, Carlos Iturgaiz, hoy eurodiputado, que me heló la sangre: ‘nos están matando como a gorriones’… Ya a finales de los setenta y principios de los ochenta, ETA hizo desaparecer a todo un partido político, la UCD del País Vasco. Cuando digo desaparecer no empleo una metáfora… me refiero a que los mató a casi todos. Está escrito.
Pasaré por alto en estas humildes notas de un análisis muy personal, bochornosos episodios como aquel requerimiento -varios en realidad- a un grupo de ‘observadores internacionales’, con el ‘placet’ -y alguna ayuda económica, según se supo- del Gobierno autonómico vasco y el consentimiento el Ejecutivo central, como si España fuera un Estado bananero y no una democracia avanzada de la Unión Europea y que, a lo único que vinieron fue a hacerse unas ridículas fotos, previo pago vuelvo a insistir, a ‘dar fe’ de la entrega de unas armas obsoletas y oxidadas. Lo menos que se puede es calificarles de aventureros… si no algo peor…
Acción política… y eficacia policial
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Si he citado hasta ahora los nombres de dos políticos muy relevantes en época pretérita del Partido Popular, justo es ahora que cite algunos del PSOE que también se dejaron la piel en el empeño de vencer a ETA: Alfredo Pérez Rubalcaba, José Luis Rodríguez Zapatero y el ex-Lehendakari, Patxi López. Pero sépase también, nadie hoy en día lo niega, que el fin de la banda, acaece sobre todo, no tanto por un trabajo político -que también- sino por la eficacia policial en los últimos decenios. Y por la colaboración, primero francesa y norteamericana después, en el empeño de convertir al grupo criminal en lo que era en los últimos años: un ‘queso de gruyere’ trufado de confidentes e infiltrados que, jugándose la vida, fueron minando desde dentro a la organización. No abundaré tampoco aquí en la casuística, sobre la que hay abundante literatura periodística; pero recordar tan solo el hecho que hubo un máximo responsable ‘militar’ de la banda que mantuvo durante cuatro años como guardaespaldas, chófer y hombre de su máxima confianza (su amigo), a una persona del Centro Nacional de Inteligencia, da idea de lo que era ETA en el final de sus tiempos.
¿Paz por presos?
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Quedo a la espera, como todos los ciudadanos, del comunicado anunciado para primeros de mayo en el que ETA anunciará su… ¿disolución?… Quiero pensar, por cerrar el círculo de estas reflexiones que no habrá sido una ‘paz por presos’, al estilo de aquellas famosas y sucesivas negociaciones entre judíos y palestinos en las que siempre se planteaba la dicotomía ‘paz a cambio de territorios’. Aunque la famosa ‘vía Nanclares’ de excarcelación de presos -algunos por la puerta principal y otros por la trasera- o la desautorización de la -jurídicamente chapucera, es cierto- ‘Doctrina Parot’ por Estrasburgo, me induzcan a dudarlo.
Me permito añadir ya tan solo, que aunque ETA deje de existir, la pulsión independentista no ha desaparecido en el País Vasco. Y que existe un sector, y no pequeño, en el que el ‘rebufo’ del ‘procés’ catalán… está viniendo muy bien. Espero y deseo que en esa hermosa parte de España llamada Cataluña y a la que adoro, no se someta a su sociedad en las próximas décadas a la división, a la ruptura, al dolor y al sufrimiento al que se sometió durante décadas a la sociedad vasca, y por extensión a la española.