EL “MEZZOGIORNO” SE IDENTIFICA EN DI MAIO Y SALVINI
Arranca una nueva Italia, transcurridos ya algunos días tras los comicios del pasado 4 de marzo. Y, tal y como siempre ocurre en mi amado país, la sensación general en la calle es de una ‘ruidosa’ rutina… de una aburrida, triste y complaciente NORMALIDAD.
¿El norte?: ‘bien, gracias… como siempre’
Hoy, mis compromisos profesionales me llevaban hasta Milano, la capital de la moda y el estilo italiano por excelencia. Una ciudad en la que viví durante cinco años y cuyo pulso no parece haber variado con el paso del tiempo.
Entre reunión y reunión, taxi va, taxi viene, observaba a todo el mundo, como siempre, trabajando y corriendo, ansiando la pronta llegada del fin de semana que procura la momentánea huida a sitios más bonitos, solo reservados a burgueses adinerados que pueden permitirse estos descansos.
El sur también existe
En el sur, más pobre y deprimido, el grueso de la tropa hace lo que puede. El ciudadano ‘de infantería’, más sufrido y menos tocado en general por la fortuna que el norteño, a su manera, ve también la vida pasar, después de haber decidido que DI MAIO y SALVINI se conviertan, lo son ya tras el 4-M, en los dos nuevos héroes de la vida política y social italiana. Los dos arquetipos con los cuales se identifica ya el ‘MEZZOGIORNO’, es decir, todo el sur de mi país, que ha votado en bloque al Movimento ‘Cinque Stelle’ y unos cuantos valientes a la ‘Lega’ ‘surofoba’ hasta hace dos días. Un voto, que no es de castigo a los viejos partidos y a los ‘abrasados’ líderes, sino que es, más bien, un voto identitario. Los ciudadanos, se sienten identificados con estos dos nuevos protagonistas. Y vuelcan en ellos unas esperanzas nuevas, un nuevo debate, una renovada distancia e incluso, si se me permite, huida de todas las viejas promesas, nunca cumplidas…
¿Y Europa? Sigue conteniendo el aliento…
Sí. No es un tópico ni una frase hecha. La vieja y esclerotizada Europa, o más bien sus instituciones, siguen mirando con lupa, desde el 4 de marzo, qué de bueno y malo pueden traer consigo estos resultados… y los posibles pactos a los que puedan dar lugar. Si hubiera que definir el ‘pulso’ de los prebostes de la Unión, podríamos decir que está a medio camino entre el miedo y la resignación.
El 4 de marzo, en Italia, hubo una avalancha de votos hacia partidos anti-europeístas. Formaciones que basaron su campaña electoral en un discurso contra la inmigración, basado en el miedo y trufado de numerosos mensajes claramente xenófobos. Son partidos que han trabajado para convertir la idea de Europa en el perfecto chivo expiatorio de la, lamentablemente, ‘eterna’ crisis económica de mi país, especialmente del sur, donde la recuperación es escasa, por no decir nula en las zonas más deprimidas.
Populismo a la italiana
El mensaje es falaz. Por supuesto es falso que EUROPA sea la culpable de la crisis italiana. Sin embargo, las respuestas que las autoridades de la Unión han ofrecido para ayudar al país transalpino con el flujo migratorio, han sido casi nulas. Y eso, se ha notado en estas últimas elecciones. Aún resuena el grito desesperado de Renzi pidiendo ayuda a sus vecinos… sin respuesta.
Italia siempre ha sido europeísta… pero el pasado día cuatro, una parte muy notable de su opinión pública, se ha desplazado en masa hacia posiciones aislacionistas y soberanistas.
¿Pesimismo?… Tal vez, ma non troppo…
No es, a pesar de todo, momento para ser en exceso pesimistas. Y es que, una cosa es lo que se dice durante la campaña electoral, y otra las políticas que se ponen en marcha una vez que se llega al Gobierno.
Los primeros resultados visibles dependerán mucho, como es natural, del tipo de coalición que se forme para gobernar mi país.
Lo que sí está muy claro es que hay tomarse MUY en serio lo que han dicho los italianos en las urnas. Ha habido un cambio radical… nunca visto. Es fácil concluir de forma sencilla y superficial que se ha tratado de un voto enfurecido, de un sufragio radical y de protesta. Yo creo que estamos en vísperas de un cambio mucho más profundo, que habrá que acompañar con notables dosis de sentido común y de pragmatismo. Y en ello, espero que acompañen, con su ayuda y asesoramiento, los máximos dirigentes de la Unión Europa. Europa necesita de una Italia estable… e Italia necesita de una Europa cercana, que entienda lo que ha pasado.
Con un eje entre ALEMANIA y FRANCIA cada vez más fuerte, se vislumbra, cada vez con mayor nitidez, una tendencia que camina hacia una EUROPA de dos velocidades. Iremos viendo si el talento político y la habilidad de los líderes, nos llevan por ese camino o por otro diferente.