ITALIA 2018: PANE, AMORE E FANTASIA

 

 

Italia, mi querida y amada Italia, afronta hoy domingo, 4 de marzo, unas cruciales elecciones legislativas de las que habrá de salir un Parlamento que rija los destinos de sus próximos años.

Destaco a menudo en mis distintas colaboraciones en prensa escrita así como en mis intervenciones televisivas y radiofónicas que mi país – y esto es algo que no siempre se acaba de entender bien en España por la diferente idiosincrasia de ambos países – funciona, a pesar de sus Gobiernos, normalmente breves e inestables. Funcionaría incluso sin ellos. En una sociedad tan politizada – y tan polarizada – como la española esto es impensable para la mayoría de los ciudadanos. Por esta razón, sospecho, llama tanto la atención que en una Cataluña, bloqueada desde hace meses por la locura independentista y por la intervención de facto – vía artículo 155 – de la autonomía por parte del Gobierno central, sigan plenamente operativos los servicios básicos, la sanidad, la educación y la administración civil del Estado en general, amén de la empresa privada, como es natural. Y ello a pesar, insisto, de que en la práctica, la gestión diaria – el día a día – está recayendo sobre los hombros de funcionarios de alto rango, directores generales y subsecretarios o secretarios de Estado que pilotan, desde Madrid, una situación atípica e irregular. Pero volvamos a lo de hoy que es Italia.

Por si alguno de mis lectores aún no lo ha escuchado, seguro que sí, desde 1946, año de proclamación de la vigente I República, Italia ha tenido… ¡64 gobiernos distintos!. De ellos, únicamente 6 han superado los dos años de duración. ¿Increíble? Para un italiano, no.

 

UN NUEVO SISTEMA ELECTORAL
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Si hay un rasgo que hace especiales a estos comicios, uno de ellos al menos, es la elevada abstención prevista, en torno a un 30 por ciento. Algo llamativo en un país en el que hasta 1995 el voto era obligatorio por ley. La segunda nota que hace diferentes a estas elecciones es que serán las primeras regidas por la nueva Ley Electoral ( Rosatellum bis ) que castiga a los partidos individuales y prima a las posibles coaliciones. Un texto que, por hacerlo corto, hace casi imposible obtener la mayoría absoluta en ninguna de las dos Cámaras legislativas sin alcanzar, al menos, alrededor de un 45 por ciento de sufragios.

Y es que hasta ahora, Italia era un país muy difícil de gobernar. Y lo era
por su fragmentación electoral y por tanto política, su frecuente transfuguismo y la fortaleza de un Senado que tenía una capacidad de veto casi total – algo que intentó corregir Renzi en 2016 con su nefasto referéndum – por no hablar de su crisis de principios de los 90, con la ‘Tangentopoli’ y la quiebra del sistema de partidos tradicional tras la brutal explosión de una corrupción generalizada que gangrenó su tejido político. Pero a partir de estos comicios, con este nuevo sistema, está por ver que las cosas mejoren apreciablemente.

 

DOS BLOQUES… Y ‘CINQUE STELLE’.
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A vista de pájaro, podemos resumir el panorama en tres bloques posibles: el centro derecha, liderado por la ‘Forza Italia’ de ese macarrónico personaje llamado Silvio Berlusconi y que en principio parece contar con más opciones, el centro izquierda, encabezado por el florentino Matteo Renzi, y el Movimiento ‘Cinque Stelle’, de Luigi Di Maio, sucesor de Beppe Grillo, un joven de 31 años que ha vuelto a dar nueva vitalidad al partido.

‘Forza Italia’ tiene más que nunca el aliento en la nuca de la antigua Liga Norte, rebautizada ahora simplemente como ‘Lega’, que lidera lo xenofobo y antieuropeista Matteo Salvini, una especie de Le Pen italiano. Estarían asistidos por los ‘Hermanos Italianos’ o ‘Fratelli d’Italia’, de la exministra Giorgia Meloni, El único problema de esta amalgama no es tal ya que su líder ‘natural’ y quien sigue moviendo desde las sombras, cual marionetas, a todos los personajes de esta tramoya, el ‘excavaliere’, a pesar de estar inhabilitado para ejercer cargo público y ser por tanto inelegible, ya se ha encargado de buscar un sustituto con aura de respetabilidad, cual es el actual presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, fiel a Berlusconi desde hace más de veinte años. Podemos asegurar sin temor a equivocarnos que esta unión de centro derecha barrerá en todo el norte de mi país.

La otra coalición posible, la de la izquierda, parte con el plomo en sus alas de una extraordinaria división. Liderada por el exprimer ministro Matteo Renzi, podría llegar a alcanzar el nada desdeñable porcentaje del 27 por ciento de los sufragios. Pero las discrepancias entre unos y otros y una escisión del Partido Democrático, denominada Articolo I-Movimento Democratico e Progressista que se ha coaligado con ‘Sinistra, Ecología e Libertà’ dando un resultado llamado ‘Libres e Iguales’, embarra el camino de este segundo posible bloque. La buena noticia para la izquierda italiana es la unión a este bloque de la ‘Lista Civica’, de Beatrice Lorenzin y de  ‘Piu Europa’, de la excomisaria europea y exministra de Asuntos Exteriores Emma Bonino.

En cuanto a ‘Cinque Stelle’, conseguirá sin duda capitalizar el voto ‘cabreado’, descontento e iracundo de una amplísima capa de la sociedad del país transalpino con su ‘clase política’ ( qué poco me gusta este término ), cara, ineficiente y burocratizada. La pelea de los ‘Cinco Estrellas’ se libra en el sur, en el ‘Mezzogiorno’. En regiones como Basilicata, Calabria, Sicilia o Apulia – sin olvidar Cerdeña – tendrán que luchar cuerpo a cuerpo, voto a voto
hasta el último aliento. Pero sus posibilidades, vuelvo a repetir, son escasas tirando a nulas puesto que, por el momento, se oponen a entrar en coalición alguna y la nueva Ley, que ya he esbozado, exige prácticamente esa fórmula para poder gobernar. Digo por el momento porqué Di Maio ha demostrado que lo que ha cambiado en M5S es un pragmatismo antaño desconocido. No me extrañaría nada que al obtener buenos resultados cambiara de idea en relación a la posibilidad de pactar una coalición.

 

EUROPA… ‘ACONGOJADA’
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Lo cierto es que Europa, contiene el aliento… una vez más. Hablamos, vuelvo a reiterarlo, de la tercera economía de la Eurozona, pero que mantiene unas inaceptables cifras de paro juvenil, una elevada deuda pública, insostenible a pesar de su tejido industrial y una urgente – urgentísima – necesidad de sanear del todo su gangrenado sector bancario. ¿Cuál es la solución que preferirían en Bruselas y en la práctica totalidad de las cancillerías europeas? Yo se lo digo; la – nada descabellada – reedición de un pacto entre ‘Forza Italia’ y el Partido Democrático, cuya cara ya veríamos si es la de un Renzi, un Tajani o un Paolo Gentiloni que gana enteros como posible ‘hombre de consenso’ al que avala su buena gestión al frente del actual Ejecutivo.

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