2018: PARTIDOS FRENTE A SUS ESPEJOS
Las elecciones del pasado 21 de diciembre en Cataluña han generado, por la imprevisibilidad de su resultado final, un terremoto político de réplicas aún poco predecibles. Su influencia en clave nacional durante este 2018 recién estrenado son aún difíciles de calibrar, aunque ya podemos arrojar algunas pistas.
El triunfo en escaños del bloque secesionista, aunque ya saben que soy poco amigo de estos ‘clichés’ tan de moda (‘bloque’, ‘constitucionalistas’…), obligará a los grandes partidos nacionales a replantear su estrategia, de cara a Cataluña en particular, y a la necesaria – y ahora ya sí, más urgente que nunca – reforma de la estructura territorial del Estado en general. De entrada, quienes más fácil lo tienen son, obviamente, los hombres y mujeres de Ciudadanos. Un partido cuyo éxito, en Cataluña por su defensa sin ambages de una posición estatal fuerte en aquella comunidad, y en el resto de España por su asunción de un discurso de protección de las clases medias que parecen abandonar en masa al PP, inquieta cada vez más en instancias gubernamentales y ‘genovesas’.
PP: muriendo de éxito. ¿Proyecto agotado?
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Dicen en el PP que han renunciado ‘a hacer política’. Es una crítica vieja… tanto como lo es ya el liderazgo de Mariano Rajoy. Y ello porque, en época de Aznar, las invectivas internas iban por otros derroteros, pero a nadie se le ocurría cuestionar al expresidente de Honor del PP por ‘no hacer política’. Rajoy es hombre de otra pasta. Y su liderazgo, ya lo tengo escrito mil veces, es más de gestión tranquila y buen manejo de los tiempos. Eso está bien para cuando las aguas marchan tranquilas. Pero cuando se barrunta un temporal o empieza a azotar la galerna, los liderados esperan del líder que se ‘ate’ al timón de la nave… contra viento y marea. Rajoy tiene por delante 17 meses (próximas elecciones autonómicas y municipales) para hacerlo. Su condición física y política es potente, casi envidiable, para resistir… pero hay que aguantar. Mientras tanto, crecen las voces desde fuera y desde dentro – las más peligrosas – que consideran una humillación el resultar… ¡la séptima fuerza política más votada en Cataluña! Y sin grupo parlamentario propio. Un desastre sin paliativos que nadie achaca al ‘pobre’ Albiol, un líder regional valiente al que nada más de lo que ha hecho podía pedirse… sino a Sáenz de Santamaría, ‘arquitecta’ de la respuesta política y jurídica al órdago secesionista y al propio Rajoy.
Ciudadanos: ‘de muleta a recambio’
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Ciudadanos está, ya se ha dicho, en su momento más feliz. Todo vuelven a ser grandes expectativas, incluso, dicen algunos, de gobierno para 2020. Todo indica que se ‘han hecho mayores’ y ya no son ese hijo pequeño del centro derecha español -‘marca blanca’ les llamaban – que aprovechó para crecer el río revuelto de la corrupción y el cabreo de la crisis que alcanzó también a clases acomodadas y castigó de lleno a las medias. Son legión quienes les ven, especialmente en la elite económica financiera del país, ya como recambio y no como muleta. Cuentan, a su favor, con un liderazgo, el de Rivera, fuerte y cada vez más respaldado, incluso en el exterior por el líder de moda, Macron. Y con lugartenientes jóvenes exitosos y preparados, como Arrimadas en Cataluña o Aguado en Madrid. En su contra juega el hecho incuestionable de que jamás han gobernado. Y pasar de las musas al teatro, en la política como en la vida, es complejo y requiere entrenamiento y madurez.
De momento, se permiten el lujo de robar, eso dicen las encuestas, votos a chorros al PP e incluso al PSOE.
PSOE: ¿estancado?
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La segunda entronización política del César Sánchez prometía un camino de rosas para los socialistas. Fulminada la sultana andaluza, prietas las filas y depurada la oposición interna, los últimos sondeos regalaban a este nuevo PSOE hasta cinco puntos más en intención de voto, acortando distancias con el PP, ya solo a 3,9 puntos. Pero tras el 21-D, la foto socialista parece haberse congelado, como el tiempo meteorológico, y sin perspectivas de reanimación inmediata, que es lo peor. La conversión de Pedro Sánchez en todo un ‘hombre de Estado’, al que solo falta que le pinten ya las primeras canas como hizo la insuperable y recordada Pilar Miró con Felipe González en 1986, tras sus primeros cuatro años en Moncloa, no parece haber sentado bien al ala más izquierdista de la histórica formación. La deserción del bueno de Pérez Tapias, político de izquierdas honrado y coherente a carta cabal, puede ser preludio de tormentas que está por ver que un Sánchez, prisionero de sus apoyos institucionales al PP del 155, sea capaz de capear.
Podemos… ¿en barrena?
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Barrunto aún expectativas más complicadas para los de Pablo Iglesias, en este aún incierto 2018. El acariciado ‘sorpasso’, a pesar de las dificultades ya expuestas para el PSOE, parece ya muy, muy lejano. Si los del puño y la rosa lo tienen difícil, los ‘morados’ lo tienen aún más. En Cataluña no han salido las cosas como esperaban. Han cosechado ocho escaños, los que las encuestas pronosticaban, sí… pero no han obtenido la ansiada ‘llave morada’. La que les daría la condición de ‘bisagra’ imprescindible entre ‘secesionistas’ y ‘constitucionalistas’. Los primeros -si contamos a la CUP- han obtenido 70 escaños y se bastan por sí solos. Fin de trayecto. La vida es así y la política, también. Algo similar les puede ocurrir a escala nacional donde sus 71 escaños (69 más 2) les otorgan de momento una posición cómoda, pero al tiempo cada vez más desdibujada; carecen de un proyecto a escala nacional, y lo saben. Cataluña no ha hecho más que evidenciar sus contradicciones programáticas e ideológicas internas, a las que hay que sumar las sucesivas luchas de poder y – para los más críticos – ‘purgas’ de la dirección respecto a los más díscolos. Podemos no es un partido al uso, como es sabido, sino un agregado de muchas familias ideológicas de la izquierda o de la extrema izquierda, de origen y procedencia dispares, que durante los momentos más duros de la crisis funcionaron muy bien, pero cuyas diferencias, pasada la crisis e instalados ya sobre moqueta oficial, quedan más a la vista que nunca. Y es que, en no pocas ocasiones, contra el ‘Sistema’ se vive mejor que dentro de él.
Nos esperan meses apasionantes con retos a la vuelta de la esquina a empezar por la solución de la crisis catalana y aprobación, todavía en el aire, de los presupuestos.