21-D: áspera primera batalla de los candidatos en TVE
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En este primer debate electoral de cara a las próximas elecciones autonómicas catalanas, primer encuentro ‘a siete’, organizado por TVE, pudimos visualizar ya lo que será la tónica de la vida política de aquella comunidad en los próximos tiempos: la coexistencia de dos bloques antagónicos, cuales son el de los llamados ‘constitucionalistas’ y el de los ‘soberanistas’ o independentistas. Y entre ambos una bisagra, que desde cada uno de los dos grupos enfrentados es vista como parte del grupo contrario pero que puede, si juega sus cartas de forma inteligente, ser la que arbitre el futuro Parlament. Su nombre, Xavier Doménech, cabeza de cartel de Catalunya en Comú, la marca catalana de Podemos.
El 155 de la discordia
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Desde el principio de este debate, que en ocasiones más pareció en ocasiones una sucesión de monólogos, se evidenciaron las fallas irreconciliables entre unos y otros. La aplicación del artículo 155 de la Constitución supuso el primer motivo para la gresca.
El representante del prófugo expresident Puigdemont y de la antigua Convergencia, hoy ‘Junts per Catalunya’, Jordi Turull, criticó al que calificó despectivamente como «tripartito del 155», Ciudadanos, PSC y PP.
A sus tres líderes, Arrimadas, Albiol e Iceta, les acusó –sin matices diferenciales- de lo mismo: tratar de meter en la cárcel a los discrepantes, asentando de paso la idea de que, si están en prisión es por motivos políticos.
Algo que motivó una doble reacción: la de Inés Arrimadas recordando que Puigdemont está en Bélgica huyendo de la acción de la justicia española y que, a pesar de ello, los independentistas desearían que siguiera gobernando y la de Albiol insistiendo en la obviedad de que el Estado español funciona como un Estado democrático, como muestra que el recién salido de la cárcel Turull estuviera en este debate.
Roger Torrent, alcalde de Sarriá y representante de ERC en lugar del todavía preso Oriol Junqueras, trató de remachar la idea de que en España hay presos políticos, en un discurso que, en ocasiones recordaba al de la izquierda abertzale de los años ochenta y noventa en Euskadi. Y llegó a insultar al líder popular, al que llamó “perdonavidas”. No se si la elección de Torrent ha sido la mejor para sustituir Marta Rovira, que ya lo hemos visto en el Salvados cara a cara con Arrimadas, no vale para este tipo de exámenes televisivos.
Un equidistante y como siempre buen orador Xavier Domenech, se limitó a recordar orgulloso que Podemos, los “Comunes”, presentaron en su día recurso contra la aplicación del artículo 155.
Fuga de empresas
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Tampoco en este aspecto hubo acuerdo, como es natural. Para el representante del PP, la culpa de que más de 3.000 empresas hayan huido de Cataluña es de la desconfianza y el miedo generados por los independentistas. Para el portavoz de Oriol Junqueras, ha sido el Gobierno de Mariano Rajoy, con sus presuntos incentivos, quien ha fomentado la desbandada del capital, grande y mediano, de la comunidad catalana. Miquel Iceta, líder del PSC, prefirió incidir en este aspecto, inteligentemente, en el fracaso de las políticas –y de los políticos- desarrolladas hasta el momento. Por encima de todo nadie ha demostrado, por encima de los intereses electoralistas y expresado de forma emocional, el deterioro tan brutal que todo esto está suponiendo para Cataluña y los catalanes.
Bronca, a tumba abierta
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Ya en este punto del debate, era evidente que el tono entre los participantes era muy bronco, con ataques y ásperos reproches de todos contra todos, sin excepción. Lógico: todos compiten entre ellos y cada uno aspira a robar parte de la bolsa electoral ajena: Ciudadanos al PP y en menor medida al PSC, ERC a una desarbolada ex Convergencia y los ‘comunes’ a todos sin excepción.
Propuestas electorales
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Este fue uno de los bloques más interesantes del debate, y en el que los candidatos tuvieron cierta oportunidad de lucirse… o de ofrecer su ‘mercancía’.
Carles Riera, de la antisistémica CUP, explicó que pretende destinar recursos económicos a construir la presunta República que “decidió el pueblo el 1 de octubre de 2017”. Sin embargo hico gala de dos aspectos contradictorios: recordó que esa “República” la construyó el Parlament, pero que debe cimentarse “desobedeciendo”.
El popular Albiol incidió en que el 21-D se enfrentan en las urnas dos modelos opuestos: «el de la confrontación, representado por Carles Puigdemont frente al de sosiego, del PP”. Y enfatizó que su formación pretende la creación de puestos de trabajo para devolver la esperanza a Cataluña.
Xavier Doménech centró su intervención en su “agenda social” que centró en acabar con los recortes iniciados por Artur Mas y en la violencia machista.
El socialista Miquel Iceta se centró en el crecimiento económico y en atajar el paro como principales objetivos.
El republicano Torrent identificó la construcción de la famosa República catalana como fórmula para conseguir una economía fuerte.
Llegados a este punto, la líder de la oposición, Inés Arrimadas, subrayó que todo el dinero y recursos destinados al “procès” deben redirigirse a mejorar la educación y la sanidad. Y no dejó de recordar que, si Gobierna, “levantará las alfombras” para destapar la corrupción de las últimas décadas.
Epílogo y “minuto de oro”
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El anticapitalista Riera pidió el voto con una proclama algo decimonónica: » para revertir el golpe de Estado y para construir un Estado independiente en forma de república en el que se luche contra la pobreza y se haga de Cataluña un ejemplo internacional donde las clases trabajadoras disfruten de más derechos políticos y sociales».
García Albiol, de manera muy pragmática, enfatizó lo que se juegan los catalanes: “seguir siendo parte de España y de Europa»… o no.
El candidato de los “comunes” volvió a insistir en la agenda social: “regularizar los alquilares, políticas contra la violencia machista, acabar con los contratos de trabajo precarios que duran una semana… o que ninguna abuela más muera porque le corten la luz”.
Miquel Iceta pidió el voto para «cambiar el rumbo independentista». Para los socialistas, esto implica no pactar ni investir a un presidente independentista. Habrá que tomarlo como un compromiso en firme –sin duda lo es- y observar el comportamiento futuro del PSC tras la composición parlamentaria que arrojen las urnas. Iceta abogó por encabezar una etapa de reconciliación, pero no sólo entre los catalanes sino “entre todos los españoles, las instituciones europeas y con el ámbito económico». Una reconciliación basada, ineludiblemente en el diálogo.
Roger Torrent cerró su turno de forma apocalíptica, al plantear las elecciones como “un debate entre el 155 o Cataluña», como si ambas cosas fueran opuestas y, como buen republicano, vaticinó que los monárquicos –léase constitucionalistas- arrasarían Cataluña.
Descendiendo a lo práctico, bajar el déficit público, mejorar la inversión social y luchar contra la corrupción, serían sus apuestas.
Inés Arrimadas mezcló inteligentemente en su alegato final el castellano con el catalán y prometió que “Cataluña se puede volver a levantar». Lamentó que durante los últimos años se haya hablado demasiado de la independencia y muy poco de «los problemas reales» y expresó su deseo de ser “la presidenta de todos los catalanes que quieren seguir siendo catalanes, españoles y europeos».
El representante de “Junts per Catalunya” Jordi Turull, quiso destacar que las del 21-D “no son unas elecciones normales» por «la anormalidad en la que nos ha situado el Estado español». Turull presentó la convocatoria como una gran oportunidad para «consolidar lo que dijeron tantos ciudadanos el 1 de octubre, y lanzar un mensaje al mundo de lo que quieren los catalanes… escoger entre nación o imposición”.
En definitiva un debate bronco sin ganadores ni perdedores. Un debate que nos deja la imagen real, de una Cataluña dividida en la cual hay poco espacio para el dialogo. Siete candidatos a los cuales quedan poco más que diez días para arañar votos a los adversarios.