EL CUPO….¿UN PRIVILEGIO O UN DERECHO?

EL CUPO… ¿UN PRIVILEGIO O UN DERECHO?
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Esa semana que concluye hemos asistido, amén de la consabida ración catalana, de idas y venidas político-judiciales y de la que un buen número de españoles empiezan a estar ya más que hartos (porque parece que no hay en nuestro país otra cosa y no existen ni parados andaluces, o problemas en la sanidad madrileña… por ejemplo) a una votación crucial en el Congreso: la de la reforma de la ley del concierto económico vasco y la nueva metodología de cálculo para el quinquenio 2017-2021, que arroja un saldo de 1300 millones de euros; 265 menos que hasta ahora.

¿Qué demonios es esto del cupo?
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Ya, pero un lector no muy versado en cuestiones económicas o fiscales preguntará, y con razón: ¿Esto, en qué consiste?
Pues consiste, por hacerlo corto, en que Euskadi, que junto con Navarra es la única comunidad -solo estas dos- con Hacienda propia y capacidad por tanto para exigir, devengar, recaudar y después gastar la mayoría de los impuestos que ellos mismos cobran de ciudadanos y empresas de las tres provincias vascas: IRPF, Sociedades y Sucesiones. Es decir, hacen rancho aparte de la caja común del Estado. Muy solidario y muy garante con esa igualdad, consagrada por la Constitución, de todos los españoles, vivan donde vivan, no parece. Solo ‘escapan’ a este control el IVA y algunas otras figuras impositivas indirectas, como las que gravan alcohol o hidrocarburos. Ni siquiera lo recauda el Gobierno autonómico sino cada una de las tres diputaciones forales, es decir, las provincias.
Ya… ¿y esto por qué es así? Pues se trata de un privilegio foral del que vascos y navarros disfrutan desde… ¡finales del siglo XIX! En concreto desde 1878 y a cambio de una suerte de ‘paz definitiva’ tras la tercera Guerra Carlista rematada en 1876. Muy europeo y muy moderno, tampoco parece. Tan es así que la UE ha manifestado en no pocas ocasiones su disgusto con este privilegio local.

‘Do ut des’: te doy, para que me des…
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¿A qué se obliga a cambio a Euskadi? Pues a revertir anualmente -o sea, a pagar- al Estado una cantidad determinada en función de los servicios comunes que recibe y que no son del ámbito de sus competencias por su propia naturaleza: básicamente defensa, relaciones exteriores, intereses de la deuda estatal o gasto en prisiones, por poner algunos ejemplos. El problema es que, según todos los expertos fiscales consultados, la cantidad que las arcas vascas revierten al Ministerio de Hacienda es siempre muy inferior a los servicios que reciben.
Hablando en plata, la cantidad final del ‘cupo’ ha sido siempre fuente de líos con las distintas administraciones centrales, populares o socialistas, desde hace más de una década. Porque se asume que la cifra final es siempre muy inferior al coste real de todos esos servicios. Y, por seguir llamando a las cosas por su nombre, esta es una de las razones por la que el País Vasco siempre figura como una de las Comunidades más superavitarias del Estado español al cierre de cada ejercicio. Y con menos paro, y con una sanidad y una educación mejor dotada que la andaluza o la extremeña o la de algunas provincias castellanas, un suponer…

¡Qué difícil es gobernar en minoría!
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Cabe pensar que, al ministro de Hacienda, a Cristóbal Montoro, no le haga ninguna gracia esta fórmula. Tal vez a la propia vicepresidenta, Sáenz de Santamaria, que tiene el Estado en la cabeza, tampoco… y al presidente del Gobierno, menos que a nadie. Pero cinco escaños son los que necesita Rajoy para sacar adelante los presupuestos de 2018. Y ahí está la ‘madre del cordero’. Tal vez a Iñigo Urkullu, esto de la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña… ¡no le haya venido tan mal! Y el que Pedro Sánchez, en vez de Susana Díaz, sea hoy el Secretario General del PSOE y no esté por la labor de que algunos de sus diputados se abstengan en este tipo de cuestiones, también.

El mundo al revés
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Por dejar ya a un lado la explicación, más o menos, ‘técnica’ e ir al puro análisis político, esto ha estado tan mal hecho que al final, la sensación que se traslada a la gente corriente, que no tiene por qué ser experta en este tipo de cuestiones, es que a los vascos se les da… lo que a los catalanes se les niega. El PP compra el apoyo del PNV para los presupuestos de 2018, ya lo he dejado claro. El PSOE, beneficiario en otras épocas en las que gobernaba España, de este tipo de acuerdos, está en el Gobierno vasco con tres consejerías merced a sus acuerdos con el PNV… y no quiere perder en aquel territorio ni un solo voto. El hecho de que los diputados de Podemos apoyen el cupo, consagrando las diferencias entre españoles basadas en unos principios anacrónicos heredados de hace un siglo y medio, siendo como son defensores de una fuerza política progresista y de izquierdas, demuestra su oportunismo y su ignorancia de lo que representan. Los nacionalistas e independentistas catalanes, PdCAT y ERC, aunque siendo, como son, conscientes de que este ‘statu quo’ atenta directamente contra sus intereses, votan también a favor por si algún día ‘suena la flauta’ para ellos.
¿Quién queda? Pues solo Ciudadanos y los valencianos de Compromís, que se han opuesto, aunque por razones distintas. Los primeros porque han hecho del ‘antinacionalismo’ su bandera y razón de ser, y porque consideran que es un privilegio respecto a los ciudadanos del resto de comunidades. Los segundos porque, a diferencia de los diputados catalanes, enarbolan claramente la bandera del ¿qué hay de lo nuestro?… y algo de razón no les falta. Y es que, no ha sido muy diplomático por parte del Ejecutivo central haber dado preeminencia a esta aprobación frente a la negociación general de la modificación del sistema de financiación para el resto de comunidades autónomas.

 

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