SE ACABÓ LA FARSA. LLEGÓ EL PRESIDENTE Y MANDÓ PARAR… EL GOLPE “CATALÁN”
——————————————————-
Esta noche, a las tres de la madrugada, volverán a ser las dos. El tiempo se detendrá, ocurre dos veces al año, durante sesenta minutos. O para ser más exactos, quedará en el limbo…suspendido. Ojalá pudiera ocurrir lo mismo en Cataluña, donde los totalitarios culminaron ayer su amenaza y consumaron su golpe, tan largamente anunciado, contra el Estado de Derecho, la democracia española y la práctica totalidad del pueblo español.
Llegó Rajoy y mandó parar… el golpe
—————————————————
Se esperaba una respuesta, clara y contundente, del presidente del Gobierno, y llegó en forma de solemne declaración institucional ante los medios: “He suspendido el Parlamento de Cataluña”. Una vez más, Rajoy no eludía la primera persona a la hora de presentarse como responsable máximo de todas las actuaciones de su Gobierno, por duras y difíciles que estas sean. Era el gran titular, al que seguía otro, no menos esperado pero sorprendente por la fecha elegida: las elecciones serán el 21 de diciembre. Como algún diario de tirada nacional señalaba hoy acertadamente en primera página, “55 días del 155”. Rajoy ha optado por el mantenimiento mínimo de esta excepcional situación (menos es imposible porque recuérdese que según la ley electoral deben mediar 54 días entre la disolución de la cámara legislativa y la celebración de los comicios) aunque durante ese período no tiene aspecto de que el Ejecutivo se conduzca con paños calientes, si hubiera lugar y si una cierta contundencia llegara a ser necesaria a la hora de tomar los mandos de forma interina de la administración autonómica.
Dicho en otras palabras y por seguir el propio hilo discursivo del jefe del Ejecutivo: “El Gobierno no quiere dilatar esto ni un minuto más”. Una frase rotunda y clara, expresada con tono grave y solemne. Se apuesta por una aplicación del 155, corta y durísima, como acabo de subrayar, cesando a Carles Puigdemont y a todo su Govern. La respuesta a la necesidad inmediata de volver a la ley y a la concordia y la mejor manera de hacerlo es con urnas limpias y democráticas. ¿No querían urnas? Ahí las tienen. Pero democráticas y ajustadas al orden constitucional. Veremos en ellas, de verdad, cuántos independentistas hay en Cataluña.
Carles Puigdemont pudo hasta al último segundo pero no quiso evitar la aplicación del 155 pudiendo convocar él mismo las elecciones. Rajoy, respaldado por el inmenso poder que otorga el aparato del Estado y el consenso de los partidos constitucionalistas, encarnados en Sánchez y Rivera, le mantuvo su mano tendida hasta el final. Pero el ya expresident, rehén de sus halcones internos y de su malogrado afán de llevar Cataluña al abismo, se ha dejado llevar hasta el final por su megalómana fantasía.
No quedaba más remedio
————————————
La alternativa, si es que la había, era un largo periodo navegando en el vacío legal e institucional, repleto de dificultades y con unos ministros tratando de controlar desde Madrid las instituciones autonómicas. Algo inviable. Y con un peligro, más que real, de enfrentarse a la calle y a quienes no cejarán en llenarla de amenazas y chantajes, envenenando la convivencia más aún si cabe y echando más gasolina al fuego manteniendo vivos los relatos victimistas de los secesionistas. La imagen de 500 alcaldes el viernes en el Parlament, con sus varas de mando y vociferando, más que gritando, ¡INDEPENDENCIA!, daba, sencillamente, pavor. Una imagen épica opuesta a la comunicación no verbal de Puigdemont, Junqueras y Forcadell. En sus gestos en ningún momento hemos visto felicidad, emoción. Como si de un puro tramite se tratara han trasmitido una imagen más siniestra que conmovedora. Todo recordaba a la Europa de entreguerras de los primeros años 30 y a etapas históricas que creíamos ya periclitadas. Algunos fascismos comenzaron así.
No habrá desembarco del Ejecutivo en aquella comunidad autónoma, ni se nombrará una suerte de gobierno artificial en funciones para gestionar la vida de los ciudadanos.
Se ha tomado la mejor decisión posible, NO se suspende el autogobierno, ni se interviene ni se controla, lo que se hace es volver a la normalidad institucional, a la legalidad constitucional y estatutaria. Se retorna a esa plenitud democrática, destrozada de manera indecente, ilegal, anticonstitucional por unos cuantos iluminados que, poniéndose las leyes por montera, desde el 6 y 7 de setiembre, han retado al gobierno, al Estado, a la ciudadanía y a Europa entera. Un desafío totalitario, excluyente, vergonzoso y carente de respeto a la dignidad de todo un pueblo.
El presidente dio la cara… en el momento oportuno. Ni antes, ni después
——————————————————-
Mariano Rajoy ayer, con el respaldo del PSOE y de Ciudadanos, protagonizó un golpe de efecto inesperado. Rajoy “el lento”, Rajoy el rey del “catenaccio”, ayer no jugó a la defensiva. Tomó la iniciativa y, con la ley en la mano, afrontó el peor de los ataques vivido por nuestra democracia desde el 23 de febrero de 1981. Rajoy ayer fue Presidente y líder, ese líder inspiracional que a menudo los españoles hemos echado de menos. Mano firme para devolver la esperanza a quienes ansían recuperar -la mayoría de los catalanes y la práctica totalidad del resto de los españoles- esa serenidad institucional que solo la democracia puede garantizar.
El Ejecutivo aprobó 5 decretos. El primero, el del cese del presidente, ya expresidente, de la Generalitat, Carles Puigdemont; el segundo, el cese de los miembros de su Govern y del vicepresidente; el tercero, el de asunción de todas las competencias por los Ministerios correspondientes; el cuarto, el de extinción de organismos, oficinas gubernamentales y delegaciones en el extranjero. El quinto, el de disolución del Parlament y la inmediata convocatoria de elecciones. Por supuesto, a todas estas medidas, se añade el correspondiente recurso al Tribunal Constitucional para dejar sin efecto la “declaración de independencia”. Mientras, el expresident de la Generalitat, apenas dieciocho horas después, sigue actuando como si nada de esto fuera con él y en una comparecencia pública promete seguir “trabajando por un país libre” y pide no acatar la decisión del Gobierno y desobedecer a la ejecución del 155. Eso si en esta comparecencia en ningún momento se ha presentado como President. Evidente que intenta no sumar más querellas de las que ya tiene y las demás que puede esperar.
¿Hasta cuándo durará su impostura? ¿Cuánto tiempo podrá seguir fingiendo que ignora que es ya un paria, él y sus destituidos consellers, a los ojos de la comunidad internacional?
La de ayer fue una jornada triste para la democracia. Fue durísimo comentar en directo la manera en la que se consumó un acto de cobardía intolerable, de egoísmo sin límite y de una inconsciencia e irresponsabilidad que jamás, en mis 25 años trabajando con líderes, había visto.
Cataluña está rota… su sociedad, quebrada y dividida. Los independentistas han perpetrado un daño casi irreparable. Necesitaremos muchas generaciones para coser las brechas de la sinrazón.
Urnas en vez de tanques
———————————–
Rajoy ha optado por enviar urnas en vez de tanques, ha optado por restituir lo antes posible el protagonismo a los ciudadanos y no ejecutar medidas coercitivas como algunos parecía deseaban. Ahora, hay que trabajar duro para que en tan pocos días se pueda reducir el impacto emocional tan fuerte que los secesionista han inyectado en una ciudadanía que ayer llenaba las calles. Muchos miles de ciudadanos engañados que ayer vieron el paraíso de una utopía realizada y que pronto se quedará en un mero sueño sino una pesadilla. Quedan días durísimos de táctica y estrategia política en los cuales será necesaria más que nunca esa ‘finezza’ que ha faltado en los últimos meses.
En esta crisis, los políticos han fallado, han fracasado, estrepitosamente. Cada uno con mayor o menor responsabilidad. Desde ya, comienzan 54 días en los cuales espero que no solo se haga campaña electoral, sino que se hable a la gente, a todos los ciudadanos de Cataluña… a TODOS. El cordón emocional entre los catalanes y entre ellos y el resto de los españoles está destrozado, pero necesitamos un esfuerzo importante para devolver a la sociedad española la paz y la serenidad, además de la dignidad perdida.