NO HABRÁ DUI… UN ‘TAMAYAZO A LA CATALANA’ PODRÍA IMPEDIRLO
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Quienes siguen mis opiniones en relación a la política española en los diferentes medios de comunicación en los que colaboro saben que, a menudo, he comparado el estilo de liderazgo de Mariano Rajoy con el del siete veces primer ministro italiano Giulio Andreotti. De él justamente me he acordado mucho durante estas dramáticas jornadas de amenaza secesionista en Cataluña.
A Andreotti se pidió en cierta ocasión una valoración sobre la situación política en España, recién estrenada la transición. “Il divo”, como también se le conoció, se limitó a contestar: «Manca finezza». “La finezza”, la finura, es una cualidad política fundamental, imprescindible, para manejar situaciones políticas tan complejas como la que estamos viviendo ahora. “La finezza”, es esa habilidad que conduce al triunfo en negociaciones que, más que complicadas, parecen casi imposibles. La que combina estrategia y astucia… y la que, a menudo, permite sobrevivir a los mayores retos y amenazas para la democracia.
Rajoy despliega -y tiene que seguir haciéndolo durante estos días- una gran dosis de finura, de “finezza” política. ¡Me atrevo a pensar y decir, que lo está haciendo!
La comparecencia del Rey Felipe VI el pasado martes, 3 de octubre, marcó un punto de inflexión en el diabólico círculo vicioso establecido por los independentistas desde que, en los primeros días de septiembre, aprobaran en el Parlamento de Cataluña, de forma ilegal y antidemocrática, su llamada ‘Ley del referéndum para la independencia de Cataluña’ y la subsiguiente ‘Ley de transitoriedad’.
EL REY Y EL GRAN CAPITAL LE HAN DADO LA VUELTA AL PARTIDO
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Hasta esa intervención de la Corona, en medio de un turbión de acontecimientos a cuál más grave, el Gobierno de España y sus Instituciones democráticas parecían haberse visto desbordadas, día sí, día también, en una espiral en la que siempre llevaban la iniciativa los rupturistas.
Pero llegó el Jefe del Estado… y mandó parar. Los españoles necesitaban un aliento, una señal, algo a lo que asirse con firmeza para recuperar una esperanza que, algunos inciertos movimientos del Gobierno en su gestión del 1-O por un lado y la división entre Podemos y los partidos considerados comúnmente como constitucionalistas, PP, PSOE y Ciudadanos -cada uno con sus distintas “velocidades” e intereses a la hora de encarar el desafío- les habían arrebatado. Hasta ese momento, solo las más altas instancias judiciales -Tribunal Constitucional- y la acción de las Fuerzas de Seguridad, habían mantenido el pulso del Estado.
Pero como digo, el mensaje del Rey por una parte, y lo que ya es una fuga del gran capital en toda regla de Cataluña por otra, parecen haber sido más eficaces a la hora de desactivar el “procés” que todo el entramado institucional articulado para ello.
Puigdemont, Junqueras, Forcadell, Trapero y sus secuaces, están muy cerca de la derrota. Las vías de agua en el seno del ejecutivo autonómico han aflorado ya, a través del Conseller de Empresa, Santi Vila, que en las últimas horas ha dudado públicamente sobre la “utilidad y las consecuencias” de la llamada DUI. Las manifestaciones crecientes de la, hasta ahora, “mayoría silenciosa” en Cataluña, harta del acoso y de ser tratados como ciudadanos “de segunda” por no ser independentistas, han puesto la guinda al pastel.
Incluso Artur Mas ha declarado ya al ‘Financial Times’ que “Cataluña no está preparada para la independencia real”. Alguien tendrá algún día que pedir responsabilidades a este “aprendiz de brujo”, que precipitó esta locura en 2012. Él, ya lo he dicho en muchas ocasiones, es el verdadero responsable de este desastre y debería recibir el Nobel a la estupidez y al egoísmo político. Ha vendido el futuro de un pueblo para salvar su trasero y el de su “padrino” y mentor, Jordi Pujol, ambos más que supuestamente corruptos.
NO HABRÁ DUI
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El próximo martes no habrá DUI.
Y no la habrá porque el Govern tiene auténtico pánico a sumirse en la marginalidad económica. A que el actual peso de Cataluña en el PIB del Estado, un 19 por ciento, se vea reducido a la mitad. Pero claro, ahora llega el acto final del drama: ¿cómo salvar la cara ante los radicales y agitadores ‘cuperos’, que llaman ya a tomar puertos y aeropuertos, y explicarles que, finalmente, no fue posible? Tal y como pronostiqué en su día, acabarían devorando a Puigdemont y los suyos… a la antigua Convergencia, hoy reconvertida en el llamado PdCat.
El lunes no habrá pleno del Parlament porque lo ha suspendido cautelarmente el Constitucional. El martes, Puigdemont ha anunciado que comparecerá para hablar “sobre la situación política”. Hay diferentes alternativas, la primera que frente a la nueva situación directamente NO se vote empezando un periodo de transición hacía unas nuevas votaciones. Tal vez se atrevan a votar, insisto, para no desairar a los más radicales. Pero… ¿y si algunos diputados “se ausentaran”? ¿o se atrevieran a romper la disciplina de voto? El Parlament tiene 135 representantes y la mayoría absoluta se sitúa en 68. Los rupturistas cuentan con los 61 votos de JxSí y los 10 de la CUP, es decir, 71. Con dos ausencias, bastaría para darle la vuelta a la tortilla. ¿Recuerdan el ‘Tamayazo’, que en 2003 dio la presidencia de la Comunidad de Madrid a Esperanza Aguirre y se lo arrebató al socialista Rafael Simancas?
Tal como están las cosas, no sería descabellado que pueda repetirse algo similar en el Parlament. Claro que existirían otras combinaciones también probables; la actual marca de Podemos en el Parlament, la que concurrió como tal a las últimas elecciones, “Cataluña sí que es Pot”, cuenta con 11 escaños. Habida cuenta de la “tercera vía” abierta por el valiente Coscubiela en las últimas semanas, en contra de un “procés” guiado como se ha hecho, lo probable es que se opongan. Pero si el grupo otorgara disciplina de voto a sus diputados -no sería la primera vez- a pesar de alguna hipotética deserción en las filas del PdCat, podrían torcer la balanza, de nuevo a favor de esa Declaración Unilateral de Independencia. Insisto, no parece, habida cuenta de su posición en la votación de las dos leyes citadas más arriba, la de transitoriedad y la del referéndum, pero ya se sabe que en este tipo de situaciones, la “ingeniería parlamentaria” o la “conspiranoia” pura y dura pueden arrojar tremendas sorpresas.
Sea con la combinación que fuere, si mi hipótesis, la que estoy lanzando aquí, muy verosímil, se hace realidad, se confirmaría el acierto de Mariano Rajoy a la hora de no haber recurrido a la aplicación del artículo 155 de la Carta Magna y su magistral manejo de los tiempos. El gallego, habría vuelto a ganar…con la ayuda, en este caso, del Rey Felipe VI.
Deseo que mi previsión sea acertada y que pronto TODOS podamos volver a trabajar para unir emocionalmente a un pueblo, el catalán, que está roto en mil pedazos. Lo digo muy a menudo: a veces el abrazo de quien realmente te ama, “te estima” es capaz de pegar unos huesos rotos.