6-S 2017: UN DÍA NEGRO PARA ESPAÑA
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El 6 de septiembre de 2017, será recordado como un día negro en nuestra historia democrática. Una jornada en la que, un grupo de radicales, con fuero parlamentario y escaño en el Parlament, que no representa ni la mitad de los catalanes, han perpetrado un golpe de Estado contra la democracia en España y contra la voluntad mayoritaria de TODOS sus ciudadanos votando una norma ilegal, nada menos que el primer paso para que una parte de España, Cataluña, se desgaje del resto del Estado. Una votación que, por supuesto han ganado porque además, con buen criterio, la oposición constitucionalista no ha querido participar en la farsa y ha abandonado el hemiciclo minutos antes de producirse. Paso por alto las bochornosas escenas vividas en esa Cámara legislativa, con ser eso grave, no es lo substancial. Lo nuclear es que estos peligrosos iluminados han cumplido su amenaza y, secuestrando a una parte de la bancada opositora, a la que apenas se ha permitido tomar la palabra, han introducido en el orden del día el debate sobre la ‘Ley del Referendum’ y abrieron camino para introducir, un día después la aprobación de la llamada ‘Ley de Transitoriedad’, que no es otra cosa que un pretexto para intentar dar una suerte de andamiaje ‘legal’ a su anticonstitucional referéndum.
Es innegable que el Gobierno tiene una cuota parte de responsabilidad, o de culpa, como se prefiera, por no ocuparse adecuadamente del ‘problema’ catalán. Y tampoco albergo dudas de que la decisión del Tribunal Constitucional sobre el Estatut, declarando inconstitucionales algunos de sus artículos -aunque fuera una parte mínima- abrió una herida muy profunda en Cataluña, pero lo vivido hoy es, simple y llanamente, inadmisible para cualquier democracia. El terrible cansancio que se experimenta en Cataluña NO puede tener una solución tan cruelmente antidemocrática.
Respuestas preparadas
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El Gobierno de España tiene ya previstos, desde hace tiempo, todos los escenarios posibles. Incluso el más ridículo, cual es el de que, inmediatamente aprobada la trapisonda por parte de la mayoría independentista, sea publicada en el acto telemáticamente en el Boletín Oficial de Cataluña. Algo parecido al momento en el que un ladrón te arrebata la cartera y sale disparado para que no pueda alcanzarle una pareja de policías que pasaba por allí. No hay mejor metáfora del ridículo. Ilegales y, además, pillos… cobardes.
La imagen de la diputada de Podemos Angels Martínez quitando las banderas españolas representa la escenificación de unos políticos que pasan olímpicamente de quien no la piensa como ellos.
Como si no pudieran igualmente acabar en la cárcel. No digo que tal cosa vaya a ocurrir, pero podría… Iremos viendo la respuesta legal por parte del Ejecutivo y del Tribunal Constitucional.
Aprecio los esfuerzos de Mariano Rajoy y, sobre todo, de Soraya Sáenz de Santamaria -que este 6 de septiembre se ha echado en su comparecencia pública España, literalmente, a la espalda- por mantener el timón de la nave del Estado. Pero la imagen de nuestra vieja nación, la más antigua de Europa, es de postración. Es lamentable, pero es así. Desde la vieja Europa, Italia, Francia o Alemania, no se entiende nada de lo que nos está ocurriendo. Y sería tremendo que parte de sus opiniones públicas y, por supuesto, sus respectivos gobiernos, comenzaran a percibirnos como un Estado arrodillado.
Independentismo ‘fascistoide’
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El independentismo, que -NUNCA nos cansaremos de repetirlo- no representa ni siquiera a la mitad de los catalanes, ha enseñado hoy su verdadera cara, su auténtico rostro. La misma democracia que ellos legítimamente exigen al Estado español, la misma capacidad de ‘escuchar’ la voz de una parte de la ciudadanía y ser sensible a sus demandas, es la que ellos han negado este seis de septiembre a la oposición constitucionalista en el Parlament. Han llamado antidemocrático el gobierno español peleando con armas antidemocráticas. Parafraseando su ya famoso ‘derecho a decidir’, hoy, las fuerzas soberanistas, capitaneadas por una nada neutral Carmen Forcadell, que deberá responder judicialmente, tarde o temprano de sus actos, han negado siquiera el ‘derecho a ser escuchados’ de Ciudadanos y del PP. Increíble pero real. Siempre supimos, en el fondo, con quien estábamos tratando. De igual forma que siempre fuimos conscientes de que las radicalización del proceso independentista nunca fue más que una forma, en el fondo, de encubrir la corrupción ‘pujolista’ que acabó por estallar, envenenando Cataluña y convirtiéndola en un cenagal. Todo ello, lamentablemente, con la complicidad de los dos grandes actores políticos, PSOE y PP a los que les venían bien los escaños nacionalistas en Madrid para rematar sus mayorías, ya fueran las de González, ya fueran las de Aznar.
¿Golpe de autoridad? Por el momento, la legalidad vigente.
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Se reclama, y no solo en algunos sectores del propio PP, un cierto golpe de autoridad por parte del Ejecutivo central y de su presidente, para resolver un problema que lleva pudriéndose demasiado tiempo. Tal vez la aplicación del, por otra parte, impecable, artículo 155 de la Constitución, previsto precisamente para casos como este: una abierta deslealtad de una comunidad autónoma al Estado. O de la Ley de Seguridad Nacional, prevista para casos de grave alteración del orden público o de riesgo de sedición, como podría llegar a ocurrir. Los Mossos, en ese caso pasarían, automáticamente a depender del Ministerio del Interior. Sería una medida extraordinariamente extrema y cuya aplicación hay que intentar evitar.
Estaremos pendientes porque las próximas horas, los próximos días, serán cruciales. Los últimos movimientos políticos, con reuniones a varias bandas entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, Mariano Rajoy y Albert Rivera y la propia entrevista en las próximas horas entre el jefe del Ejecutivo y el líder de la oposición, indican que la maquinaria del Estado y el Sistema están funcionando a pleno rendimiento. Como no podía ser de otra manera. Mano de hierro en guante de seda. Y ello, nos hace albergar un resquicio para el optimismo.