SI ME QUIEREN ECHAR, QUE ME GANEN…..¡EN LAS URNAS!

 

SI ME QUIEREN ECHAR, QUE ME GANEN… EN LAS URNAS
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Tal parece, oída la intervención parlamentaria de Mariano Rajoy para responder, por enésima vez a los casos de corrupción que salpican a su partido y para ser interpelado por su presunta responsabilidad en los mismos, que haya sido este el pensamiento y el núcleo inspirador de su discurso. Nada nuevo, por otra parte, en un político tan previsible como el gallego.

En alguna ocasión he señalado que Mariano Rajoy es un líder atípico. No responde, ni al modelo inspirador, carismático, arrollador… pero tampoco al de aseado gestor, de perfil más bien ‘funcionarial’ porque, aunque este último sea más adecuado a su ejecutoria política, requiere trasladar la sensación de un derroche, o cuanto menos, de un despliegue de energía que tampoco es precisamente la cualidad que más reconoce el público en el actual presidente del Gobierno.

Rajoy se sabe legitimado por las urnas. El resto, para él, es secundario.
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Rajoy no es casi nada de lo anteriormente descrito. Es como la roca que golpea la ola, y hoy lo ha vuelto a demostrar: Si quieren echarme de donde estoy, ha venido a decir una vez más, tendrán que ganarme en las urnas. Y visto que ni la suma de las distintas y heterogéneas minorías que componen la Cámara lo ha conseguido, sobre todo tras la fallida moción de censura de hace pocos meses, Rajoy se considera más legitimado que nunca para seguir al frente de la nave. Sabe que los resultados electorales que consagraron a su formación como mayoría minoritaria son más que suficientes para continuar dedicándose ‘a lo importante’: afrontar la lucha contra la lacra terrorista, abordar el desafío independentista y consolidar la recuperación económica tras los sucesivos elogios del FMI.

En esa bandera se ha envuelto hoy el ‘Comandante en Jefe’ para pedir a la oposición que le dejen de obligar a perder el tiempo en ‘comparecencias inútiles’ -por tales las tiene- sobre asuntos que, tras haber vuelto a recibir la confianza de siete millones de españoles, considera periclitados.

Haciendo gala de su mejor prosa parlamentaria, que a algunos les resulta un tanto rancia o ‘versallesca’ pero que es la que su parroquia demanda, el presidente no ha entrado apenas en materia ‘Gürteliana’… porque según el jefe del Ejecutivo no había materia en la que entrar, tras haber abordado el asunto… ¡en 52 ocasiones anteriores!

La oposición ‘necesita mejorar’.
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Las intervenciones de la oposición han sido muy duras y han ido al grano, poniendo crudamente el dedo en las llagas que la corrupción ha dejado en el partido de Génova. En algún momento a Rajoy le han pillado fuera de juego, como pensando en otra cosa… pero ha sido solo una fugaz impresión.
Margarita Robles debe mejorar mucho aún para demostrar que su brillantez intelectual, que nadie discute, le alcanza también para el desarrollo de su tarea como oradora parlamentaria. A Rajoy le ha bastado la mera mención del terrible -y nunca olvidado- caso ‘Lasa-Zabala’ (dos jóvenes relacionados con el entorno etarra y que fueron enterrados en cal viva por agentes del cuartel de Intxaurrondo) para anular su intervención. Recuérdese que Robles era, por aquel entonces, secretaria de Estado del Ministerio del Interior, que dirigía Juan Alberto Belloch. Eran los años ya de los estertores del GAL, aquella banda terrorista que desde círculos cercanos al poder socialista de la época se diseñó para acabar con otro terrorismo, el etarra, que se había cobrado la vida de 800 personas.

 

 

Pablo Iglesias, el gran perdedor de la moción de censura de junio, tampoco estuvo demasiado fino. Sus apelaciones al ‘corazón’, y sus ramplones desarrollos acerca de ‘si Rajoy no lo sabía era un incompetente y si lo sabía es un mentiroso’, no han convencido, me atrevo a decir, que ni a una parte de los suyos. Con ser grave esto para Iglesias, no es lo peor. Lo peor es que Mariano Rajoy ya no le toma en serio. Y se nota. Esto, a un personaje de su soberbia intelectual le tiene que tener más que frustrado.
¿Y qué decir de Rivera? La verdad es que esperaba mucho más del líder de la formación naranja. Más ‘perfilero’ que nunca, ha venido a preguntarse en voz alta qué necesidad había de citar al presidente en el Pleno de la Cámara cuando hay ya una comisión abierta que trabaja sobre la presunta financiación irregular. En el fondo, lo que ha molestado a Rivera y a los suyos es que Rajoy ‘dispusiera de un mitin de dos horas en el que iba a hablar de todo menos de corrupción’. Veremos hasta qué punto, en el arranque de este nuevo curso político y parlamentario, le sigue funcionando al líder de Ciudadanos la estrategia de ‘nadar y guardar la ropa’… de un día azotar con dureza al PP y a su corrupción para el siguiente, apoyar al final -‘por sentido de Estado’- las iniciativas gubernamentales. De momento, las encuestas le van bien pero, y este sí es mi punto de vista, antes o después tendrá que ser mucho más audaz y valiente si quiere, de verdad, llegar a Moncloa algún día.

Los nacionalistas catalanes, fieles a su guión y como un disco rayado, han aprovechado para recordar que la corrupción es cosa ‘del Estado español’. Y que a partir del 1 de octubre, con una Cataluña… ¿independiente? la nueva República, traerá aire fresco y limpieza democrática… ¡y helado de postre todos los días!, tal y como afirmaban, sin miedo al ridículo hace algunos años, cuando comenzaron este proceso que está a punto de culminar con el intento de referéndum ilegal del próximo 1-O.

Más de lo mismo, por resumir. Rajoy vuelve a superar, con nota, otro obstáculo más… habrá quien diga que más por ineficacia de la oposición que por brillantez propia. Puede. Pero lo que cuenta es el resultado final. En política y en la vida. Rajoy sigue ahí y a pesar de que esta legislatura se le va a hacer cada día más dura y más cuesta arriba, no parece que su paciencia tenga visos de quebrarse ante las acometidas de sus oponentes políticos, retados hoy por el de Pontevedra a otra moción de censura, que no creo que lleguemos a ver, por más reuniones ‘secretas’ que tengan lugar, que parecen más místicas que efectivas y que, de secretas, han tenido más bien poco.

El líder resiliente, el que sabe mejor que nadie que ‘el poder desgasta, sobre todo al que no lo tiene’, como dejara dicho Andreotti, ha vuelto a recordar que, si quieren echarle, tendrán que conseguir convencer a una mayoría suficiente de españoles… y eso aún no se ha producido. Y al paso que van las cosas, parece que aún queda Rajoy para bastante tiempo.

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