LA AMARGA VICTORIA DE THERESA MAY

La cita electoral del jueves pasado en el Reino Unido ha tenido como protagonista la sombra del terrorismo. Mucho se ha especulado sobre el impacto, o no de las matanzas de Manchester y Londres en las elecciones y no hay duda que si lo ha habido.

Theresa May ha querido jugar a ser la ‘nueva Margaret Thatcher’ británica… y ha perdido su apuesta. Primero porqué su trayectoria política está llena de contradicciones y de oportunismo, segundo la gestión que ha llevado de la crisis de terrorismo como primera ministra y antes como ministra de interior ha sido sencillamente nefasta…¡para ser generosos!

May tenía un ‘pecado original’ de legitimidad: fue elegida ‘presidenta por accidente’ por Cameron, tras la supina torpeza del exlíder conservador y exprimer ministro de convocar un referéndum sobre el ‘Brexit’. Una decisión que lo elevó a recibir el premio a la estupidez política. May, apremiada por la prisa de recibir esa ‘legitimidad de los votos’, es decir, de ser refrendada por las urnas y no simplemente por el dedo de Cameron, convocó unas elecciones en el que -pensaba ella- era el mejor momento para su partido. Y ha cosechado un victoria pírrica: se ha quedado a nueve escaños de la mayoría absoluta… y los laboristas ¡han ganado 31! La ‘premier’ calibró mal la debilidad y la división del laborismo. Eligió la fecha electoral pensando que cogería a su débil líder Corbyn en paños menores… y le salió el tiro por la culata. Corbyn ha cosechado los mejores resultados para los laburistas en los últimos veinte años. Una hazaña histórica.

Decisivo en la amarga victoria -que sabe a derrota- de los conservadores ha sido el cruel atentado del pasado sábado en el Puente de Londres. Este factor sí que May no podía controlarlo. Pero en su mano si hubiera estado el utilizar el mazazo terrorista en su favor, cosa por cierto, nada complicada para quien está en el poder que es quien mejor puede canalizar la indignación de la sociedad. Pero su reacción (algo parecido le ocurrió al PP en 2004) fue torpe; anunció medidas extraordinarias que incluso podrían atentar contra los derechos elementales de los ciudadanos y una buena parte del cuerpo electoral la ha castigado. Las imágenes de los tres terroristas preparando el atentado en un gimnasio, trescientos retornados sin control y una evidente mala gestión de la crisis la han señalado.

May ni siquiera ha podido capitalizar del todo en su beneficio el sistema electoral británico, que premia extraordinariamente a la mayoría, y tendrá que gobernar en minoría pactando con el Partido Democrático Unionista del Ulster, que le prestará los 10 escaños que necesita pero que le hará pagar un alto precio a cambio en materia de política interior.

En materia de política exterior, las negociaciones sobre el ‘Brexit’ con la UE, también se verán afectadas.
Hasta el dirigente del ultra UKIP, Nigel Farage, ha admitido ya la posibilidad de que Gran Bretaña ofrezca a Bruselas seguir en el mercado interior. Vivir para ver…¡Yo llevo ya meses diciendo que esto del Brexit se quedará en nada o casi y no me extrañaría nada que de repente tuvieran los ingleses otro referéndum para quedarse en la Unión Europea.

La derrota de May se ha hecho todavía más evidente con la dimisión este sábado de sus dos jefes de gabinete Fiona Hill y Nick Timothy, jefes de gabinete de Theresa May, dimisión presentada ante el ultimátum de altos cargos ‘tories’ contra la primera ministra británica ante los malos resultados electorales. Timothy ha anunciado su dimisión a través de un artículo personal para la web Conservative Home, especializada en el seguimiento del Partido Conservador británico. «Ha sido un placer servir en el Gobierno y un placer trabajar con tan excelente primera ministra», ha escrito Hill. «No tengo ningún género de duda de que Theresa May seguirá sirviendo al país y trabajando duro como primera ministra, y de que lo hará con brillantez», ha terminado. Palabras claras por una derrota tremenda al supuesto plebiscito a su favor intentado por May.

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En lo único en lo que May puede emular, tal vez, a Margaret Thatcher será en su abrupto final. Podrá seguir, como he explicado, en Downing Street, gracias a la generosidad de los Unionistas. Pero repetir, cuando toque, como líder de su formación en un partido tan cainita como el conservador, se antoja muy difícil. Recuérdese que Thatcher cayó en 1990, víctima de las divisiones internas en el seno de los ‘tories’.

 

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