HAY QUE VENIR AL SUR, SIN ‘EL SURÓFOBO HOLANDÉS BOCAZAS’, JEROEN DIJSSELBLOEM

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HAY QUE VENIR AL SUR, SIN ‘EL SURÓFOBO HOLANDÉS BOCAZAS’, JEROEN DIJSSELBLOEM

Euprepio Padula

«Para hacer bien el amor hay que venir al sur» recitaba la divertida y optimista canción de Raffaella Carrá. Palabras con más sentido común que las impresentables declaraciones de un holandés, no errante y sí bastante ‘bocazas’, el presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, que en una entrevista publicada en Alemania y, sin pelos en la lengua, ha concluido que en los países del sur se gastan el dinero de la solidaridad de los del norte en «copas y en mujeres». Se olvidó, eso sí, que nos pasamos echando siestas, vagueando al sol y comiendo comida mediterránea.

Ante la petición del portavoz del grupo socialista en el Parlamento Europeo, el italiano Gianni Pittella -que tachó en un comunicado de «vergonzosas» sus declaraciones y se sumó a los que piden su dimisión- el teutónico Jeroen, se negó.

¿Cómo podemos sorprendernos del avance de los populistas de ultraderecha en Europa cuando tenemos un presidente del Eurogrupo -rango por cierto al que su condición de exministro en su país le priva de seguir ostentando por más tiempo-
capaz de expresar semejantes estupideces que no pasan de ser tópicos de ‘barra de bar’ -esos que seguramente el aburrido holandés aborrece-? ¿Cómo podemos seguir teniendo legitimidad para criticar a Le Pen y al resto de nuevos fascistas europeos por recurrir a soluciones fáciles y genéricas si mantenemos en el organigrama europeo a tipos como esta suerte de ‘alcornoque’, por utilizar un término muy español, capaz de proferir exabruptos ‘surófobos’ y machistas, sólo para hacer un guiño a los que se supone tendrían que votarle de nuevo si quiere repetir en su poltrona?

Nadie duda de la importancia que tiene en Europa la solidaridad entre los países del Norte Europa con los del sur de cara a aliviar y remediar el tremendo impacto de la crisis vivida entre 2008 y 2013. Pero culpar a todo el mundo por la indecencia de unos pocos, políticos y banqueros, es demasiado. Este señor NO puede NO dimitir. Es más, debería irse YA. Algunos le están exigiendo que se disculpe o que abandone. Yo no creo, en absoluto, que sean suficientes unas meras disculpas. Europa se juega en estos meses buena parte de su historia y su prestigio y personajes como el tal Dijsselbloem no ayudan a que la UE recupere ni su poder ni su citado prestigio.

Él, holandés bocazas, ha sido igual de populista que un Trump al que critica, igual que racista que una Le Pen, a la que odia e igual de chusco que ‘el gomina’ Geert Wilders, su compatriota ‘fascistoide’.

Dijsselbloem lleva tiempo haciendo campaña para intentar permanecer como presidente del Eurogrupo y sus frases se enmarcan en el intento de convertirse en portavoz de la corriente representada por el ministro alemán Wolfgang Schauble, eso sí, cueste lo que cueste, e incluso valiéndose de declaraciones tan sorprendentes e impresentables como estas.

En realidad en las palabras de Jerone Dijsselbloem además de un claro intento de pegarse a la cómoda poltrona de la Presidencia del Parlamento Europeo noto ironía absurda y una insana envidia de la capacidad que tenemos en el sur de disfrutar de la vida.

Euprepio Padula

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