Un café con Dario Fo y Saramago con derecho al humor

Euprepio Padula, Lanzarote 12 de abril 2017

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Recién llegado a Lanzarote, he querido acercarme a uno de mis rincones favoritos en esta la isla: la casa museo de José Saramago. ¡El museo de la libertad y del libre pensamiento! ¡Un altar a un pesimismo preludio de protesta!

Mi visita se produce pocos días después de la admisión a trámite por parte de la Audiencia Provincial de Madrid de una querella interpuesta por la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos contra el Gran Wyoming y Dani Mateo por lo que califican como un ‘delito contra los sentimientos religiosos’: un chiste realizado acerca del Valle de los Caídos en el programa de ‘La Sexta’,  ‘El Intermedio’.

Esta decisión judicial es continuación de la polémica condena de la tuitera Cassandra por sus bromas sobre la muerte de Carrero Blanco y no devuelve, de la peor manera posible, al dilema de dónde situar los límites de la libertad de expresión y del uso de la sátira, del humorismo.

Lo más llamativo del caso es que la broma o chiste de Dani Mateo se refería a la cruz del Valle de los Caídos como obra arquitectónica y no a su significado religioso y político. Sea como fuere, nos vemos abocados a una situación en la que muchos ciudadanos comienzan a ver toda una cruzada política y judicial organizada en contra del humor y la sátira política. Toda una vuelta atrás en el reloj de la tolerancia y de la libertad de expresión, en contra tendencia con lo que pasa en otros países democráticos de nuestro entorno.

Sentado en una silla de esta épica biblioteca he querido imaginarme sentado en la mesa de Saramago acompañado por su silueta y el recuerdo de Dario Fo, tomando un café y como entrevistador privilegiado. Una utopía de café que roza el cénit de mis sueños, en un momento en el que las palabras de ambos colosos son más necesarias que nunca. Esta es la entrevista imaginaria que, quien firma este humilde artículo, hubiera ansiado poder llegar a realizar:
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-EP: Señor Fo, ¿por qué la sátira política parece volver a dar tanto miedo a las élites del poder?

-DF: «La sátira es el arma más eficaz contra el poder; un  poder que no soporta el humor, ni siquiera los gobernantes que se llaman democráticos, porque la risa libera al hombre de sus miedos».

-EP: Señor Saramago, la sátira está chocando cada vez más con las creencias religiosas de algunos. Además de las terribles consecuencias experimentadas por las burlas y el humor, usado con referencias a la religión musulmana, también en los países católicos, a menudo, el humor en las redes y espectáculos de diferentes tipos choca con supuestos delitos. ¿Estamos regresando a una especie de inquisición disfrazada de protección de los derechos fundamentales?
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-JS: «No creo en dios y no me hace ninguna falta. Y eso, al menos, me coloca a salvo de ser intolerante. Los ateos somos las personas más tolerantes del mundo. Un creyente fácilmente pasa a la intolerancia. En ningún momento de la historia, en ningún lugar del planeta, las religiones han servido para que los seres humanos se acerquen unos a los otros. Por el contrario, sólo han servido para separar, para quemar, para torturar. No creo en Dios, no lo necesito y no tengo necesidad de ello para ser una buena persona.»

Curioso. Saramago utiliza las mismas palabras que usé hace un año en un anónimo altar en el funeral de mi madre. Exalté su bondad, su generosidad. Hablé de la Mamma como de un ángel, independientemente de su religión, y de su fe. Un anónimo párroco contestó a mis palabras y a los aplausos emocionados de todos nuestros amigos con una crítica, reventando mi dolorosa y sangrante serenidad con su intolerancia y queriendo etiquetar la generosidad y la bondad en una cruz. Como si no se pudiera ser buena gente sin creer en un Dios. Sea el que sea.

-EP: ¿Y usted Señor Fo, que opina de la religión? Siempre se ha definido como ateo, pero nunca ha renunciado a la duda.
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-DF: «El Evangelio es un libro feminista, pero no se entiende así». «Todavía soy ateo, pero me gusta cultivar la duda».

-EP: Seños Saramago, siempre se ha definido usted como un pesimista. ¿Es clave ser pesimista para defender la libertad de expresión?

-JS: «Los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay. A mí me gustaría escribir un libro feliz; yo tengo todos los elementos para serlo pero, sencillamente, no puedo. Sin embargo, sí hay una cosa que me hace feliz que es decir lo que pienso.»

En esto si discrepo de mi adorado Saramago, como optimista empedernido en el que me he convertido con los años, creo que si se puede cambiar las cosas desde el optimismo, la sonrisa, desde la fuerza y energía usada en la lucha para defender los más débiles en contra de las elites económicas y financieras que necesitan mil esclavos para exaltar la vida de un rico.

-EP: ¿Puede existir libertad sin sátira política? ¿Tiene sentido la revolución en esta época de supuesta democracia?

-DF: «Nuestra patria es el mundo entero. Nuestra ley es la libertad. Sólo tenemos un pensamiento: la revolución en nuestros corazones».

EP: Usted habla siempre, señor Saramago, del alma humana con una resignación a menudo devastadora. ¿Hay espacio para el humor en su pesimismo hacia el mundo y los humanos?

-JS: «El alma humana es una caja de la que siempre puede saltar un payaso haciéndonos mofas y sacándonos la lengua, pero hay ocasiones en las que ese mismo payaso se limita a mirarnos por encima del borde de la caja, y si ve que, por accidente, estamos procediendo según lo que es justo y honesto, asiente aprobadoramente con la cabeza y desaparece pensando que todavía no somos un caso perdido.»

EP: ¿Qué opina de la gente que no se implica en política? ¿Tenía razón Platón cuando decía: «El precio de desentenderse de la política es ser gobernado por los peores hombres?

-DF: “Me indigna la gente que no se implica. Callar es una forma de colaborar”

-EP: ¿Cuáles son los problemas principales de la sociedad actual?

-JS: «Las tres enfermedades del hombre actual son la incomunicación, la revolución tecnológica y su vida centrada en su triunfo personal como única meta. Soy un comunista hormonal. ¿Qué clase de mundo es éste que puede mandar máquinas a Marte y no hace nada para detener el asesinato de un ser humano? Ahora no hay duda de que la búsqueda incondicional del triunfo personal implica la soledad profunda. Esa soledad del agua que no se mueve”.

-EP: Sin embargo, usted ha triunfado.

-JS: «No he sentido jamás la necesidad del triunfo, la necesidad de tener una carrera, la necesidad de ser reconocido, la necesidad de ser aplaudido. No lo he sentido jamás en mi vida. No he hecho en cada momento nada más que lo que tenía que hacer y las consecuencias han sido éstas pero podrían haber sido otras».

-EP: ¿Está muerto el socialismo?

-DF: «El socialismo real está dentro del hombre. No nació con Marx. Fue en las comunas de Italia, en la Edad Media y no se puede decir que esté terminado».

¿Habrán leído Dario Fo y José Saramago los tres candidatos a las primarias del PSOE? Ojalá vuelvan a ojear sus obras, fundamento encontrarán para una batalla digna de aplausos y el optimismo de un futuro de unidad.

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-EP: ¿Sigue usted siendo comunista?

-JS: «Soy un comunista hormonal, ya se lo he dicho»

-EP: ¿Tiene sentido la lucha y la protesta en un momento en el cual la sociedad parece dopada por el poder y el dinero?

-JS: «Es hora de aullar porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan y no hacemos nada por contrarrestarlos, se puede decir que nos merecemos lo que tenemos.»

-EP: ¿Que es la comedia?¿Una manera de salir de la realidad del día a día?

-DF: “La comedia es la forma de expresión más elevada que conozco. El teatro jamás debe salirse de la realidad. Incluso cuando representas un clásico, Shakespeare, por ejemplo, que habla de cosas ‘antiguas’, te das cuenta de que está hablando de tu tiempo”

-EP: ¿Que es la literatura, señor Saramago?

-JS: «Llevamos siglos preguntándonos los unos a los otros para qué sirve la literatura y el hecho de que no exista respuesta no desanimará a los futuros preguntadores. No hay una sola respuesta posible. O las hay infinitas: la literatura sirve para entrar en una librería y sentarse en casa, por ejemplo. O para ayudar a pensar. O para nada. ¿Por qué ese sentido utilitario de las cosas? Si hay que buscar el sentido de la música, de la filosofía, de una rosa, es que no estamos entendiendo nada. Un tenedor tiene una función. La literatura no tiene una función. Aunque pueda consolar a una persona. Aunque te pueda hacer reír. Para empeorar la literatura basta con que se deje de respetar el idioma. Por ahí se empieza y por ahí se acaba.»

Estas palabras de Saramago me llevan a preguntarme si la política es o no un arte más. Si tiene o no una función o si, sencillamente, es una vocación que tan sólo se siente para luego dejarlo en manos de las instituciones que la convertirán en un mero instrumento de poder de pocos. Una pregunta retórica que se une a la duda de muchos ciudadanos sobre la existencia de políticos honestos

-EP: ¿Es posible una política en manos de gente honesta, señor Fo?

-DF: «Dado que existen oradores tartamudos, humoristas tristes, peluqueros calvos… podría haber políticos honestos».

-EP: Señor Saramago me encantaría escuchar de sus labios unas palabras de esperanza… antes de dejar su casa.

-JS:  «La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio, la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva.»

-EP: Señor Fo, ¿Qué les diría a los que parecen odiar el humor y las risas?

-DF: «Necesitamos urgentemente locos. La risa es sagrada. Cuando un niño ríe por primera vez, es una fiesta».

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Ya me he despertado de mi sueño, de mi maravilloso momento de anticultura, con dos genios, conocedores como pocos de los recovecos más ocultos del alma humana. Vuelvo a una playa desierta a oler el mar, a saborear los rayos del sol, a tumbarme en la arena negra y a pensar que lo que está pasando no es real y que pronto volveremos a poder reírnos de nosotros mismos… sin miedo a estar entre rejas.

Euprepio Padula

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